Por The New York Times | Carl Zimmer

El viernes, los científicos expertos de la Organización Mundial de la Salud designaron a la nueva variante descubierta en el sur de África como “preocupante”, la categoría más grave que contempla este organismo para las variantes del coronavirus.

Esta designación, anunciada luego de una reunión de emergencia de la agencia de salud, se reserva para las variantes peligrosas que pueden propagarse con rapidez, causar daños importantes o reducir la efectividad de las vacunas o los tratamientos. La última variante del coronavirus en recibir esta denominación fue la delta, misma que apareció en el verano y ahora está presente prácticamente en todos los casos de COVID en Estados Unidos.

La OMS señaló que esta nueva versión del virus, llamada ómicron, muestra una gran cantidad de mutaciones genéticas que pueden facilitar su rápida propagación, incluso entre las personas vacunadas.

Científicos independientes coincidieron en que se debía prestar atención urgente a ómicron, pero también señalaron que se requieren más investigaciones para determinar la magnitud de la amenaza. Pese a que sí han sido justificadas las inquietudes iniciales con respecto a algunas variantes preocupantes, como la delta, otras tuvieron un impacto más limitado.

“Los epidemiólogos están tratando de evitar que nos alarmemos”, señaló William Hanage, investigador en salud pública de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard. “Esto podría ser malo. Podría ser muy malo, pero no sabemos lo suficiente como para adelantarnos a los acontecimientos”.

Hanage y otros investigadores señalaron que es muy probable que las vacunas brinden protección contra la ómicron, pero que se necesitan más estudios para determinar en qué porcentaje se vería reducida la efectividad de la vacuna.

Cuando el coronavirus se replica dentro de las personas, las mutaciones son constantes. La mayor parte de ellas no le proporcionan ninguna ventaja nueva al virus. Cuando sí surgen mutaciones preocupantes, la OMS utiliza letras del alfabeto griego para nombrar a las variantes. Alfa, la primera “variante preocupante”, apareció en el Reino Unido a finales de 2020, seguida de beta, misma que al poco tiempo se manifestó en Sudáfrica.

Ómicron apareció por primera vez en Botsuana, donde los investigadores del Laboratorio de Referencia Botsuana-Harvard para Estudios del VIH en Gaborone secuenciaron los genes del coronavirus a partir de muestras de personas que habían dado positivo por el virus. Encontraron algunas muestras que compartían cerca de 50 mutaciones que nunca se habían hallado en esa combinación. Según una base de datos internacional de variantes, hasta ahora, seis personas en Botsuana han dado positivo por ómicron.

Más o menos en la misma época, los investigadores de Sudáfrica se toparon con ómicron en una serie de casos en la provincia de Gauteng. Desde el viernes, han registrado 58 muestras de ómicron en la base de datos de variantes. Sin embargo, el jueves, Tulio de Oliveira, director del Centro de Respuesta e Innovación para las Epidemias ubicado en Sudáfrica, declaró en una conferencia de prensa que en los próximos días se publicarían “cerca de doscientas o trescientas” secuencias genéticas de casos de ómicron. De Oliveira y sus colegas le solicitaron a la OMS que convocara una reunión de emergencia el viernes para hablar sobre las mutaciones halladas en ómicron y sobre lo que parece ser una propagación alarmante en Sudáfrica.

Los científicos encontraron más de 30 mutaciones en una proteína, la espícula, que se encuentra en la superficie del coronavirus. La proteína espicular es el blanco principal de los anticuerpos que produce el sistema inmunitario para combatir una infección por COVID-19. Eran tantas las mutaciones que surgió la inquietud de que la espícula de ómicron pudiera evadir los anticuerpos producidos por una infección previa o por la vacuna.

De Oliveira y sus colegas hallaron una manera rápida de evaluar la rapidez con la que se estaba propagando la ómicron en Sudáfrica. Como la secuenciación del genoma completo de un virus no se puede hacer con mucha rapidez, los científicos idearon una manera de detectar la ómicron mediante una prueba de hisopado nasal, conocida como reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por su sigla en inglés).

Estas pruebas son rápidas porque solo buscan 2 de los 29 genes del coronavirus: el gen de la espícula y otro llamado nucleocápside. Debido a sus nuevas mutaciones, ómicron no da positivo por el gen de la espícula. Así que basta con que los investigadores busquen muestras que dieron positivo por la nucleocápside, pero negativo por la espícula.

El resultado fue que, en toda Sudáfrica, estaban aumentando las muestras que daban negativo por la espícula, lo que indicaba que ómicron tenía una ventaja competitiva sobre delta, la cual había sido la variante predominante hasta ahora en ese país. Tanto los países de Europa como Estados Unidos y Canadá han estado entre los que prohíben que entren vuelos procedentes de Sudáfrica y muchos otros países de África. Pero ómicron ya ha sido detectada en Hong Kong y Bélgica, y es muy probable que también esté en otros países fuera del continente africano.

Theodora Hatziioannou, viróloga de la Universidad Rockefeller en Nueva York, explicó que las mutaciones distintivas de ómicron plantean la posibilidad de que, en un inicio, se haya desarrollado dentro del cuerpo de alguna persona con VIH cuyo sistema inmunitario tal vez estaba demasiado débil para combatirla. “Las respuestas inmunitarias no son tan buenas”, comentó Hatziioannou.

Podría ser que en vez de que la persona eliminara el virus en unos cuantos días, este haya permanecido meses dentro de ella, durante los cuales desarrolló la capacidad de evadir los anticuerpos. “Este virus se ha enfrentado a muchos anticuerpos”, explicó Hatziioannou.

En su laboratorio, Hatziioannou y sus colegas han logrado producir las proteínas mutantes de la espícula que hacen que los virus sean muy resistentes a los anticuerpos que combaten la COVID-19. Hatziioannou señaló que ómicron presenta muchas mutaciones en las mismas regiones de la proteína espicular detectadas en sus investigaciones. “Las coincidencias son impresionantes”, comentó.

A Hatziioannou le preocupa que, gracias a esas coincidencias, el virus sea capaz de evadir algunos de los anticuerpos que ha adquirido la población a través de las vacunas o de infecciones previas de COVID-19. Hatziioannou predijo que algunos tratamientos con anticuerpos monoclonales tampoco funcionarán contra la ómicron debido a que la espícula de esta variante la defiende de ellos.

No obstante, se espera que las vacunas ofrezcan cierta protección contra la ómicron porque estimulan la producción no solo de anticuerpos, sino también de células inmunitarias que pueden atacar a las células infectadas, explicó Hatziioannou. Las mutaciones de la espícula no atenúan esa respuesta inmunitaria de las células.

Además, es posible que las dosis de refuerzo amplíen la gama de anticuerpos que generan las personas, lo cual les permitiría combatir las nuevas variantes, como la ómicron. “Ya veremos… porque los estudios apenas están en curso”, señaló.

Por el momento, no existen pruebas de que la enfermedad causada por la ómicron sea más grave que la que provocan las variantes anteriores. Tampoco se sabe aún la rapidez con que puede transmitirse de una persona a otra.

Algunas variantes previas, como beta y mu, habían desarrollado una gran capacidad de evadir las defensas inmunitarias, pero nunca llegaron a ser una amenaza importante para el mundo porque se vio que no se transmitían con facilidad.

Algunas mutaciones en ómicron indican que tal vez sea muy transmisible. Tres mutaciones modifican una región de la espícula llamada sitio de clivaje de la furina, que se sabe que ayuda a la espícula a adherirse de manera más eficiente a las células.

Sin embargo, Hanage afirmó que aún no estaba convencido de que, según la información procedente de Sudáfrica, ómicron estuviera propagándose con enorme rapidez por todo el país. “Creo que es demasiado pronto para determinarlo con exactitud”, comentó. Hanage afirmó que, incluso si se demuestra que ómicron es más contagiosa que otras variantes, es muy probable que la vacunas sigan siendo un arma fundamental para combatirla, tanto para ralentizar su propagación como para hacer más probable que las personas que se enfermen de COVID tengan síntomas leves y no necesiten ir al hospital.

“Desde luego que hay que tomar en serio a la variante ómicron, pero no es apocalíptica”, afirmó Hanage. “No es un virus mágico; los virus mágicos no existen”. Tulio de Oliveira, director de la Plataforma de Secuenciación e Innovación en la Investigación de KwaZulu-Natal, en su laboratorio de la Escuela de Medicina Nelson Mandela, en Durban, Sudáfrica, el 8 de enero de 2021. (Joao Silva/The New York Times).