Por The New York Times | Pam Belluck
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) autorizó que esta prenda íntima fuera considerada protección contra las infecciones que pueden transmitirse desde la vagina o el ano durante el sexo oral. Es la primera ropa interior de su tipo.
La prenda es parte de un área de salud sexual poco estudiada en la que las pocas opciones de protección que hay se consideran engorrosas y rara vez se ponen en práctica.
“El sexo oral no está tan libre de riesgo”, afirmó Jeanne Marrazzo, directora de la división de enfermedades infecciosas de la Universidad de Alabama en Birmingham. La doctora dijo que la necesidad de métodos de protección había cobrado mayor importancia porque más “adolescentes están iniciando sus actividades sexuales con el sexo oral”. Sin importar la edad, agregó, una barrera de protección que sea disfrutable podría “reducir la ansiedad y aumentar el placer en torno a ese comportamiento específico”.
Infecciones como el herpes, la gonorrea y la sífilis pueden transmitirse a través del sexo oral, según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (los CDC, por su sigla en inglés). Según los CDC, el riesgo de transmitir VIH de la vagina mediante el sexo oral se considera muy bajo. Sin embargo, agregó la agencia, el VPH —el virus del papiloma humano— se puede transmitir más fácilmente de esa manera, y las infecciones de boca y garganta de algunos tipos de VPH pueden convertirse en cáncer oral y de cuello.
No se sabe con certeza cuántas personas transmiten infecciones de esta manera y es difícil estudiarlo porque la mayoría de la gente que tiene sexo oral, suele tener sexo vaginal o anal en el mismo encuentro, comentó Kenneth Mayer, director de investigación médica de Fenway Health, un centro comunitario de salud en Massachusetts que se centra en pacientes que se identifican como pertenecientes a la comunidad LGBTQ.
“La autorización de la FDA de este producto le da a las personas otra opción para protegerse contra las enfermedades de transmisión sexual durante el sexo oral”, comentó Courtney Lias, directora de la oficina de la FDA que condujo la revisión de la ropa interior.
El único producto previamente autorizado para protegerse durante el sexo oral era una barrera bucal —una hoja de látex (algunas veces de poliuretano) delgada y rectangular que por lo general se sostiene con las manos para formar una barrera entre la boca y los genitales.
Como su nombre lo sugiere, las barreras bucales, inventadas en 1864 y en un principio de caucho, estaban diseñadas para aislar los dientes durante los procedimientos dentales. Sin embargo, la crisis del sida generó preocupación por la transmisión sexual de las infecciones y a principios de la década de 1990 una empresa australiana, Glyde Health, creó una barrera bucal inspirada sobre todo en la inquietud de las mujeres que tenían sexo con otras mujeres, según dijo un funcionario de la empresa. Hay pocos datos sobre su uso, pero un estudio realizado en 2010 entre 330 mujeres australianas que mantenían relaciones sexuales con otras mujeres reveló que solo el 9,7 por ciento dijo haber utilizado alguna vez una barrera bucal y solo el 2,1 por ciento mencionó que la utilizaba con frecuencia. Un informe de los CDC de 2021 afirmaba que el uso de barreras bucales y otros métodos de sexo seguro era “poco frecuente” entre las mujeres que mantienen relaciones sexuales con mujeres.
Las barreras bucales se venden por internet y en sex-shops, pero no están tan presentes en las cadenas de farmacias y suelen ser más caras que los preservativos. La página web de los CDC sobre las barreras bucales muestra cómo cortar un preservativo para hacer una, pero esto tampoco parece ser habitual.
“Muchas personas afirman que las barreras bucales son incómodas y eliminan todo el placer del sexo oral, tanto para quien lo practica como para quien lo recibe”, afirma Chris Barcelos, profesor adjunto de estudios sobre la mujer, el género y la sexualidad en la Universidad de Massachusetts, en Boston. “Son más odiadas que los condones”.
La idea de crear ropa interior que funcionara como una barrera bucal se le ocurrió a Melanie Cristol después de una experiencia en 2014 durante su luna de miel con su esposa. Cristol, entonces abogada corporativa, descubrió que tenía una infección que podía transmitirse sexualmente.
Al darse cuenta de lo limitadas que eran las opciones de protección, “me sentí muy desanimada”, dijo Cristol, quien recordó que cuando era educadora sexual en la universidad y enseñaba sobre las barreras bucales, “la gente me miraba como si estuviera loca.”
“Quería sentirme sexy y segura de mí misma y usar algo que estuviera hecho pensando en mi cuerpo y en el sexo real”, dijo.
Cristol formó una empresa que en 2018 comenzó a vender ropa interior de un solo uso para “personas con vulvas”. Dijo que llamó al producto Lorals en parte porque el sonido de la L, que “evoca palabras como ‘love’ and ‘lust’ (amor y lujuria, en español), y se siente un poco como un movimiento que usas” durante el sexo oral.
La prenda (disponible en versión bikini y pantaleta más larga) está hecha de un látex tan fino como el de un preservativo y forma un sello en la parte interior del muslo para mantener los fluidos dentro, explica Cristol. La empresa comercializa su uso por diversas razones, como durante el periodo menstrual, cuando la pareja tiene una barba rasposa o cuando una persona ha sufrido un traumatismo previo y no quiere estar demasiado expuesta.
Cristol ha dicho que, en respuesta a los comentarios de los clientes, la empresa ha reducido la intensidad del sabor a vainilla, ha añadido más almidón de maíz para evitar que se pegue y va a introducir una versión transparente además de la actual versión negra opaca.
El jueves, la empresa empezará a vender calzoncillos destinados en especial a la protección contra las infecciones, que, según Cristol, se parecerán a sus otros productos, pero cumplirán las normas de uniformidad más rigurosas requeridas para la autorización de la FDA.
“Lo interesante de esto es que en esencia erotizan la protección, que es algo con lo que las compañías de condones han luchado durante años”, dijo Marrazzo.
La FDA dijo que no exigió ensayos clínicos en humanos, sino que, como hace con los preservativos, dio la autorización a Lorals después de que la empresa presentara una amplia documentación sobre el grosor, la elasticidad, la resistencia y otras medidas. En el último año, la FDA también ha autorizado a dos nuevas empresas de barreras bucales, lo que posiblemente sugiere un mayor interés por parte de los consumidores. Dos compradoras de Lorals, cuya información de contacto fue proporcionada por la empresa y quienes pidieron que se les identificar por su nombre debido a que era un tema sensible y personal, describieron varios motivos para usar la ropa interior.
Wisty, de 28 años, que usa pronombres neutros y se identifica como pansexual, ha tenido sexo con hombres y mujeres, dijo que las pantaletas eran “una solución que no sabía que necesitaba”.
Wisty se dedica al baile y a hacer sanaciones de energía reiki en la zona metropolitana de Boston, y comentó que tenía herpes simplex, una infección común que en casos poco frecuentes puede causar problemas inflamatorios graves. “Quería encontrar algo que me facilitara implementar los límites que quería”, comentó Wisty. “Poder seguir jugando y explorar sin perder la comunidad ni la seguridad de saber que puedo evitar que mis fluidos se dispersen”.
Shelly, de 29 años, enfermera del estado de Washington, comentó que vio la prenda en TikTok en una ocasión en que ella y su prometido, Ashton, estaban teniendo problemas para retomar el sexo oral después de que el cáncer que requirió una cirugía reconstructiva había causado cambios en la movilidad de su lengua y menguado su sentido del gusto. Después de su tratamiento contra el cáncer, el sexo oral —otrora la actividad favorita de la pareja— hacía a Ashton sentir que se estaba asfixiando y no lo habían practicado en casi dos años.
“Era algo tan grande que le gustaba más que el sexo con penetración o cualquier otra cosa”, comentó Shelly. No poder practicarlo, la hacía sentir: “muy insegura y sentía que tal vez él ya no tenía interés por mí en ese sentido”.
Después de pedir las pantaletas, “pasamos un par de horas solo mirándolas”, dijo Shelly. “Nos dijimos: ‘¿Veamos qué es esto? Huele a vainilla. Se estira hasta el infinito. Era un, a ver...”.
Llevarlas durante el sexo oral funcionó muy bien, dijo Shelly, que añadió que apenas podía sentir las bragas y que Ashton dijo que la textura se parecía a la piel y el sabor era “como si estuvieras comiendo una galleta.”
Dijo que agradecía la nueva autorización para la protección contra las infecciones porque Ashton tal vez sea vulnerable a los cánceres que pueden desencadenar las infecciones de transmisión sexual.
La experiencia sexual fue de especial importancia, dijo. “Nunca pensé que volvería a sentir eso”, dijo Shelly. “Y estaba muy animado cuando se dio cuenta: ‘Ay, puedo hacer de todo’“. Un empaque que contiene las pantaletas de Lorals en el estado de Washington el 11 de mayo de 2002. (Jovelle Tamayo/The New York Times) Shelly, enfermera, y su prometido, Ashton, sostienen una prenda íntima de Lorals en el estado de Washington el 11 de mayo de 2022. (Jovelle Tamayo/The New York Times)