Si va a comprar juguetes esta temporada de fiestas de fin de año, asegúrese de que su lista incluya algunos artículos sencillos y tradicionales, sugieren los pediatras.

En un informe, la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP) hace recomendaciones sobre los mejores juguetes que se pueden comprar para bebés y niños pequeños. La conclusión: lo tradicional supera a lo digital.

“Este informe aborda el cambio sustancial que ha habido en los juguetes en las dos últimas décadas, y el cambio sustancial en la percepción que los padres tienen sobre los juguetes”, señaló el Dr. Alan Mendelsohn, uno de los autores del informe.

Es decir, los juguetes tradicionales como las muñecas, los coches, los bloques y las ceras han sido desplazados por los virtuales, desde juegos que se juegan en dispositivos móviles hasta animales parlantes que leen cuentos en voz alta.

Con frecuencia, los juguetes digitales se mercadean como “educativos”, y muchos padres los consideran así, dijo Mendelsohn, profesor asociado de pediatría y salud de la población en Langone Health de la NYU, en la ciudad de Nueva York.

Pero, aseguró, aunque un juguete digital podría ayudar a los niños a aprender una habilidad “limitada”, en realidad lo que los niños necesitan es un tiempo para jugar de forma incondicional.

“Los juguetes son simplemente utilería que se puede usar para ayudar a los padres y a los niños a pasar juntos un tiempo de calidad”, dijo Mendelsohn en declaraciones recogidas por la reportea especializada Amy Norton, en un artículo publicado en HealthDay News. Lo importante, enfatizó Mendelsohn, es esa interacción humana.

Unos juguetes más sencillos dan a los niños más libertad para usar su imaginación y creatividad, practicar la resolución de problemas, y aprender a interactuar con los demás, por ejemplo, al tener que negociar las “reglas” del juego, según la AAP.

Los cuentos forman una gran parte de esto, anotó Mendelsohn. “El mayor aprendizaje de los niños pequeños ocurre mediante interacciones con sus cuidadores, y eso incluye leer juntos en voz alta”, aseguró.

En otras palabras, no permita a un oso electrónico asumir su rol como cuentacuentos.

“Esto no quiere decir que el tiempo ante las pantallas, en moderación, sea nocivo”, aclaró Mendelsohn. “Pero esos juguetes no deben reemplazar las interacciones con sus hijos”.

Anotó que los bebés no tienen necesidad de pasar tiempo frente a pantallas, excepto para “hablar” con la familia por video. La AAP desaconseja el tiempo frente a pantallas para los niños menores de 18 meses de edad, y sugiere solo un uso muy limitado entre los 18 y los 24 meses, y siempre jugando junto a un cuidador.

Para los niños de 2 a 5 años, la AAP recomienda que los padres limiten el tiempo ante todos los tipos de pantallas (incluyendo la televisión, la computadora y los dispositivos móviles) a no más de una hora al día.

Al día de hoy, el iPad solo ha estado disponible durante poco más de una década, anotó el Dr. Dimitri Christakis, director del Centro de Salud, Conducta y Desarrollo Infantiles del Instituto de Investigación Infantil de Seattle. Eso significa que todavía no está claro qué tipos de efectos (buenos y malos) los dispositivos electrónicos y las aplicaciones podrían tener en el desarrollo de un niño pequeño, apuntó.

Pero Christakis dijo que los investigadores sí saben bastante sobre la importancia de la interacción humana en el juego de los niños pequeños.

Planteó que “el problema con esos dispositivos es que están diseñados para acaparar la atención del usuario. Compartirlos es difícil”.

Y las “pantallas” no son lo único que puede resultar problemático, añadió Christakis, sino también cualquier “artilugio electrónico lleno de lucecitas y pitidos”.

Cuando se trata de fomentar la imaginación de los niños y ayudarlos a desarrollar una variedad de habilidades esenciales, “lo sencillo es lo mejor”, aseguró.

Christakis apuntó a un estudio que realizó entre familias con unos ingresos más bajos que tenían hijos pequeños. Algunas de las familias se asignaron al azar a recibir bloques de juguete, junto con sugerencias sobre actividades que los padres y los niños podían hacer con los bloques. Las otras familias no recibieron los bloques hasta después del final del estudio.

Al final, los niños pequeños que recibieron los bloques de juguete al inicio mostraron unos mayores avances en sus habilidades de lenguaje.

¿Por qué unos bloques de juguete afectarían el desarrollo del lenguaje? “No fueron los bloques”, aseguró Christakis. “Fue la interacción entre los padres y los niños”.

Entonces, la AAP sugiere que cuando salga a comprar, piense en los artículos tradicionales: libros; suministros de arte; muñecas y peluches; juegos de carta, juegos de mesa y rompecabezas tradicionales; coches, aviones y trenes de juguete; pelotas y triciclos.

Cuando los niños usan personajes y objetos de juguete para jugar con la imaginación, señaló Mendelsohn, aprenden a socializar, a regular las emociones y a desarrollar otras habilidades que necesitan en la vida real.

Mendelsohn y Christakis apuntaron a algo más: los padres también deben desconectarse de sus propios dispositivos.

“Si su bebé ve ese teléfono siempre en su mano”, dijo Christakis, “al final lo querrá”.

Además, anotó Mendelsohn, el tiempo que pasa hipnotizado por su dispositivo es un tiempo que no está pasando con sus hijos.