Por The New York Times | Carl Zimmer
Al comparar siete marcas distintas de inmunizaciones para la covid, los investigadores descubrieron que la mayoría de ellas brindan una fuerte protección, incluso al combinarlas.
Las personas que buscan una dosis de refuerzo de una vacuna para la COVID-19 probablemente no tengan que preocuparse por la marca: según un nuevo estudio a gran escala, aparentemente muchas combinaciones de vacunas proporcionen una fuerte protección.
En una comparación de siete marcas diferentes de vacunas, los investigadores británicos descubrieron que la mayoría de ellas provocaban una fuerte respuesta inmunitaria, siendo las inyecciones de ARNm de Moderna y Pfizer-BioNTech las que obtenían las mayores respuestas. El estudio se publicó el jueves en The Lancet.
“Estos datos son bienvenidos por los responsables de elaborar política”, afirmó Merryn Voysey, estadística de la Universidad de Oxford que no participó en el estudio. “El mensaje más significativo que nos queda es que hay un gran número de excelentes opciones de refuerzo para las terceras dosis”.
Es demasiado pronto para que los investigadores puedan decir qué tan bien funcionarán los distintos refuerzos de la vacuna contra la nueva variante ómicron, que tiene mutaciones que podrían permitirle eludir algunos de los anticuerpos producidos por las vacunas existentes para la COVID-19. Algunos investigadores sospechan que la gente necesitaría un nivel muy alto de anticuerpos para protegerse contra ella.
Los 2878 voluntarios del estudio recibieron inicialmente dos inyecciones de las vacunas de AstraZeneca o de Pfizer. (Ambas vacunas están autorizadas en el Reino Unido; las inyecciones de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson han sido autorizadas en Estados Unidos).
A continuación, los investigadores probaron siete vacunas diferentes como refuerzos: junto con AstraZeneca y Pfizer, usaron tres marcas que han sido autorizadas en varios países: Johnson & Johnson, Moderna y Novavax. También sometieron a prueba dos vacunas que no han sido autorizadas en ningún sitio: una vacuna de ARNm de CureVac, y una vacuna de Valneva hecha de coronavirus inactivados. Por último, algunos de los voluntarios recibieron una vacuna contra la meningitis como control.
Al cabo de cuatro semanas, los investigadores tomaron muestras de sangre de los voluntarios y midieron sus niveles de anticuerpos. También buscaron células inmunitarias, conocidas como linfocitos T, que atacan específicamente a otras células infectadas por el coronavirus.
Los niveles de anticuerpos y linfocitos T aumentaron en las personas que recibieron una vacuna de refuerzo para la COVID-19 en comparación con las que recibieron la vacuna contra la meningitis. Sin embargo, el rango era bastante amplio. Las personas que recibieron el refuerzo de Valneva después de una vacuna de Pfizer solo experimentaron un aumento del 30 por ciento con respecto al grupo de control. Pero el refuerzo de Moderna produjo un aumento de al menos un 1000 por ciento.
El nuevo estudio también descubrió que los refuerzos aumentaron los linfocitos T que reconocen el coronavirus. Los anticuerpos pueden ser buenos para eliminar el coronavirus al principio de la infección, cuando el virus está colonizando la nariz. Pero en la profundidad de las vías respiratorias, los linfocitos T pueden proporcionar una segunda línea de defensa.
En el ensayo no se realizó un seguimiento de los voluntarios para comprobar hasta qué punto las vacunas de refuerzo prevenían realmente la infección o la enfermedad. Sin embargo, en los últimos meses los investigadores han demostrado que la medición de los niveles de anticuerpos puede ser una forma bastante buena de predecir la efectividad de una vacuna.
La mayoría de los refuerzos empleados en el estudio elevaron los anticuerpos a un nivel que equivaldría a una protección de al menos el 90 por ciento contra la infección. Y las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna produjeron niveles de anticuerpos mucho más altos que las otras vacunas.
“Yo diría que, independientemente de lo que se haya obtenido la primera vez, tener un refuerzo de ARNm es probablemente una buena idea”, dijo Eleanor Riley, inmunóloga de la Universidad de Edimburgo que no participó en el nuevo estudio.
Sin embargo, otros científicos afirmaron que la mayoría de las otras vacunas del estudio tuvieron un rendimiento lo suficientemente bueno como para que la gente se sienta cómoda aplicándolas también.
“Si tu país o región del mundo solo dispone de una de las vacunas que hemos demostrado que pueden reforzar, no habrá problema en usarla como refuerzo y será seguro hacerlo”, afirmó Saul Faust, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Southampton y coautor del estudio. “No todo es ARNm”.
John Moore, virólogo de Weill Cornell Medicine, en Nueva York, que no participó en el estudio, dijo que la gente no debería darle demasiada importancia a las modestas diferencias entre la mayoría de las vacunas.
“No lo considero un concurso de belleza, en el sentido de cuál es ligeramente superior a otra”, dijo. “No podemos permitirnos ser demasiado quisquillosos con esto”.
Moore mencionó que el nuevo estudio podría dar a los funcionarios de salud pública la confianza para recurrir a diferentes vacunas para los refuerzos, dependiendo de cuál sea más conveniente. Novavax y Johnson & Johnson, por ejemplo, fabrican vacunas que pueden almacenarse en refrigeradoras, mientras que las vacunas de ARNm tienen que mantenerse congeladas.
Un defecto inevitable del nuevo estudio es que los investigadores no midieron los refuerzos contra la nueva variante ómicron. Descubierta el mes pasado, ómicron ha suscitado una gran preocupación entre los investigadores debido a sus numerosas mutaciones. A un refuerzo que es un 90 por ciento efectivo contra la cepa original le podría ir mal contra ómicron.
No se sabe qué tan mal. Los experimentos con ómicron no han comenzado porque los científicos deben averiguar primero cómo cultivar la variante en el laboratorio. Faust y sus colegas ya han enviado muestras de sangre de los voluntarios del ensayo a los laboratorios del gobierno británico, donde los investigadores verán lo bien que funcionan sus anticuerpos y células inmunitarias reforzadas contra ómicron. “Creo que empezaremos a ver esos resultados en unas semanas”, dijo Faust.
Si los refuerzos no funcionan bien contra la variante, los desarrolladores de vacunas tendrán que fabricar nuevas formulaciones, dijo Stanley Plotkin, experto en vacunas y profesor emérito de la Universidad de Pensilvania. Las vacunas de ARNm podrían adaptarse rápidamente para dirigirse a las mutaciones de ómicron, añadió, o los investigadores podrían intentar un enfoque más difícil: una vacuna universal contra cualquier coronavirus.
“Suponiendo que ómicron eluda a los anticuerpos contra el virus original y las variantes actuales, entonces tenemos que asumir una filosofía diferente”, dijo.
Carl Zimmer es el autor de la columna Matter. Ha publicado 14 libros, entre ellos Life’s Edge: The Search For What It Means To Be Alive. @carlzimmer