Más de 190 países consiguieron este martes adoptar el primer
tratado global sobre pandemias de la historia en el marco de negociaciones en
la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tras tres años de arduas
deliberaciones.
Este acuerdo internacional ayudará a una mejor coordinación entre los países y
a un reparto más equitativo de los recursos disponibles para enfrentar la
próxima pandemia, que los científicos concuerdan en que ocurrirá tarde o
temprano con algún nuevo patógeno.
El acuerdo ofrece los principales lineamientos para que a los niveles nacional
e internacional se desarrollen mecanismos de prevención, de preparación y de
respuesta a futuras pandemias, con un énfasis en aspectos como la solidaridad y
reciprocidad, aunque no en la medida que los países de desarrollo medio y bajo
esperaban.
Varios diplomáticos que participaron en el último tramo de las negociaciones,
que incluyó sesiones maratónicas de hasta 24 horas ininterrumpidas, lamentaron
que gran parte de los compromisos asumidos en el acuerdo sean de carácter
voluntario, pero explicaron que estaban ante la disyuntiva de "aceptar lo
que hay sobre la mesa o irnos con las manos vacías".
Además estas negociaciones han sido vistas como una oportunidad de mostrar
unidad internacional y apoyo al multilateralismo en momentos en que la OMS
enfrenta uno de los momentos más difíciles de sus 75 años de su existencia por
el retiro de Estados Unidos y la pérdida de los considerables recursos que este
país le destinaba.
El acuerdo crea una red global de cadena de suministro y logística para
intentar asegurar un acceso equitativo, rápido y asequible a los productos
(medicinas, vacunas, material médico, entre otros) destinados no solo a
enfrentar y controlar una pandemia, sino necesarios también en situaciones de
crisis humanitarias.
El propósito es que haya transparencia en toda esa cadena y coordinar las
reservas internacionales que existan, lo que se complementa con otro artículo,
que plantea que los países no deben realizar "reservas nacionales excesivas"
de productos vitales para frenar una pandemia.
Varios países ricos que acapararon vacunas durante la covid-19 y almacenaron
cantidades que incluso superaban sus necesidades nacionales inmediatas luego
tuvieron que deshacerse de estas existencias cuando los lotes llegaban a su
fecha de vencimiento, mientras que a los países pobres las vacunas llegaban a
cuentagotas.
Asimismo, el tratado establece un nuevo mecanismo de acceso y participación en
los beneficios que se obtengan de los patógenos compartidos en un sistema
existente y que gestiona la OMS.
El gran cambio que se quiere lograr con respecto a la situación que prevaleció
durante la pandemia es que las farmacéuticas que accedan a esos patógenos -a
partir de los cuales se puede investigar y desarrollar vacunas y tratamientos-
asignen un 20 % del producto que manufacturen a la OMS, la mitad como donación
y el resto a un precio asequible, para que la organización lo distribuya donde
las necesidades sean más urgentes.
Al estallar la última pandemia, varios gobiernos de países desarrollados
financiaron a la industria farmacéutica y de biotecnología para acelerar el
desarrollo de una vacuna y tratamiento, pero no hubo un retorno de esa
inversión y, una vez que la vacuna estuvo lista, tuvieron que negociar con las
firmas productoras su adquisición.
El acuerdo alcanzado hoy pretende evitar que algo así no se repita y para ello
señala por primera vez que la financiación de la investigación y desarrollo de
nuevos tratamientos, diagnósticos o vacunas con fondos públicos debe hacerse en
condiciones que garanticen un beneficio para el bien común.
"Esto significa que la próxima vez que una pandemia golpee y que con el
dinero de los contribuyentes se desarrolle una medicina muy costosa, los
gobiernos podrán intervenir en beneficio de sus ciudadanos y de gente en todo
el mundo", comentó a EFE la directora de la ONG Iniciativa por
Medicamentos para Enfermedades Olvidadas, Michelle Childs.
"El acuerdo sobre pandemias no es perfecto; es producto de un compromiso,
y no se han cumplido todas las ambiciones, pero crea una nueva base sobre la
que construir para salvar vidas durante la próxima emergencia sanitaria
mundial", recalcó.
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras ha acogido "con
satisfacción varios elementos positivos" porque, además de cuestiones
prácticas, "envían una señal fuerte de solidaridad mundial y muestra un
compromiso colectivo con una gobernanza inclusiva y responsable".
Pidió a los Estados que ahora conviertan los compromisos en acciones porque esa
será la única forma de dar sentido a este acuerdo.
Isabel Saco / EFE
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