Por The New York Times | Apoorva Mandavilli
El mes pasado, con base en nuevas pruebas de que los estadounidenses vacunados que presentan contagios posvacunación pueden ser tan portadores del coronavirus como las personas no vacunadas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) instaron a los residentes de zonas de alto contagio a usar cubrebocas en espacios públicos cerrados, sin importar su estado de vacunación.
El anuncio revocó la recomendación que dio la agencia en mayo de que las personas vacunadas podían prescindir de los cubrebocas. Las vacunas siguen siendo muy efectivas para prevenir la enfermedad grave y la muerte, pero la variante delta, que es altamente contagiosa, y el rechazo persistente de la vacuna han llevado al país en una dirección inesperada. Los contagios se han disparado hasta alcanzar los niveles más altos de los últimos seis meses.
“Si la guerra no hubiera cambiado, no habría sentido la necesidad de tomar una medida tan impopular”, señaló Rochelle Walensky, directora de los CDC, en un correo electrónico.
Walensky ha afirmado en repetidas ocasiones que las infecciones posvacunación son poco comunes; sin embargo, la agencia no contabiliza las cifras nacionales de los contagios que no provocan la hospitalización o la muerte y, en cualquier caso, sus cifras tienen un retraso de unas semanas. Se desconoce la incidencia exacta de estos contagios, así como sus resultados. Aun así, es probable que la mayoría de las personas vacunadas que presentan contagios posvacunación desarrollen síntomas leves, e incluso podrían beneficiarse, a largo plazo: cada exposición al virus es una oportunidad para que el sistema inmunitario refuerce sus defensas contra las variantes que puedan surgir en el futuro.
Tanto las vacunas de refuerzo como los contagios naturales leves pueden aumentar la inmunidad obtenida al inicio con las vacunas, aseveró Michael Mina, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard. “Esta es la razón por la que los adultos jóvenes y los adultos no se enferman: es porque de niño tienes la oportunidad de encontrarte con estos patógenos una y otra vez”, dijo.
Las vacunas fueron diseñadas para prevenir enfermedades graves, no contagios
Las vacunas fueron diseñadas para prevenir la hospitalización y la muerte, los peores resultados de la infección, que en gran parte se derivan del daño a los pulmones y otros órganos. Las vacunas producen anticuerpos en la sangre que impiden que el coronavirus se arraigue en esos órganos.
No obstante, la infección comienza cuando el virus entra al organismo a través de la nariz o la garganta. Al parecer, algunos anticuerpos producidos por las vacunas están presentes en las secreciones nasales y la saliva, y quizá fueron suficientes para combatir las variantes anteriores del virus. La variante delta representa un reto más difícil.
Al principio de la infección, cuando es más probable que las personas sean contagiosas, la variante delta parece replicarse en cantidades que son quizás mil veces mayores que las observadas en personas infectadas con otras variantes, lo cual derrota las defensas inmunitarias en la nariz y la garganta. Es probable que las infecciones posvacunación sean poco comunes, pero falta información
No está claro cuán comunes son los contagios posvacunación; la mayoría de los cálculos se basan en cifras previas al auge de la variante delta en Estados Unidos. También se realizan muy pocas pruebas en el país como para obtener una evaluación precisa.
“Creo que, si empezáramos a hacerle pruebas a gente al azar en la calle, encontraríamos a muchos más con resultados positivos”, afirmó Abraar Karan, investigador de enfermedades infecciosas en la Universidad de Stanford.
Algunos expertos creen que es más probable que se produzcan contagios posvacunación tras la exposición a la variante delta que a las formas anteriores del virus. Sin embargo, incluso cuando se disponga de datos más recientes, es probable que se demuestre que la gran mayoría de las hospitalizaciones y muertes por COVID-19 se producen en personas no vacunadas.
“Desde el punto de vista epidemiológico y clínico, todavía no he visto ningún caso grave entre personas inmunocompetentes con esquemas completos de vacunación”, dijo Karan. “El patrón que estoy viendo sigue siendo principalmente el de personas no vacunadas que llegan a la unidad de cuidados intensivos”.
Los CDC informan que, hasta el 2 de agosto, más de 7500 personas con infecciones avanzadas habían sido hospitalizadas o habían fallecido, y un análisis de The New York Times de los datos de 40 estados muestra que las personas inmunizadas por completo representaron menos del cinco por ciento de las hospitalizaciones y menos del seis por ciento de las muertes por COVID-19.
El verdadero peligro de los contagios posvacunación es para los no vacunados
Es poco probable que las infecciones posvacunación supongan una amenaza grave para la salud de la mayoría de las personas que tienen esquemas de vacunación completos. El riesgo es mayor para las personas de su entorno que están desprotegidas, ya sea porque no están vacunadas o porque sus defensas inmunitarias están debilitadas por la edad o ciertos padecimientos.
En efecto, las personas vacunadas tienen menos probabilidades de contagiarse que las no vacunadas, pero en esas ocasiones, las personas vacunadas pueden portar tanta cantidad de virus en la nariz y la garganta como las no vacunadas, según los nuevos datos de los CDC.
El virus no debería permanecer mucho tiempo en el cuerpo, porque los anticuerpos y las células inmunitarias se unirán con rapidez para suprimirlo; pero las personas infectadas pueden transmitir el virus a otras muy pronto, incluso antes de presentar síntomas.
Por lo tanto, los contagios posvacunación podrían contribuir a la propagación del virus en una comunidad, aunque con menor frecuencia y durante un periodo más corto que los contagios en personas no vacunadas. Es una manera más de que el virus encuentre a las personas que no han sido inoculadas.
En algunos casos excepcionales, los contagios posvacunación pueden dar lugar a síntomas persistentes
“El COVID-19 prolongado” es un conjunto de síntomas poco conocidos que pueden afectar a las personas durante varios meses después de que haya finalizado una infección activa. Si bien estos síntomas acaban por desaparecer en muchos pacientes, “existe un subconjunto de personas con COVID-19 prolongado que no son capaces de recuperarse por completo”, comentó Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale.
Solo un par de estudios pequeños han investigado la incidencia o la gravedad del COVID-19 prolongado después de los contagios posvacunación. Es probable que sea poco usuales, dijo Iwasaki, porque para empezar estos son poco comunes y de menor duración.
En un estudio realizado en Israel, unas 7 de 36 personas con infecciones posvacunación presentaron síntomas persistentes durante más de seis semanas, y en una encuesta realizada a sobrevivientes de COVID-19, 24 de 44 personas con una infección posvacunación sintomática informaron tener problemas persistentes.
“De verdad necesitamos una encuesta más amplia a nivel nacional o incluso internacional”, dijo Iwasaki.
Los contagios posvacunación pueden ofrecer una ventaja inesperada
Si sales más o menos ileso de una infección, es probable que termines con una protección más sólida contra las variantes. Según los investigadores, la infección actúa básicamente como una inyección de refuerzo, lo que robustece la capacidad de tu sistema inmunitario para reconocer y combatir el virus.
Los estudios han demostrado que cuando las personas que se recuperan de COVID-19 reciben incluso una dosis de una vacuna, sus niveles de anticuerpos se disparan. “Espero que ocurran cosas similares con una infección posvacunación”, dijo Iwasaki.
Las vacunas entrenan al sistema inmunitario para que reconozca una parte del virus original, una estrategia que puede dejarnos vulnerables ante futuras variantes, pero cada exposición amplía el repertorio de inmunidad, señaló Mina.
Con el tiempo, gracias a las vacunas de refuerzo o las infecciones recurrentes, nuestros cuerpos adquirirán el conocimiento suficiente respecto al virus para combatir las versiones con nuevas mutaciones. Pero aún no llegamos a ese punto”, concluyó. . .
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