La evolución del mundo ha provocado que se den todos los factores para el gran retorno de las enfermedades infecciosas, a lo que se suma el riesgo de que el modo de vida adoptado por el ser humano en distintas latitudes facilite el surgimiento de nuevos patógenos y pandemias.
La movilidad humana, la concentración de las poblaciones en centros urbanos, el cambio climático y el aumento de la resistencia a los antibióticos son los factores claves en la evolución a corto y mediano plazo que se teme tendrán las enfermedades infecciosas, según expertos en salud pública global.
Más enfermedades infecciosas
Consultada por EFE, la doctora Sylvie Briand, directora del departamento de Enfermedades Epidémicas y Pandémicas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dice estar convencida de que “habrá más enfermedades infecciosas y más epidemias”.
La razón es que hay virus, bacterias o parásitos que antes enfermaban a un número limitado de personas y permanecían geográficamente localizados, pero ahora tienen la oportunidad de expandirse porque la gente se mueve de un lado a otro de forma masiva y rápida.
Tan importante como eso es la densificación de las poblaciones en las ciudades, lo que hace que el contacto entre personas sea cada vez más cercano y se cree la situación ideal para la transmisión de agentes infecciosos.
Uno de los ejemplos más notorios de este comportamiento de los patógenos fue la epidemia de ébola que entre 2014 y 2016 afectó a varios países de África occidental y llegó (con casos importados) a tres países europeos y a Estados Unidos, lo que no se había visto antes, ya que los brotes solían quedar circunscritos a áreas geográficas limitadas.
Un caso más reciente ha sido la viruela del mono (rebautizada como “mpox” por la OMS), una enfermedad de la que se habían observado brotes pequeños y muy esporádicos, pero que desde mayo se ha diseminado con gran velocidad y ha llegado a 130 países.
“Este es el ejemplo típico del virus que se mueve de un sitio a otro y que nos muestra que todos estamos en riesgo”, reflexiona Briand.
La influencia del cambio climático
También otros patógenos, como el parásito que causa la malaria, se mueven hacia sitios que antes no estaban afectados y en este caso el factor principal es el cambio climático, ya que con el aumento de las temperaturas los mosquitos vectores ahora puede sobrevivir a mayor altitud.
Los desastres meteorológicos agravados por el cambio climático también crean escenarios propicios para epidemias, como la de cólera, un cuadro infeccioso relativamente fácil de tratar, pero que en contextos de pobreza y carencia de agua potable en los que surge se vuelve rápidamente mortal.
La OMS reporta más de 20 brotes graves de cólera en la actualidad, entre ellos los de Haití, Pakistán, Siria y Malaui.
“Lo que vemos es que la forma en la que el cambio climático causará muertes es a través del impacto de las enfermedades infecciosas”, aseguró el director del Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis, Peter Sands.
La resistencia a los antibióticos
Las vacunas y los antibióticos cambiaron el destino de la humanidad en relación con las enfermedades infecciosas, pero surgió el fenómeno de la resistencia a los antibióticos, una consecuencia natural de la evolución de los patógenos en su esfuerzo por sobrevivir, pero también del uso inadecuado de estos fármacos en las personas y en la producción animal.
“Si hay un antibiótico que es utilizado por mucho tiempo en una población, en algún momento los patógenos encontrarán la manera de escapar y esto lo hemos visto claramente con las variantes del covid”, explicó la responsable del área de pandemias en la OMS.
Una parte considerable de los virus y bacterias que causan estragos en la salud pública mundial se transmiten por el aire, cuando una persona enferma tose o estornuda, lo que lleva a concluir que una serie de medidas simples de prevención podrían ayudar a mantener a raya toda una serie de patógenos.
La doctora Briand recordó que esas medidas son, principalmente, quedarse en casa cuando uno se siente enfermo —y así reducir el riesgo para los demás—, lavarse las manos y utilizar una mascarilla en lugares precisos (como hospitales o consultorios médicos).
El gesto de desinfectarse las manos debería quedarse con nosotros y los lugares públicos ofrecer esta solución.
Isabel Saco para EFE