Menos de la mitad de los bebés reciben lactancia materna conforme a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una situación que un nuevo estudio científico considera que es consecuencia en gran parte por el marketing utilizado por los fabricantes de leche de fórmula.
La OMS recomienda que los recién nacidos sean puestos en el pecho de sus madres dentro de la primera hora de su nacimiento, lo que solo se hace en uno de cada dos casos; y que la lactancia materna sea exclusiva durante los primeros seis meses de vida, lo que se cumple en menos del 50% de casos.
Una investigación sobre el marketing de la industria de la leche de sustitución, que ha sido publicada en la revista científica The Lancet, acusa a las mayores firmas de este sector de aprovecharse de las emociones y dudas de los padres, así como de manipular la información “y generar ventas a costa de la salud y derechos de las familias”.
En este contexto, los negocios de la leche de fórmula van en aumento a pesar de que —contrariamente a lo que el marketing" transmite— este producto no ofrece al bebé ni a su madre los mismos beneficios en términos de nutrición, salud y desarrollo que la leche materna.
Una de las conclusiones de la investigación es que se requiere un tratado legal internacional para terminar con los abusos de la industria de la leche de fórmula y que se regule su capacidad de influencia en los políticos, así como en la sociedad, a través de tácticas que cada vez se apoyan más en las redes sociales.
La ciencia ha corroborado que los bebés tienen más posibilidades de sobrevivir y de desarrollarse en todo su potencial cuando han lactado.
Además, la leche materna contribuye al desarrollo del cerebro, protege a los niños de la malnutrición, de enfermedades infecciosas y de la muerte, a la vez que reduce el riesgo de obesidad y enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida.
Pese a todos estos beneficios, las mujeres enfrentan barreras importantes para la lactancia, en particular períodos muy cortos de bajas de maternidad —en caso de que tengan derecho a ello— y falta de apoyo en sus centros de trabajo y en los sistemas sanitarios.
Según los datos recientes, 500 millones de mujeres no tienen ninguna protección de maternidad.
Asimismo, los estudios indican claramente que las mujeres con al menos tres meses de baja (pagada o no) son un 50% más proclives a continuar con la lactancia cuando regresan al trabajo en comparación con las madres que tienen que retornar antes a sus tareas profesionales.
Las madres muchas veces recurren a la leche de sustitución porque interpretan equivocadamente que sus bebés estén inquietos, lloren de forma persistente o tengan un sueño irregular, y lo atribuyen a que la lactancia no les está alimentando lo suficiente.
“Pero los patrones de los bebés no son los mismos que los de los adultos, y la agitación es común en los bebés. Cuando las madres tienen el apoyo suficiente, entonces esas preocupaciones se pueden resolver sin acudir a la leche de fórmula”, señalan los investigadores.
Las madres, sin embargo, no lo tienen fácil frente a las afirmaciones de la industria, sobre todo cuando esta señala que la leche que fabrican es la solución a los problemas de sueño, cólicos u otros que puede estar experimentando el bebé, o que este producto les hará más inteligentes.
“Existen etiquetas que usan palabras como cerebro, neuro o coeficiente intelectual con imágenes de desarrollo precoz, pero los estudios no muestran ningún beneficio de estos productos”, asegura el estudio.
EFE
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