Por The New York Times | Patricia Cohen
En los países más adinerados del mundo, cuanto más ricas son las personas, más delgadas tienden a ser.
Pero en Uganda, una de las naciones más pobres, donde casi la mitad de las personas comen menos calorías de las que necesitan al día, el exceso de grasa suele ser una señal de riqueza y puede ser de ayuda a la hora de conseguir un préstamo bancario, según un artículo de próxima publicación en The American Economic Review.
No es una sorpresa que en lugares donde la comida escasea, la obesidad sirva como un indicador significativo de riqueza.
Sin embargo, lo que el estudio nuevo señala es que, en los países pobres, la información también es escasa. Y en esas situaciones, los prestamistas usan cualquier pedazo de evidencia que puedan hallar para ayudarse a tomar decisiones económicas críticas.
“Dada la insuficiencia de información sólida y de fácil acceso en los países pobres, las señales de riqueza, incluida la obesidad, tienen un papel esencial en las interacciones económicas donde los individuos buscan evaluar la riqueza de alguien”, explicó Elisa Macchi, profesora adjunta de Economía en la Universidad Brown.
Como parte de su investigación, Macchi realizó pruebas con 238 agentes de crédito en 146 instituciones financieras en la ciudad capitalina de Kampala. Les pidió que revisaran solicitudes de posibles prestatarios ficticios cuyas fotografías complementarias fueron manipuladas para que las personas se vieran delgadas u obesas.
No es inusual que en Uganda las personas incluyan una fotografía a la hora de presentar una solicitud de préstamo, y un prestamista puede valerse de esta información para decidir si le otorga o no al solicitante una primera entrevista, comentó Macchi.
La profesora descubrió que los agentes de crédito eran más propensos a calificar a los candidatos como más meritorios para recibir un crédito, más solventes y estables en términos económicos cuando venía adjunta la fotografía con la versión obesa de la persona.
“La prima por obesidad es cuantiosa, pues equivalió a un aumento de más o menos el 60 por ciento de los ingresos autodeclarados del prestatario en el experimento”, o a una ventaja adicional, como ser dueño de un auto, concluyó el estudio.
Desde una perspectiva histórica, la corpulencia se apreciaba en algunas partes del África subsahariana. Mauritania alguna vez fue infame por su tradición brutal de alimentar a la fuerza a las niñas pequeñas con el fin de que fueran más atractivas para el matrimonio, una práctica conocida como “gavage”, un término en francés que se usa para describir la alimentación forzada de los gansos para producir foie gras. La grasa corporal se consideraba tanto una señal de riqueza familiar como un ideal cultural.
En últimas fechas, la obesidad se ha convertido en un riesgo cada vez más preocupante para la salud en el continente, un acontecimiento que sigue la tendencia de las naciones más adineradas, donde la obesidad suele correlacionarse con la pobreza. La fácil disponibilidad de alimentos baratos y altamente procesados que tienen poco valor nutricional les permite a las personas satisfacer punzadas de hambre sin promover una salud integral.
En los países en desarrollo, los cambios en la dieta, una falta de actividad física y el uso de diversos medios de transporte, sobre todo en las ciudades, están contribuyendo al aumento de peso.
“África está enfrentando un problema cada vez mayor de obesidad y sobrepeso, y las tendencias van al alza”, declaró en un comunicado el año pasado Matshidiso Moeti, directora regional para África de la Organización Mundial de la Salud. “Si no se controla, millones de personas, incluidos los niños, corren el riesgo de vivir menos tiempo bajo el yugo de la salud precaria”.
Investigaciones revelaron que la obesidad se asocia con enfermedades graves, y la hospitalización de pacientes con COVID-19.
La Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones internacionales ya empezaron a trabajar con Kenia, Tanzania y Uganda para desarrollar programas y estándares que promuevan las dietas saludables y la actividad física.
No obstante, las asociaciones y los estereotipos culturales persisten, pese a las recomendaciones basadas en la ciencia, como la percepción de que la grasa corporal es señal de dinero en abundancia.
Pero al menos en el caso de los prestamistas en Uganda, al final, los hechos superaron a las percepciones. Cuando se proporcionó información más sólida —como los ingresos, el aval y la ocupación del solicitante— los agentes de crédito la usaban, y la llamada “prima por obesidad” se descartaba.
“Lo bueno es que no está tan arraigado”, concluyó Macchi sobre las nociones preconcebidas de la riqueza y el peso. “En cuanto les damos la información, reaccionan a ella”. Un centro comercial en Kampala, la capital de Uganda, una de las naciones más pobres del mundo. (Arlette Bashizi/The New York Times).