Los niños autistas son más propensos a también sufrir de una alergia a un alimento, respiratoria o de la piel, sugiere una investigación reciente.
Pero lo que no está claro a partir del nuevo estudio es si hay una causa común tras esas afecciones.
"Se necesita más investigación para determinar si hay una relación causal entre las alergias y el autismo, o alguna otra cosa que cause ambas afecciones", planteó el investigador principal del estudio, el Dr. Wei Bao, profesor asistente en la Universidad de Iowa.
Thomas Frazier, director científico del grupo de defensoría Autism Speaks, dijo que "los padres y los proveedores clínicos deben ser conscientes del aumento en la prevalencia y garantizar que los individuos reciban una evaluación adecuada de las alergias y el tratamiento subsiguiente. Esto es verdad en particular para los niños muy pequeños y los niños no verbales o mínimamente verbales que quizá no sean capaces de expresar los efectos de las alergias a los padres o a los proveedores".
Frazier, que no participó en el estudio, añadió que los hallazgos sugieren que las alergias podrían ser un factor que contribuye a las conductas difíciles, como la irritabilidad y los cambios en el estado de ánimo, en los autistas.
Los trastornos del espectro autista (TEA) son trastornos del neurodesarrollo, que han aumentado de forma constante en las últimas décadas. Ahora afectan a más o menos 1 de cada 59 niños estadounidenses, según los estimados federales. Las personas con TEA por lo general tienen dificultades con las interacciones sociales, el lenguaje y la comunicación, y quizá presenten unas conductas repetitivas.
El nuevo estudio incluyó a un grupo nacionalmente representativo de casi 200,000 niños y adolescentes de EE. UU. de 3 a 17 años de edad. Usó datos recolectados en una encuesta entre 1997 y 2016. La información sobre el autismo las alergias se basó en las respuestas de un padre o tutor.
Los investigadores encontraron que en comparación con los que no tenían TEA, los niños con autismo eran más propensos a tener:
Una alergia a un alimento: un 11 frente a un 4 por ciento.
Una alergia respiratoria (estornudos, ojos con picazón y llorosos): un 19 frente a un 12 por ciento.
Una alergia en la piel (sarpullidos, eczema): un 17 frente a un 10 por ciento.
Después de que los investigadores tomaran en cuenta datos que explicaban otros factores que podrían vincularse con esas afecciones, como la educación, los ingresos y la ubicación, las probabilidades de que alguien con TEA tuviera una alergia a un alimento eran de más del doble que las de alguien sin un TEA. En cuanto a las alergias respiratorias, las probabilidades eran un 28 por ciento más altas, y eran un 50 por ciento más altas respecto a las alergias de la piel.
El estudio se diseñó solo para encontrar una asociación entre esas afecciones, no una relación causal. Pero Bao sugirió que un problema en el sistema inmunitario podría subyacer a esas afecciones, según consigna un artículo de la periodista especializada Serena Gordon, publicado por HealthDay.
La Dra. Punita Ponda, jefa asociada de la división de alergia e inmunología de Northwell Health en Great Neck, Nueva York, comentó que sin duda ha visto alergias y autismo que ocurren al mismo tiempo. Pero, añadió, hasta ahora solo hay teorías respecto al motivo.
Una teoría es que el microbioma intestinal (las bacterias naturales que se encuentran en el sistema inmunitario) podría estar alterado de alguna forma, y eso podría provocar una inflamación que tenga un rol en ambas afecciones.
Otra, como anotó Bao, es un posible problema común en algún lugar del sistema inmunitario, dijo Ponda, que no participó en el estudio.
Frazier añadió que "la respuesta honesta es que todavía no lo sabemos, y es posible tener varios mecanismos distintos que vinculen al autismo y las alergias.
Y el tratamiento, sobre todo de las alergias a los alimentos, puede resultar difícil. "Si un niño con autismo come pizza cada día y ahora no puede comerla como antes, quizá no entienda el motivo de que le quitaran la comida. Algunos niños podrían negarse a comer si les quitan sus comidas favoritas", explicó Ponda.
Independientemente de la causa, los trastornos del espectro autista pueden complicar el diagnóstico y el tratamiento de las alergias, según Ponda. Los niños con autismo quizá no puedan comunicar de forma efectiva cómo se sienten y qué síntomas experimentan. Quizá sea más difícil realizar los exámenes físicos, y las pruebas de las alergias pueden ser difíciles cuando las habilidades de comunicación son limitadas, señaló.
El estudio aparece en la edición del 8 de junio de la revista JAMA Network Open.
En un editorial publicado en la misma edición de la revista, el Dr. Christopher McDougle, del Centro Lurie de Autismo del Hospital General de Massachusetts, dijo que los médicos deben examinar las alergias a los alimentos antes de iniciar los tratamientos diseñados para reducir los problemas de la conducta.