Hace casi tres décadas, una mujer residente en la ciudad de São Luís, en el estado brasileño de Maranhão, escuchó de los médicos la peor noticia que puede recibir una gestante: su hija no viviría mucho más allá del parto.

Diagnosticada con hidrocefalia congénita, una condición caracterizada por la acumulación de líquidos en la cabeza, la pequeña Graziely estaba condenada desde el vientre, y los profesionales sostenían que viviría, a lo sumo, hasta los tres meses.

La noticia fue devastadora para Adalgisa Soares Alves, la madre de la pequeña, quien decidió dedicarse de lleno al cuidado de su hija durante el tiempo que esta viviera.

Sin embargo, han pasado casi 30 años y, para sorpresa de los expertos, Graziely sigue viva y al cuidado de su madre, quien comparte en redes sociales su rutina familiar.

La joven, que vive en cama, no habla desde hace años y recientemente perdió el sentido de la vista. A causa de la enfermedad que padece, la cabeza de Graziely no ha dejado nunca de crecer, por lo que resulta desproporcionada respecto al resto del cuerpo.

Entrevistada por el tabloide británico Daily Mail, Adalgisa explicó que su hija es uno de los raros casos en los que una persona con ese padecimiento alcanza la edad adulta.

“Siempre espero que viva por muchos años. Transmite energía positiva y siento una paz que se desborda cuando alguien la visita. Siempre le daré lo mejor porque nació de mi vientre, fue muy amada y deseada dentro de mi vientre y la amaré hasta el último día de su vida”, dijo Soares.

En el reportaje recordó que fue durante la última etapa de su embarazo cuando se dio cuenta de que algo andaba mal. Fue en esos días cuando comenzó a sentir fuertes dolores en el útero y consultó a los médicos. Una ecografía reveló que su bebé tenía hidrocefalia y que, dada la gravedad de la afección, no viviría más que unos pocos meses.

Hoy, cerca de completar tres décadas de vida, Graziely suele ser llamada la “bebé gigante” por sus seguidores, debido a su apariencia física. Sin embargo, su madre no toma esta forma de tratamiento como una ofensa.

“No creo que sea cruel porque ‘bebé’ es una palabra cariñosa, pero cuando le dicen ‘cabeza grande’, me da tristeza”, declaró la mujer, quien, sin embargo, resaltó: “Lo importante es que yo, y toda nuestra familia y amigos, amamos a Graziely tal como es”.

Desde que la niña llegó al mundo, y debido a los permanentes cuidados que requiere, Soares se dedicó por completo a su atención. Y si bien recibe ayuda estatal, asegura que esta no es suficiente, por lo que se vale de las redes sociales para pedir ayuda.