Los seres humanos están programados para preferir experiencias que terminan bien y la influencia de la experiencia anterior disminuye cuanto más tiempo haya pasado. Esto significa que no siempre podemos confiar en que las decisiones que tomamos en función de la experiencia anterior servirán para nuestros mejores intereses en el futuro.
Una nueva investigación, publicada en 'The Journal of Neuroscience', ha revelado que dos partes diferentes del cerebro se activan y compiten entre sí cuando tomamos decisiones basadas en experiencias pasadas. Pueden hacernos sobrevalorar las experiencias que terminan bien a pesar de comenzar mal, y subvalorar las experiencias que terminan mal a pesar de comenzar bien, incluso si ambas son igualmente valiosas en general.
"Cuando decides dónde ir a cenar, por ejemplo, piensas en dónde comiste bien en el pasado. Pero tu memoria de si esa comida fue buena no siempre es fiable: nuestro cerebro valora la idea de que algunos momentos de la experiencia son mejores que el resto --explica el doctor Martin Vestergaard, investigador del Departamento de Fisiología, Desarrollo y Neurociencia de la Universidad de Cambridge, quien dirigió el estudio--. Si no podemos controlar nuestra atracción interna por los finales felices, entonces no podemos confiar en que nuestras elecciones sirvan a nuestros mejores intereses".
La parte del cerebro llamada amígdala determina el "valor objetivo" de una experiencia: el sabor general de una comida de tres platos, por ejemplo. Pero al mismo tiempo se ha demostrado que una región del cerebro llamada ínsula anterior "rebaja" nuestra valoración de una experiencia si empeora gradualmente con el tiempo.
Cuanto más atrás en el tiempo se produjera una experiencia, incluso si todavía es bastante reciente, menos peso tiene para tomar la siguiente decisión. Los investigadores lo llaman el 'efecto final feliz': tendemos a tomar decisiones basadas en experiencias previas que terminaron bien, independientemente de qué lo buenas que fueron las experiencias en general.
En el estudio, se pidió a veintisiete hombres voluntarios sanos que eligieran cuál de dos botes de monedas, vistos en la pantalla uno cada la vez, tenía el mayor valor total. Observaron cómo monedas de diferentes tamaños, que representan su valor, caían de los botes en rápida sucesión, mientras un escáner cerebral revelaba lo que estaba sucediendo en su cerebro utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI). La tarea se repitió varias veces con diferentes secuencias de monedas.
Los voluntarios eligieron sistemáticamente el bote equivocado cuando las monedas disminuyeron de tamaño hacia el final de la secuencia. Esto revela que el cerebro estaba imponiendo una penalización a toda la secuencia, independientemente de su valor total, cuando el final no era bueno. El efecto varió de persona a persona, pero solo unos pocos pudieron ignorarlo por completo y tomar una decisión completamente racional.
Los resultados verifican los modelos teóricos de toma de decisiones y desafían la creencia popular de que la toma de decisiones subóptima se dirige a la amígdala, la parte primitiva de nuestro cerebro, mientras que el razonamiento más astuto ocurre en la parte más evolucionada. Muestran que nuestra evaluación de una experiencia extendida está codificada de forma robusta en la amígdala.
La atracción por los momentos finales de una experiencia es un mecanismo fundamental en el cerebro humano y es importante tener en cuenta, dicen los investigadores. Si bien hay claras ventajas de prestar atención a si las cosas están en una trayectoria ascendente o descendente, nuestros juicios pueden fallarnos cuando intentamos evaluar una experiencia general después.
Si bien la mala toma de decisiones en el contexto de salir a comer puede no ser desastrosa, esta valoración inexacta al resumir eventos pasados podría conducir a malas decisiones al usar la información para tomar decisiones a largo plazo, por ejemplo, decidir por qué político votar.
"Nuestra atracción por la calidad del momento final de una experiencia es explotada por los políticos que buscan la reelección; siempre intentarán parecer fuertes y exitosos hacia el final de su mandato -relata Vestergaard- Si usted se deja engañar por este truco y hace caso omiso de la incompetencia y el fracaso históricos, podría terminar reelegiendo a un político no apto".
"A veces vale la pena tomarse el tiempo para detenerse y pensar -recomienda- Adoptar un enfoque más analítico para complementar su juicio intuitivo puede ayudarlo a asegurarse de que está tomando una decisión racional".
Con información de Europa Press
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