Un equipo médico australiano afrontó un reto que excedía sus capacidades, por lo que se vio en la necesidad de convocar a otros profesionales que no suelen desempeñarse en hospitales: los bomberos.
Según consigna la publicación especializada Urology Case Reports, un hombre de 44 años ingresó a la sala de urgencia con “nueve anillos industriales de acero inoxidable de alta resistencia colocados alrededor de la base del pene y el escroto”, objetos que habían permanecido allí durante las últimas 12 horas.
El paciente declaró que se había colocado los objetos en un momento en el que estaba bajo efecto de drogas, y lo había hecho como fallido intento de mantener una erección durante el coito. En el conato amatorio experimentó un desvanecimiento del que despertó horas más tarde con un “considerable dolor” , que no hizo más que aumentar. Al momento de su arribo al sanatorio, el “experimentador sexual” estaba en un grito.
En un primer análisis, los médicos notaron que los genitales del hombre estaban inflamados y magullados, y aplicaron al paciente un anestésico intravenoso con el fin de mitigar su sufrimiento. Luego intentaron quitar los anillos utilizando pinzas y cortadores de pernos, pero todo fue inútil: eran demasiado duros.
Superados por la situación, los galenos pidieron ayuda al destacamento de bomberos más cercano. Por precaución se aplicó anestesia general al paciente, y entonces un equipo mixto de bomberos y cirujanos puso manos a la obra.
Los bomberos usaron una sierra circular de tipo industrial, instrumento inusual en un quirófano. Durante el procedimiento, los médicos sostuvieron un bajalenguas entre la carne y el metal con el fin de reducir el riesgo de un contacto indeseable, e hidrataron permanentemente con suero el área del corte, para conjurar el peligro de quemaduras por fricción. La extracción fue un éxito, y cuando el paciente despertó los anillos eran historia.
Ya con el campo libre, los doctores pudieron revisar con detalle la zona afectada y comprobaron la persistencia de la inflamación, por lo que colocaron un catéter que acompañó al paciente por una semana.
El caso se resolvió sin consecuencias permanentes, aunque, irónicamente, el sujeto que buscaba reafirmar una erección pasó una buena temporada sin conseguirlo. Por fortuna, no volvió a apelar a métodos radicales.
Por desgracia, los accidentes derivados de experimentos con las partes íntimas no son tan raros como podría creerse.
En 2021, un hombre que no disponía de preservativos se colocó pegamento en el meato para sellar la abertura y no eyacular durante la cópula, artificio que le costó la vida.
Ese mismo año fue noticia un individuo que se hizo una cirugía de engrosamiento de pene y decidió probar su remozado miembro introduciéndolo en una tubería. Tampoco le fue muy bien.