Por The New York Times | Carl Zimmer

Las personas que se han recuperado de un contagio con la nueva variante ómicron del coronavirus podrían quedar protegidas de infecciones posteriores causadas por la variante delta, según un nuevo estudio de laboratorio realizado por científicos sudafricanos.

Si otros experimentos confirman estos hallazgos, quizá signifique que hay un futuro menos funesto para la pandemia. A corto plazo, se espera que la variante ómicron genere una oleada de casos que supondrá una enorme presión para las economías y los sistemas sanitarios de todo el mundo, pero a largo plazo, la nueva investigación sugiere que, en un mundo dominado por ómicron, podría haber menos hospitalizaciones y fallecimientos que en uno en que la variante delta siga causando estragos.

“Es probable que ómicron expulse a delta”, aseveró Alex Sigal, experto en virus del Instituto Africano de Investigación Sanitaria de Durban, Sudáfrica, quien dirigió el estudio nuevo. “Quizá expulsar a delta sea algo bueno en realidad y estemos ante algo con lo que podemos vivir con más facilidad y que nos perturbará menos que las variantes anteriores”.

El lunes Sigal publicó el estudio nuevo en el sitio web del instituto. Aún no se publica en una revista científica.

Científicos independientes afirmaron que, aunque los resultados del experimento sudafricano son preliminares, tienen solidez. Carl Pearson, investigador de salud pública de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, señaló que los resultados coincidían con lo que está ocurriendo en estos momentos en el Reino Unido.

“Ómicron llega y crece con rapidez, y la tendencia de delta pasa a ser decreciente”, dijo. La variante delta, que adquirió relevancia el verano pasado, presentaba mutaciones que le daban una capacidad de propagación mayor y una habilidad moderada para evadir los anticuerpos. Las vacunas seguían siendo eficaces contra delta, pero no tanto como en los primeros momentos de la pandemia.

En noviembre, cuando apareció ómicron, se propagó con más rapidez que delta. Los investigadores sospecharon que su velocidad tenía dos orígenes. De alguna manera era capaz de transmitirse rápidamente, quizás replicándose en grandes cantidades o propagándose con mayor facilidad de una persona a otra. Ómicron también fue capaz de contagiar a personas vacunadas y a quienes se habían enfermado con variantes anteriores.

En un estudio previo llevado a cabo este mes, el equipo de Sigal, así como otros grupos de investigación, confirmaron la capacidad que tiene ómicron de evadir los anticuerpos de las vacunas y las variantes anteriores. Para hacerlo, analizaron la sangre de personas vacunadas o que se habían recuperado de COVID-19, y la mezclaron con diferentes variantes.

De manera reiterada, los anticuerpos que eran potentes contra delta y otras variantes no funcionaban bien contra ómicron. Esto ayudó a explicar por qué tantas personas vacunadas y que se habían contagiado anteriormente se infectaron con ómicron, aunque de manera más leve que los infectados con delta.

En su estudio nuevo, Sigal y sus colegas hicieron el mismo experimento, pero esta vez con personas que se habían recuperado de contagios con ómicron. A pesar de que Sudáfrica acaba de atravesar un enorme pico de casos de esta variante, Sigal y sus colegas solo pudieron estudiar a trece pacientes.

“Fue muy difícil debido al periodo vacacional”, dijo. “Nadie quiere quedarse para formar parte de un estudio”.

Siete de los pacientes estaban vacunados y seis no. Los científicos no determinaron qué voluntarios se habían infectado con anterioridad con otras variantes del virus; sin embargo, dado que la gran mayoría de los sudafricanos padecieron la enfermedad antes de la llegada de ómicron, es probable que la mayoría no se hubiera contagiado de COVID-19 por primera vez con esta última variante.

Como era de esperarse, los investigadores descubrieron que la sangre de los pacientes presentaba un nivel elevado de anticuerpos potentes contra ómicron, pero esos anticuerpos también resultaron eficaces contra la variante delta.

Esto los sorprendió de manera especial porque el estudio que hizo el equipo a principios de este mes mostró que en el caso contrario no sucedía lo mismo: los anticuerpos producidos tras una infección por delta ofrecían poca protección contra ómicron.

A medida que ómicron recorre un país tras otro, Sigal supuso que daría a la gente inmunidad no solo contra esta misma variante, sino también contra delta. Eso significaría que las personas que se contagien con la variante delta tendrán menos oportunidades de transmitir el virus a otras personas. Al mismo tiempo, ómicron infectará con facilidad a las personas que se hayan recuperado de la variante delta. Esa ventaja competitiva podría significar el fin de delta.

Por supuesto, se trata de una especulación sobre la salud futura de miles de millones de personas con base en solo trece voluntarios. Además, Sigal no puede decir con exactitud a qué se debe el beneficio que proporciona ómicron contra la variante delta. Es posible que los anticuerpos que produce también actúen de manera más amplia contra otras variantes.

También es posible que las infecciones con la variante ómicron simplemente hayan despertado la inmunidad existente en los voluntarios, adquirida con las vacunas o contagios anteriores. Si ese es el caso, queda por ver qué pasará con las personas no vacunadas que se infecten por primera vez con ómicron, un destino que millones de estadounidenses podrían enfrentar en las próximas semanas.

Aunque ómicron acabe con delta, eso no significa que esta variante vaya a prevalecer durante generaciones. Una vez que la gente adquiera inmunidad a la variante ómicron, la selección natural podría favorecer las mutaciones que produzcan una nueva variante que logre evadir esa inmunidad.