Por The New York Times | Melinda Wenner Moyer
Cuando un amigo, pareja, familiar o compañero de trabajo está alterado, seguramente alguna vez te has preguntado cuál es la mejor manera de hacerlo sentir mejor. ¿Dejar que se desahogue? ¿Ofrecerle un chocolate? ¿Darle espacio para que pueda llorar a gusto? Según los expertos, el enfoque ideal depende de la persona y del contexto. Sin embargo, un número limitado pero creciente de investigaciones sugiere que una de las formas más poderosas de calmar los sentimientos de una persona es iniciar una conversación.
Las palabras influyen mucho en las emociones de las personas porque el ser humano es una especie social. Los cerebros de la gente están en perfecta sintonía con la información que reciben de los demás y “la utilizan constantemente como retroalimentación para cambiar sus comportamientos y respuestas”, afirmó Razia Sahi, doctoranda en Psicología de la Universidad de California en Los Ángeles, que estudia cómo las interacciones sociales influyen en las emociones de las personas. “A los demás les importa mucho lo que pensamos”.
No obstante, las palabras que utilizamos para consolar a los demás importan, pues se ha descubierto que algunas formas de apoyo verbal son más útiles que otras. En un pequeño estudio publicado el 8 de diciembre, por ejemplo, Sahi y sus colegas descubrieron que las personas consideran que la validación —frases como “Entiendo por qué te sientes así” o “Eso suena muy difícil”— es especialmente reconfortante.
Otras formas de retroalimentación, como ayudar a alguien a reconocer que las cosas mejorarán o animar a una persona a ver la situación desde una nueva perspectiva, también pueden ayudar, sugiere la investigación. Y a veces, ese tipo de respuestas pueden ser incluso más útiles que las frases de validación a largo plazo. “Distintas estrategias responden a distintas necesidades”, afirmó Karen Niven, catedrática de Psicología Organizacional de la Escuela de Gestión de la Universidad británica de Sheffield, que estudia cómo influyen las personas en las emociones de quienes las rodean.
A continuación una guía basada en la investigación para apoyar a amigos, colegas y seres queridos en momentos de necesidad.
Valida sus emociones En su nuevo estudio, que incluyó dos experimentos, Sahi y sus colegas preguntaron a 318 personas qué tipo de comentarios de los demás los reconfortaría más después de experimentar un conflicto con alguien conocido (por ejemplo, una pelea con un amigo o compañero de piso o sentimientos de traición). La validación fue la clara ganadora. Los participantes afirmaron que comentarios como “Me imagino que ha sido difícil” los reconfortaban más que otros tipos de comentarios que intentaban ayudar a la persona a cambiar su forma de pensar sobre el problema, como “Intenta ver las dos caras de la situación” o “Intenta ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío”.
“Cuando la gente te escucha y te dice que te entiende, te sientes en confianza, te sientes atendido, te sientes conectado”, aseguró Sahi, “y sentirse conectado con otras personas es muy importante para nosotros”. Como nuestros antepasados tenían más probabilidades de sobrevivir cuando formaban parte de un grupo, el deseo de ser aceptados por los demás “es un instinto de supervivencia que llevamos incorporado”, explicó.
Ayúdalos a crear estrategias (si están dispuestos a hacerlo)
Aunque las frases de validación pueden hacer que las personas se sientan mejor en el momento, no necesariamente las ayudarán a resolver su problema o sus emociones negativas a largo plazo, señaló Niven. Por eso, si están dispuestos a hacerlo, hablar sobre cómo superar un obstáculo concreto o solucionar un conflicto puede dar a un amigo o colega disgustado una sensación de control sobre su situación, explicó Niven. Eso puede aliviar sus emociones e incluso resolver el problema por completo. Si aceptan buscar la solución del problema, contextualízalo con cuidado
Si crees que la otra persona está dispuesta a que le ayudes a elaborar una estrategia, puedes empezar por validar sus sentimientos, explica Niven. Dile que entiendes por qué se siente así o que habrías reaccionado de forma similar. Los estudios han demostrado que las personas son más receptivas a los consejos cuando se les ha hecho sentir emocionalmente apoyadas que cuando no han recibido ningún tipo de validación.
A continuación, pasa a una estrategia de resolución de problemas. Los participantes en el estudio de Sahi encontraron muy útil un enfoque llamado “distanciamiento temporal”. Consiste en ayudar a la gente a entender que, aunque las cosas vayan mal ahora, es probable que mejoren con el tiempo. Los participantes prefirieron este enfoque a las estrategias diseñadas para hacerlos sentir más optimistas (como la frase “el vaso medio lleno”) o las sugerencias de intentar ver la situación desde la perspectiva de otra persona. No está claro por qué era preferible este enfoque, pero quizá se debiera a que no resultaba conflictivo ni invalidante, afirmó Niven, que no participó en la investigación. Sin embargo, algunos problemas pueden requerir una intervención más seria. Tal vez un amigo esté negando una relación abusiva y quieras ayudarlo a reconocer la gravedad de la situación. Cuando quieras cuestionar la perspectiva de alguien, explícale primero que tus comentarios se basan en lo mucho que te importa, sugirió Jamil Zaki, psicólogo social de la Universidad de Stanford. “Di: ‘Quiero que te sientas realizado. Quiero que te sientas empoderado. Y creo que esta situación concreta en la que te encuentras puede ir en contra de ese objetivo’”.
Recuerda que lo que cuenta es la intención
Aunque puede ser difícil saber cuál es la mejor manera de ayudar a alguien, Zaki insistió en que debemos confiar en que nuestros intentos serán apreciados, aunque no sepamos lo que estamos haciendo.
En un pequeño estudio publicado en 2022, los investigadores descubrieron que las personas solían subestimar la utilidad de sus intentos de ayudar a los demás, quizá porque temían que sus consejos no fueran perfectos. Los investigadores descubrieron que las personas apreciaban el apoyo aunque no se ajustara exactamente a sus necesidades.
En otras palabras, lo más importante no es que digas lo correcto, sino que estés presente e intentes ayudar. “Podemos marcar la diferencia con relativamente poco esfuerzo”, afirmó Zaki. “A veces basta con estar ahí”.