La historia de la química — y en particular de la farmacología— está llena de casos de éxito de productos que se utilizaron para fines diversos al original. Tal es el caso del sildenafil, comercializado como Viagra. La famosa pastilla azul fue creada para tratar la hipertensión arterial pulmonar, pero se hizo popular como remedio de la disfunción eréctil.
En 1938, el psicodélico e ilegal LSD fue descubierto accidentalmente por el químico suizo Albert Hoffman, cuando trataba de encontrar un estimulante del sistema circulatorio.
También el popular teflón, gracias al que los huevos fritos no se pegan a la sartén, apareció por azar. Su creador, Roy Plunkett, lo obtuvo cuando trabajaba en un gas refrigerante para heladeras y sistemas de aire acondicionado.
Similar, aunque no idéntico, es el caso de la semaglutida, sustancia desarrollada en la década pasada por la farmacéutica danesa Novo Nordisk. Los científicos la crearon como un fármaco para la diabetes. Sin embargo, el producto venía con “premio”. La droga es capaz de imitar a la hormona GLP-1 que regula las áreas del cerebro encargadas del apetito y la ingesta de alimentos. Por tanto, provoca una sensación de saciedad que hace que el paciente tenga menos ganas de comer.
Por esa razón, el medicamento inyectable pronto comenzó a utilizarse como herramienta para adelgazar, y saltó a la fama el año pasado luego de que se difundiera que Kim Kardashian la usaba para mantenerse en línea. A ella se sumaron otras celebridades, como el multimillonario Elon Musk.
Dese entonces, el uso de la semaglutida, comercializada bajo los nombres comerciales Ozempic y Wegovy, no ha hecho mas que ganar popularidad. Esto sucede a pesar de que los expertos insisten en que tomarla sin supervisión médica puede acarrear consecuencias indeseable. "Si lo utilizas sin control, vas a tener sensación de pérdida de apetito y a perder rápidamente masa grasa e incluso muscular, pero cuando lo dejes vas a tener un efecto rebote", advirtió recientemente el médico español Cristóbal Morales, vocal de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad.
En Estados Unidos, donde el medicamento se ha convertido en un artículo sumamente buscado, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) lo aprobó en el año 2021. Sin embargo, en enero último obligó a agregarle una etiqueta de advertencia por ser un posible causante de obstrucción intestinal.
Efectos colaterales en la economía
Según una encuesta realizada en julio por la Kaiser Family Foundation, casi la mitad de los adultos estadounidenses afirmaron que estarían interesados en tomar un medicamento para adelgazar del que supieran que es seguro y eficaz.
Ahora, el furor por el medicamento parece ofrecer lo que buscan generó algunos efectos inesperados y no siempre deseables. Pero no se trata de efectos médicos sobre el cuerpo de los consumidores, sino de consecuencias en la economía global y el estilo de vida.
Por ejemplo, la sobredemanda del producto hizo que los diabéticos, destinatarios originales del medicamento, se encuentren a menudo con la desagradable sorpresa de que está agotado en las farmacias.
Lejos del mundo farmacéutico, las aerolíneas siguen con atención el boom del Ozempic: una baja en el peso promedio del pasajero significaría menos combustible por vuelo y un considerable ahorro.
Sin embargo, esas alas de optimismo en el mundo aeronáutico no baten en todos los sectores. Recientemente, la gigantesca cadena de supermercados Walmart analizó los datos de consumo de sus clientes y constató una baja en la venta de alimentos.
“Definitivamente, vemos un ligero cambio en comparación con la población total, vemos un ligero retroceso en la canasta general”, confirmó John Furner, director ejecutivo de Walmart en Estados Unidos, en declaraciones a la agencia noticiosa Bloomberg.
El directivo de la empresa dijo que las personas que toman medicamentos para bajar de peso están comprando “menos unidades, un poco menos de calorías”, pero considera que todavía es muy pronto para concluir qué efecto tendrá en las ventas generales de Walmart.
La noticia generó suspicacias y polémicas por el modo en el que Walmart arribó a sus conclusiones primarias. Para ello, cotejó los datos de venta de alimentos con los de comercialización de Ozempic, ya que es un producto que también venden. Este cruzamiento puso a la empresa bajo la lupa debido a posibles violaciones de la privacidad de sus clientes.
Algo huele bien en Dinamarca
El auge de la semaglutida en Estados Unidos ha tenido un considerable impacto en la economía de Dinamarca, país de origen del producto. Por ejemplo, en los últimos meses se produjo en el país una disminución en las tasas de interés.
El enorme monto de las ventas significó una gran entrada de dólares estadounidenses en la economía de Dinamarca, lo que hizo subir el valor de la corona danesa, según informó Jens Naervig Pedersen, director de Danske Bank.
"Es extraordinario que una empresa esté impulsando una parte tan importante del crecimiento y del superávit comercial de Dinamarca. Hemos tenido otras grandes empresas a lo largo de los años, pero ninguna capaz de ejercer una influencia tan positiva en la economía", dijo el funcionario en declaraciones a CNN.
¿Y en Uruguay?
En nuestro país, la semaglutida no existe oficialmente por ahora. El Ministerio de Salud Pública no la incluye en sus registros, y su importación y venta están prohibidas. Sin embargo, el producto es de venta libre en Argentina y Brasil, por lo que sería candoroso suponer que ninguna dosis entró jamás a territorio nacional.
“Nos consta que hay mucha gente que lo está tomando acá, todos los endocrinólogos y también diabetólogos estamos en contacto con eso”, explicaba en abril pasado Mariana Elhordoy, endocrinóloga y vicepresidenta de la Sociedad Uruguaya para el estudio de la Obesidad, en declaraciones al matutino El País.