La desinformación sobre las vacunas contra la COVID-19 abunda, y las personas con depresión quizá sean más propensas que otras a creerla, encuentra un estudio reciente.
"Una de las cosas notables de la depresión es que puede hacer que las personas vean el mundo de forma distinta, es como lo contrario de las gafas de color rosa. Es decir, para algunas personas deprimidas, el mundo parece un lugar particularmente oscuro y peligroso", señaló el autor principal, el Dr. Roy Perlis, jefe asociado de investigación del departamento de psiquiatría del Hospital General de Massachusetts, en Boston.
"Nos preguntamos si las personas que ven el mundo de esta forma podrían también ser más susceptibles a creer la desinformación sobre las vacunas. Si una persona ya piensa que el mundo es un lugar peligroso, quizá tenga una mayor inclinación a creer que las vacunas son peligrosas, aunque no lo sean", aclaró Perlis en un comunicado de prensa del hospital, recogido por HealthDay News.
Las falsedades abarcan desde afirmar que las vacunas son peligrosas hasta sugerir que contienen microchips.
En el estudio, Perlis y sus colaboradores analizaron las respuestas de más de 15,400 adultos de EE. UU. que completaron una encuesta en línea entre mayo y julio de 2021. Primero, los participantes completaron un cuestionario sobre los síntomas de depresión, y entonces respondieron a afirmaciones sobre las vacunas contra la COVID-19.
Los niveles de depresión entre los participantes fueron al menos tres veces más altos que antes de la pandemia, encontró el estudio. Los que tenían depresión fueron 2.2 veces más propensos a respaldar al menos una de cuatro afirmaciones falsas sobre las vacunas contra la COVID-19. Y los que respaldaban al menos una afirmación falsa tenían la mitad de probabilidades de haberse vacunado, y 2.7 veces más probabilidades de reportar resistencia a la vacuna.
Se sabe que las personas sin vacunar son más propensas a desarrollar una COVID-19 grave y a morir por su causa, en comparación con las personas vacunadas.
Los investigadores también pidieron a más de 2,800 participantes que completaran otra encuesta dos meses más tarde. Los resultados mostraron que las personas que tenían depresión en la primera encuesta eran dos veces más propensas que las que no tenían depresión a apoyar más desinformación sobre las vacunas en la segunda encuesta que en la primera.
El estudio se publicó en la edición en línea del 21 de enero de la revista JAMA Network Open.
"Aunque no podemos concluir que la depresión provocara esta susceptibilidad, observar el segundo grupo de datos al menos nos dijo que la depresión sucedió antes que la desinformación. Es decir, la desinformación no era lo que hacía que las personas estuvieran más deprimidas", comentó Perlis.
Los investigadores también encontraron que el vínculo entre la depresión y la creencia en la desinformación sobre las vacunas no se debía a consumir noticias de distintas fuentes, y no se limitaba a personas con unas ideas políticas particulares ni a ciertos grupos demográficos.
Los hallazgos son significativos, dado que según los informes, la salud mental ha empeorado en Estados Unidos durante la pandemia.
"Nuestros resultados sugieren que, al abordar los niveles extremadamente altos de depresión en este país durante la COVID, quizá reduzcamos la susceptibilidad de las personas a la desinformación", planteó Perlis. "Por supuesto, solo podemos mostrar una asociación. No podemos mostrar que la depresión provoque susceptibilidad, pero sin duda es sugerente de que podría hacerlo".
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