Por The New York Times | Azeen Ghorayshi
A fines de la década de 1980, cuando trabajaba como directora del equipo dedicado a temas sobre el maltrato infantil en el Centro Médico de la Universidad Duke, en Durham, Carolina del Norte, Marcia Herman-Giddens se dio cuenta de que algo estaba cambiando en las niñas. Durante las evaluaciones de las chicas que habían sufrido maltrato, Herman-Giddens observó que a muchas de ellas los senos les habían empezado a crecer a la corta edad de 6 o 7 años.
“Como que eso no estaba bien”, comentó Herman-Giddens, quien ahora es profesora adjunta en la Escuela de Salud Pública Global Gillings de la Universidad de Carolina del Norte. Llegó a pensar que las chicas con senos prematuros tenían más probabilidades de que abusaran sexualmente de ellas, pero no pudo hallar ninguna información que llevara algún registro del inicio de la pubertad en las niñas estadounidenses. Así que decidió recabar los datos ella misma.
Una década después, publicó un estudio en el que participaron más de 17.000 chicas a las que se les practicaron exámenes físicos en los consultorios pediátricos de todo el país. Las cifras revelaron que, a mediados de la década de 1990 las chicas habían comenzado a desarrollar senos —lo cual suele ser la primera señal de la pubertad— a la edad de 10 años, en promedio, más de un año antes de lo que se tenía registrado con anterioridad. Ese descenso fue todavía más notable en las niñas negras, a quienes les habían comenzado a crecer los senos a una edad promedio de 9 años.
La comunidad médica estaba consternada por ese hallazgo y mucha gente cuestionó esa tendencia drástica identificada por una asistente médica que nadie conocía, recuerda Herman-Giddens. “Estaban desconcertados”, comentó.
No obstante, el estudio resultó ser un parteaguas en el ámbito del conocimiento médico sobre la pubertad. Los estudios de las décadas posteriores han confirmado que, en decenas de países, la edad en que inicia la pubertad en las niñas ha descendido cerca de tres meses por década desde los años setenta. En los niños también se ha observado una tendencia parecida, aunque menos extrema.
Pese a que es difícil identificar la relación entre causa y efecto, es posible que la pubertad precoz tenga consecuencias indeseables, sobre todo para las chicas. Las niñas que alcanzan la pubertad de manera prematura tienen un mayor riesgo de padecer depresión, ansiedad, drogadicción y otros problemas psicológicos en comparación con sus compañeras que llegan a la pubertad después. Asimismo, las chicas que comienzan a menstruar a temprana edad pueden tener más probabilidades de desarrollar cáncer de mama o de matriz en la edad adulta.
Nadie sabe qué factor de riesgo —o mejor dicho qué combinación de factores— está provocando ese descenso en la edad de la pubertad ni por qué hay marcadas diferencias relacionadas con la raza y el sexo. Parece que la obesidad tiene algo que ver, pero no justifica en su totalidad este cambio. Los científicos también están investigando otras causas posibles, entre ellas, las sustancias químicas que se encuentran en algunos plásticos y el estrés. Además, por razones poco claras, los médicos de todo el mundo han informado sobre un aumento de casos de pubertad precoz durante la pandemia.
“Hemos visto estos fuertes cambios en todos nuestros niños y si quisiéramos evitarlos, no sabríamos cómo hacerlo”, señaló Anders Juul, un pediatra endocrinólogo de la Universidad de Copenhague que ha publicado dos estudios recientes sobre este fenómeno. “No sabemos cuál sea la causa”.
La obesidad
Más o menos en la época en que Herman-Giddens publicó su notable estudio, el grupo de investigación de Juul analizó el crecimiento de senos en un grupo de 1100 niñas de Copenhague, Dinamarca. A diferencia de las niñas de Estados Unidos, el grupo de las danesas coincidió con el comportamiento descrito en los libros de texto de medicina: las niñas comenzaban a desarrollar senos a una edad promedio de 11 años.
“Me hicieron muchas entrevistas sobre la explosión de la pubertad en Estados Unidos, como lo denominamos”, comentó Juul, “pero les dije que en Dinamarca no estaba ocurriendo lo mismo”.
En ese momento, Juul propuso que el inicio prematuro de la pubertad en Estados Unidos tal vez estuviera vinculado con un incremento de la obesidad infantil, lo cual no había sucedido en Dinamarca.
La obesidad se ha asociado a la menstruación precoz de las niñas desde la década de 1970. Desde entonces, en muchos estudios se ha demostrado que las niñas con sobrepeso u obesidad tienden a comenzar a menstruar antes que las niñas que tienen un peso promedio. “No creo que haya mucha controversia en que la obesidad es una de las cosas que más contribuyen a que se adelante la pubertad en esta época”, señaló Natalie Shaw, endocrinóloga pediatra del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental que ha estudiado los efectos de la obesidad en la pubertad.
Sin embargo, añadió, muchas de las niñas que se desarrollan más pronto no tienen sobrepeso.
“No es posible justificar todo esto por medio de la obesidad”, comentó Shaw. “Simplemente ha ocurrido con demasiada rapidez”.
Sustancias químicas Juul se ha pronunciado de manera muy abierta en favor de una teoría alternativa: que la culpa es de la exposición a sustancias químicas. En su estudio de 2009, las chicas que desarrollaban senos a edades más tempranas eran quienes tenían los niveles más elevados de ftalatos en la orina, los cuales son sustancias que se usan para que los plásticos duren más tiempo y que se encuentran en todo, desde los pisos de vinilo hasta los empaques para alimentos.
Los ftalatos pertenecen a una familia de sustancias químicas más amplia llamada “disruptores endocrinos”, que pueden afectar el comportamiento de las hormonas y que en las últimas décadas se han vuelto omnipresentes en el medioambiente. Pero no son muy claras las pruebas de que son los causantes de una pubertad prematura.
En un artículo de revisión publicado el mes pasado, Juul y su equipo de investigadores analizaron cientos de estudios que estudian los disruptores endocrinos y sus efectos sobre la pubertad. Los métodos de estudio eran muy variados; algunos se hacían en niños, otros en niñas y probaban muchas sustancias químicas diferentes en diferentes edades de exposición. Al final, el análisis incluyó 23 estudios que eran lo suficientemente similares como para compararlos, pero no se pudo demostrar ninguna relación clara entre una sustancia química determinada y la edad de inicio de la pubertad.
“La conclusión principal es que hay pocas publicaciones y una gran falta de información para profundizar en el tema”, explicó Russ Hauser, epidemiólogo medioambiental de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard y coautor del análisis.
Dicha falta de información ha hecho que muchos científicos tengan dudas sobre esta teoría, señaló Hauser, quien hace poco informó sobre la manera en que los disruptores endocrinos afectan la pubertad en el caso de los niños. “No contamos con la información suficiente para reunir las pruebas en contra de una clase específica de sustancias químicas”.
El estrés y el estilo de vida
Es posible que en la pubertad precoz también intervengan otros factores, al menos en el caso de las niñas. El abuso sexual en la infancia temprana se ha relacionado con el inicio precoz de la pubertad; sin embargo, es difícil rastrear las causas. Podría ser que el estrés y el trauma sean la causa de un desarrollo precoz o, según la hipótesis de Herman-Giddens de hace algunas décadas, tal vez las chicas que se desarrollan más pronto sean más vulnerables a la violencia sexual.
También parece más probable que las chicas cuya madre tienen antecedentes de trastornos en su estado de ánimo alcancen la pubertad más pronto, al igual que las niñas que no viven con sus padres biológicos. Asimismo, los cambios en la llegada a la pubertad se han vinculado con factores relacionados con el estilo de vida, como la falta de actividad física.
Además, durante la pandemia, los endocrinólogos pediátricos de todo el mundo observaron que estaban aumentando las consultas de niñas que alcanzaban la pubertad antes de lo normal. En un estudio publicado en Italia en febrero, se reveló que 328 niñas habían sido remitidas a cinco clínicas de todo el país durante un periodo de siete meses en 2020, a diferencia de 140 durante el mismo periodo de 2019. (En los varones no se encontró ninguna diferencia). Como anécdota, lo mismo podría estar pasando en India, Turquía y Estados Unidos.
“Yo les he preguntado a mis colegas de todo el mundo, y muchos de ellos me dicen que sí, que están observando una tendencia parecida”, comentó Paul Kaplowitz, profesor emérito de Pediatría en el Children´s National Hospital de Washington. No se sabe si la tendencia fue producto de un mayor estrés, de un estilo de vida más sedentario o de que los padres estaban lo suficientemente cerca de sus hijos como para notar cambios prematuros.
Lo más probable es que haya muchos factores que están contribuyendo al mismo tiempo. Y muchos de estos problemas afectan de manera desproporcionada a las familias de bajos ingresos, lo cual, según los investigadores, puede explicar en parte las diferencias que hay en el inicio de la pubertad en Estados Unidos dependiendo de la raza. A algunas niñas les están comenzando a crecer los senos a la corta edad de 6 o 7 años. Los investigadores están estudiando cómo intervienen la obesidad, las sustancias químicas y el estrés. (Eleni Kalorkoti/The New York Times)