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Salud

Por The New York Times

Ómicron: lo que se sabe… y lo que aún se desconoce

Esta nueva iteración del coronavirus, identificada por primera vez en Sudáfrica, despertó la preocupación de científicos y funcionarios de salud pública

02.12.2021 07:07

Lectura: 7'

2021-12-02T07:07:00-03:00
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Por The New York Times | Andrew Jacobs

¿Qué es la variante ómicron?

Esta nueva iteración del coronavirus, identificada por primera vez en Botsuana y Sudáfrica, ha despertado la preocupación de científicos y funcionarios de salud pública debido a un número inusualmente elevado de mutaciones que tienen el potencial de hacer que el virus sea más transmisible y menos susceptible a las vacunas existentes.

La Organización Mundial de la Salud la ha descrito como “variante preocupante” y el lunes advirtió que los riesgos globales que plantea son “muy elevados”, a pesar de lo que los funcionarios describieron como una vorágine de incertidumbres. Hasta ahora se han identificado casos en 20 países, entre ellos Reino Unido, Italia, Bélgica y los Países Bajos. Aunque todavía no se ha detectado la variante ómicron en Estados Unidos, los expertos afirman que es solo cuestión de tiempo que la variante aparezca.

¿Debemos preocuparnos?

El descubrimiento de ómicron ha provocado un pánico considerable, y varios países han prohibido los vuelos procedentes del sur de África, o (como Israel, Japón y Marruecos) la entrada de viajeros extranjeros por completo.

No obstante, los expertos en salud pública han pedido cautela, señalando que todavía no hay pruebas sólidas de que ómicron sea más peligrosa que variantes anteriores como delta, que superó con rapidez a sus predecesoras en Estados Unidos y otros países.

Aunque delta resultó ser mucho más transmisible que las variantes anteriores, y hay algunos datos que sugieren que puede causar una enfermedad más grave en los no vacunados, hay pocas pruebas de que sea más letal o capaz de burlar las vacunas.

Todavía se desconoce mucho sobre la variante ómicron, incluyendo si es más transmisible y capaz de causar una enfermedad más grave. Hay algunas pruebas de que la variante puede reinfectar a las personas con mayor facilidad.

Hay indicios de que ómicron puede causar solo una enfermedad leve; sin embargo, esta observación se basa principalmente en los casos que se han presentado en Sudáfrica entre los jóvenes, quienes son, en general, menos propensos a enfermarse de manera grave con COVID-19.

Angelique Coetzee, quien preside la Asociación Médica de Sudáfrica, dijo que los hospitales del país no estaban saturados de pacientes contagiados con la nueva variante, y que la mayoría de los hospitalizados no contaban con un esquema de vacunación completo. Además, la mayoría de los pacientes que había atendido no perdían el sentido del gusto ni del olfato, y solo tenían una tos leve.

El martes, Regeneron señaló que su tratamiento con anticuerpos COVID-19 podría ser menos eficaz contra la variante ómicron, un indicio de que los populares y beneficiosos fármacos de anticuerpos monoclonales podrían tener que actualizarse si la variante nueva se propaga de manera agresiva.

Dicho esto, la aparición de ómicron es tan reciente que puede pasar un tiempo antes de que los expertos sepan si es más patógena. Las hospitalizaciones por COVID-19 tienen un retraso de dos semanas o más con respecto a los contagios nuevos.

Los científicos esperan descubrir mucho más en las próximas semanas. Por el momento, afirman que no hay motivos para creer que la variante ómicron es inmune a las vacunas existentes, aunque es posible que estas ofrezcan menor protección en un grado que aún se desconoce.

Una razón más para mantener la calma es que los fabricantes de vacunas han expresado su confianza en que pueden modificar las fórmulas existentes para que las vacunas sean más eficaces contra las variantes nuevas.

Otro dato tranquilizador: las mutaciones específicas de ómicron facilitan su identificación con un hisopado nasal y una prueba de laboratorio.

¿Por qué los científicos están tan preocupados por la variante ómicron?

A medida que el coronavirus se reproduce en el cuerpo de las personas, surgen nuevas mutaciones de manera constante. La mayoría de ellas no le aportan ninguna ventaja nueva al virus, pero a veces las mutaciones pueden darle una ventaja al patógeno al permitirle propagarse con más facilidad entre sus huéspedes humanos o sortear la respuesta inmunitaria del organismo.

Los investigadores de Sudáfrica dieron la voz de alarma porque encontraron más de 30 mutaciones en la proteína de la espícula, un componente de la superficie de la variante que le permite unirse a las células humanas y entrar en el organismo. Algunas de las muestras de Botsuana tenían en común unas 50 mutaciones en todo el virus que no se habían encontrado con anterioridad en conjunto.

La proteína de la espícula es el principal objetivo de los anticuerpos que produce el sistema inmunitario para combatir una infección por COVID-19. El hecho de tener tantas mutaciones provoca el temor de que la espícula de la variante ómicron pueda evadir en cierto modo los anticuerpos producidos por un contagio previo o por la vacunación.

Esas mutaciones también plantean la posibilidad de que la variante reduzca la eficacia de los tratamientos con anticuerpos monoclonales, un temor que se confirmó en parte el martes con el anuncio de Regeneron.

Aun así, vale la pena recordar el destino de variantes anteriores que suscitaron preocupación: por ejemplo, la variante beta y mu evolucionaron con la capacidad de evadir las defensas inmunitarias del organismo de manera parcial, pero nunca se convirtieron en una amenaza grave para el mundo porque demostraron ser pobres en el aspecto de la transmisión.

¿Y qué hay de las vacunas?

Se espera que las vacunas proporcionen cierta protección contra la variante ómicron porque no solo estimulan los anticuerpos, sino también otras células inmunitarias que atacan a las células infectadas por el virus. Las mutaciones de la proteína de la espícula no atenúan esa respuesta, que la mayoría de los expertos consideran decisiva para prevenir la enfermedad grave y la muerte.

Con el argumento de que es posible que la inmunidad disminuya a partir de los seis meses después de la vacunación, algunos expertos en salud están promoviendo las vacunas de refuerzo para aumentar los niveles de anticuerpos.

El principal experto en enfermedades infecciosas de Estados Unidos, Anthony Fauci, instó a la gente a recibir una vacuna de refuerzo, que, según él, podría proporcionar una protección adicional contra la enfermedad grave. “Lo hemos dicho una y otra vez y vale la pena repetirlo. Si no estás vacunado, vacúnate, ponte el refuerzo si estás vacunado, sigue utilizando los métodos de mitigación, como el cubrebocas, evitar las multitudes y los espacios poco ventilados”, afirmó el martes.

Moderna, Pfizer-BioNTech y Johnson & Johnson, fabricantes de las vacunas aprobadas para su uso en Estados Unidos, y AstraZeneca, de uso generalizado en Europa, dijeron que están estudiando la variante ómicron y expresaron su confianza en la capacidad que tienen para adaptar sus fórmulas a la variante. Tengo mi esquema de vacunación completo e incluso me he puesto la vacuna de refuerzo. Entonces, ¿por qué debería preocuparme por la variante ómicron?

Al igual que la variante delta, que se identificó por primera vez en la India, el surgimiento de otra variante preocupante en el mundo en desarrollo apunta a un problema más fundamental al que se enfrenta la comunidad mundial tras más de un año y medio de pandemia.

El acaparamiento de vacunas por parte de los países ricos, mientras las naciones más pobres batallan para obtenerlas, representa más oportunidades para que el SARS CoV-2 se reproduzca y mute entre la población no vacunada. A mayores mutaciones, mayores posibilidades de que el virus se vuelva más infeccioso, inmunorresistente o letal.

Como lo demostró la veloz propagación de la variante delta, es poco probable que una variante nueva y peligrosa permanezca en un mismo lugar durante mucho tiempo.

Los riesgos van más allá de la salud pública. La devastación económica resultante de una variante nueva puede afectar a los países ricos casi con la misma intensidad que a los países del mundo en desarrollo. Un estudio académico calculó que, cuando los habitantes de los países más pobres permanecen en gran medida sin vacunar, las pérdidas económicas de los países ricos se cuantifican en billones de dólares. Una trabajadora de la salud recibe la vacuna Johnson & Johnson contra el COVID-19 en un salón de actos en las instalaciones del Charlotte Maxeke Johannesburg Academic Hospital en Johannesburgo, Sudáfrica, el 5 de marzo de 2021. (Joao Silva/The New York Times)