Un fallo judicial dictado recientemente por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia se transformó en noticia en esa región española y también en el resto del país.
El tribunal procedió en el caso de una mujer de 56 años residente en la localidad de Ponteareas, quien en el año 2015 falleció en su casa.
Según informa el periódico El Español, a la mujer se le practicó una autopsia que reveló que había muerto de cáncer, enfermedad que no se le diagnosticó pese a que en los últimos tres meses de vida acudió 26 veces al hospital. En todos los casos le diagnosticaron lumbalgia o mero “dolor de espalda”, y la despachaban de regreso a casa con un puñado de analgésicos.
Como los dolores no cesaban, la mujer acudió a otros centros de salud, incluido el Complejo Hospitalario de Vigo. Allí le hicieron una radiografía de tórax que no mostró lesiones de importancia, y no le indicaron nuevos estudios ni tratamientos. Sin embargo, la mujer se agendó por su cuenta con traumatólogo, quien le diagnosticó discopatía y le recetó unos calmantes diferentes a los que ya tomaba.
Pese a ello, los dolores persistían y la mujer alcanzó a ir otras tres veces al servicio de urgencias. En total, desde que comenzaron los dolores hasta que sobrevino el óbito, la paciente hizo 26 visitas a hospitales y consultorios.
La mujer murió en su casa en setiembre de 2015, y posteriormente se comprobó que padecía un cáncer pulmonar que había hecho metástasis en otros órganos.
De acuerdo con el citado medio, durante la querella que la familia presentó ante el Servicio Gallego de Salud (Sergas) se debatió si los dolores que padeció la infortunada mujer estaban o no vinculados al cáncer, dado que es posible que se produzcan metástasis en los huesos. En el juicio, la perita de la familia demandante alegó que sí podría haber correlación, además de que se comprobó que la mujer estuvo fumando durante 30 años entre 10 y 20 cigarrillos diarios. En contrapartida, los profesionales del Sergas alegaban que no había relación entre el cáncer y el dolor lumbar.
Sin embargo, el máximo tribunal gallego dio la razón a los demandantes, y expresó en la sentencia que, tras la radiografía inicial, se “debiera haber llevado a completar el estudio con otras técnicas más precisas, como pudiera ser un tac, para descartar otras patologías”, dado que el dolor de la paciente no cesaba.
Por otra parte, los magistrados concedieron al Sergas que un cáncer avanzado (fase IV) como el que presentaba la mujer, muy probablemente tuviera un desenlace mortal a corto plazo, más allá de que se hubiera diagnosticado en las primeras consultas.
Ahora, el Sergas deberá desembolsar 20.000 euros como indemnización. 10.000 serán para el viudo y 5.000 irán para cada uno de sus dos hijos.
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