En épocas remotas, cualquier trabajo de reparación o remoción dental significaba una tortura. Baste como ejemplo recordar a los barberos de la antigua Montevideo descritos por Milton Schinca en su Bulevar Sarandí. Esos profesionales atendían en público y hacían sonar bombos y platillos —literalmente— para asordinar los gritos de sus pacientes.

Hoy en día, procedimientos como una extracción dental son trámites indoloros y escasamente invasivos, y que no interfieren demasiado en la rutina de los pacientes.

 Sin embargo, un caso ocurrido recientemente en China recuerda que el peligro de que algo salga mal —o muy mal— nunca equivale a cero.

Según consignan medios locales, un hombre de 23 años llamado Wang, de la provincia de Hunan en China continental, fue al Hospital Popular Kuiyong en Shenzhen para que le trataran un dolor de muelas. Después de examinar al paciente, el dentista decidió que necesitaba extraer dos piezas dentales, algo a lo que Wang accedió. Después del procedimiento, le pidieron al joven que se hiciera unas radiografías dentales. Sin embargo, en cuanto se levantó de la silla Wang se desplomó.

El hombre fue internado con urgencia y los médicos descubrieron que había sufrido una hemorragia intracraneal después de la doble extracción dental. El joven fue sometido a una craneotomía de emergencia, pero permaneció en coma profundo tras el complicado procedimiento y falleció 14 días después, debido a una falla multiorgánica.

El caso del joven conmocionó al país, y su familia está actualmente inmersa en una batalla legal con el hospital Shanzen, a cuyo personal acusa de negligencia médica con resultado de muerte. El hospital, por su parte, alega que el dentista no violó el protocolo ni las normas de tratamiento, y se niega a pagar la cantidad solicitada por los deudos.

La familia de Wang ha solicitado una compensación de 1,8 millones de yuanes (251.000 dólares), pero el hospital sólo está dispuesto a pagar 600.000 yuanes (84.000 dólares). Debido a que a la familia le preocupaba que las pruebas fueran destruidas si cremaban a Wang, el cuerpo del joven de 23 años ha estado almacenado en una funeraria durante los últimos cinco meses.

El caso está siendo analizado por un comité de expertos.