La mayoría de los estudios sobre el impacto de la obesidad en el riesgo de cáncer son observacionales. Para distinguir la causalidad de la correlación, Amin y sus colegas utilizaron una técnica epidemiológica conocida como aleatorización mendeliana.
Utilizando datos del Biobanco del Reino Unido, compararon las tasas de cáncer entre las personas que están genéticamente predispuestas a tener más peso y las personas que están genéticamente predispuestas a ser más ligeras. Esto permitió a los investigadores estimar una asociación causal entre el aumento de peso y el riesgo de cáncer independientemente de cualquier variable de confusión.
Los investigadores encontraron que, aunque las mujeres con más peso tienen un mayor riesgo de cáncer de mama, las mujeres que están genéticamente predispuestas a tener más peso tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer de mama. Esta disparidad sugiere que la mayor incidencia de cáncer de mama en mujeres con más peso probablemente se deba a diferencias adicionales entre los dos grupos. Ahora planean investigar cuáles podrían ser estas diferencias en el futuro.
Los hombres más pesados tenían también menos probabilidades de desarrollar cáncer de próstata en comparación con aquellos que eran menos pesado, tanto por observación como cuando usaban medidas predichas genéticamente.
Curiosamente, este efecto es significativamente más fuerte en los hombres que están expuestos a sustancias cancerígenas en el trabajo, lo que respalda la hipótesis de que las células grasas juegan un papel en la absorción y el almacenamiento seguro de sustancias químicas nocivas.
Aunque los hallazgos muestran que la predisposición genética al aumento de peso protege contra el cáncer de mama y de próstata, Amin advierte de que se necesitan más investigaciones para determinar exactamente cómo se confiere esta protección, especialmente en el cáncer de mama.
"Primero es necesario descubrir los mecanismos a través de los cuales la obesidad puede proteger o ser un factor de riesgo de cáncer --señala--. El siguiente paso sería utilizar estos mecanismos para maximizar el efecto protector de la obesidad sobre el riesgo de cáncer de mama y próstata sin los efectos negativos del aumento de peso sobre la salud cardiometabólica que se informa a menudo".
El investigador resalta que con este estudio no están diciendo que mantener un excedente calórico sea una estrategia de prevención del cáncer, sino que los mensajes de salud pública deben enfocarse en las consecuencias negativas de la obesidad y al mismo tiempo tener en cuenta los aspectos positivos.
"Las campañas de salud pública suelen describir la obesidad como un factor de riesgo causal del cáncer y, por lo tanto, describen la pérdida de peso como una estrategia eficaz de prevención del cáncer pero nuestros hallazgos contradicen esta idea --insiste--. Además, puede haber ciertos riesgos al recomendar la pérdida de grasa si, por ejemplo, las células grasas están involucradas en la absorción de sustancias cancerígenas".
Con información de Europa Press