Por The New York Times | Steven Lee Myers

Wang Yaping es coronel y piloto de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación. Además, es una veterana del espacio, y ahora realiza su segundo viaje orbital. En las próximas semanas, se convertirá en la primera mujer china en caminar en el espacio mientras la estación espacial de China se desliza alrededor de la Tierra a 27.500 kilómetros por hora.

Sin embargo, la semana pasada, cuando Wang comenzó una misión de seis meses al centro del ambicioso programa espacial de China, la atención de los medios estatales y de comunicación hizo énfasis tanto en la fisiología comparativa de hombres y mujeres, los ciclos de menstruación y la hija de 5 años de la funcionaria, como en sus logros. (Nadie preguntó por los hijos de sus dos colegas varones).

Poco antes del lanzamiento, Pang Zhihao, un funcionario de la Administración Espacial Nacional de China, informó que una cápsula de carga había suministrado a la estación espacial toallas sanitarias y cosméticos.

“Las mujeres astronautas pueden estar en mejores condiciones después de maquillarse”, dijo el funcionario en declaraciones que se muestran en CCTV, la red de televisión estatal.

A sus 41 años, Wang es un modelo de igualdad de género en un país donde Mao Zedong dijo que “las mujeres sostienen la mitad del cielo”, y es objeto de un trasfondo de sexismo y condescendencia que atraviesa la sociedad, los negocios y la política china.

El Politburó de 25 miembros del Partido Comunista de China, el organismo político que gobierna al país, incluye solo a una mujer, Sun Chunlan. La discriminación sigue siendo rampante en el lugar de trabajo, donde las mujeres son contratadas por su apariencia y despedidas o degradadas cuando quedan embarazadas.

En China, un movimiento naciente de #MeToo se ha enfrentado a un rechazo en los tribunales y de parte de los censores estatales en internet. En agosto, en los Juegos Olímpicos de Tokio, una medallista de oro china en la disciplina de lanzamiento de peso fue hostigada al aire por su apariencia “masculina”, así como por sus planes de casarse y tener una familia.

“Una gran potencia como China les da a las mujeres la oportunidad de ir al espacio”, dijo Lu Pin, una activista que fundó Feminist Voices, un foro en línea en China, que luego fue eliminado de internet por las autoridades. “Por otro lado, todavía les dice a todos que, incluso si eres una mujer que se ha convertido en astronauta, todavía tienes que desempeñar un papel femenino tradicional”.

En la China actual, es raro que las mujeres fuera de la industria del entretenimiento alcancen una prominencia pública como Wang.

Cuando logran romper barreras, a menudo sus logros son vistos a través del prisma del género.

En declaraciones oficiales y medios estatales, la misión de Wang ha sido tratada como una novedad, a pesar de que China envió al espacio a sus primeras mujeres hace casi una década. En 1963, la Unión Soviética puso en órbita a la primera mujer: Valentina Tereshkova, que pasó tres días en el espacio y sigue siendo la única mujer en realizar una misión espacial en solitario. La primera mujer estadounidense, Sally Ride, subió en 1983.

La reacción en China se hace eco de lo que enfrentaron aquellas primeras pioneras. Ride respondió preguntas condescendientes sobre la menstruación, la maternidad y si tenía la intención de usar un sostén en órbita. “Es una lástima que nuestra sociedad no esté más avanzada”, dijo entonces.

En un breve reportaje televisivo que muestra su entrenamiento para la próxima caminata espacial, Wang exuda una confianza similar y dijo que esperaba que la misión a bordo de la nueva estación espacial, llamada Tiangong, fuera “más brillante gracias a mí”. También aludió a los obstáculos que tuvo que superar.

“Para mí, ser astronauta no es una profesión, sino una carrera, y es una carrera por la que tengo un gran amor”, afirmó. “Este amor me basta para superar todas las dificultades, para superar todas las barreras e incluso para sacrificar mi propia vida”.

En 2012, Wang fue un respaldo en la misión que llevó a la primera mujer china al espacio, la coronel Liu Yang, otra piloto militar. Liu era parte de una tripulación a bordo de la nave espacial Shenzhou 9, que pasó 20 días en órbita, acoplada con un prototipo de la estación espacial actual. Un año después, Wang tuvo su oportunidad a bordo del Shenzhou 10.

Wang y Liu estuvieron entre las primeras diez mujeres elegidas para el programa de entrenamiento de astronautas de China, en parte porque ya estaban casadas, esto debido a la suposición de que los viajes espaciales podrían afectar de manera negativa su fertilidad y que “las mujeres casadas tendrían una mayor madurez física y psicológica”, de acuerdo con las declaraciones de los funcionarios en aquel entonces. De manera oficial, Wang ha sido alabada, junto con sus dos compañeros de tripulación: el comandante de la misión, el mayor general Zhai Zhigang, que viajó al espacio a bordo del Shenzhou 7, y el coronel Ye Guangfu, que está haciendo su primer viaje al espacio. Está programado que Wang realice una caminata espacial durante la misión.

Aun así, su misión ha provocado comentarios incómodos de los funcionarios y burlas en línea. Yang Yuguang, investigador del grupo empresarial China Aerospace Science and Industry Corporation, de propiedad estatal, sugirió en una entrevista con los medios estatales que “la unión entre hombres y mujeres es buena para resolver muchos problemas psicológicos” que podrían surgir durante “vuelos espaciales más largos en el futuro”. En los medios estatales, en apariciones bastante preparadas de antemano, Wang ha expresado su orgullo por sus logros como la segunda mujer china en el espacio y la primera en ir dos veces.

Wang creció en Yantai, una ciudad portuaria en el mar Amarillo. En 1997, después de graduarse del bachillerato, asistió a la Universidad de Aviación de la Fuerza Aérea en Changchun, que se encuentra en la provincia nororiental de Jilin. Como piloto de la Fuerza Aérea, acumuló 1600 horas de vuelo antes de ser seleccionada como taikonauta, como llaman los chinos a los astronautas.

En 2013, mientras estaba en el espacio, impartió una lección acerca de física espacial para niños en edad escolar en un auditorio; se transmitió a 60 millones de estudiantes. Luego dijo que esperaba inspirar a otros a aspirar a grandes cosas, pero también la colocó en un papel arquetípico de género como una “maestra de ciencia espacial”. Se espera que esta vez Wang vuelva a dar una clase.

En internet, algunos comentaristas reprocharon la obsesión con su apariencia, su maquillaje y sus menstruaciones, en lugar de sus logros.

“Es como si las mujeres no pudieran vivir su vida sin cosméticos y productos para el cuidado de la piel”, escribió un usuario en un informe de noticias sobre la misión de suministro a Tiangong. “Esto ya ha desdibujado la esencia del heroísmo de Wang Yaping”.