Un equipo liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España ha descubierto un nuevo gen inductor de cáncer y sus debilidades terapéuticas, según un estudio que publica la revista Cell Reports.
En concreto, los investigadores han constatado que una mutación del gen RRAS2 actúa como activador del cáncer en varias células del organismo.
La secuenciación intensiva del genoma de tumores realizada a lo largo de los últimos años ha permitido identificar miles de alteraciones genéticas, denominadas mutaciones, explica el CSIC en un comunicado.
El gran reto científico es determinar cuáles de estas mutaciones son relevantes en el desarrollo del cáncer y, tras ello, descubrir los cambios que provocan en las células normales para convertirlas en células malignas.
Xosé Bustelo, coordinador del estudio, detalla que abordar estos retos es importante no solo para entender la causa del cáncer, sino también para la implementación efectiva de la medicina personalizada.
La mutación que ha sido ahora estudiada representa una alteración muy pequeña, ya que implica el cambio de una única letra (nucleótido) de las 82.000 de las que está compuesto el gen RRAS2.
Sin embargo, este pequeño cambio es crítico, pues hace que la molécula codificada por este gen cambie su comportamiento de forma radical.
"Mientras que la versión normal de esta molécula funciona como un interruptor que puede encenderse o apagarse dependiendo de la presencia de diversos mensajes extracelulares, la versión mutante está permanentemente anclada en el estado activado, lo que la hace funcionar de forma crónica sin poderse apagar nunca", explica Bustelo.
Ello hace que estas moléculas mutantes manden señales de forma ininterrumpida, lo que provoca la proliferación descontrolada de las células que albergan mutaciones en este gen.
Dicha división continuada es la que provoca, con el tiempo, la formación tumores en distintas partes del organismo.
Un impedimento importante para el desarrollo del estudio era que la baja frecuencia de las alteraciones genéticas hacía imposible realizar estudios de causalidad usando grupos de pacientes de cáncer.
Para establecer el papel real de esta alteración genética en procesos tumorales, el equipo decidió generar un ratón modificado genéticamente en el que esta mutación se podía inducir a voluntad de los investigadores en estadios posnatales.
Con esta estrategia, se quería mimetizar lo más exactamente posible lo que ocurre en los estadios más tempranos de los tumores humanos: la aparición de una alteración genética determinada en las células sanas de un órgano adulto de un individuo y, a partir de ahí, ver cómo estas células evolucionan a largo plazo.
El análisis posterior de las células tumorales permitió conocer los cambios que la mutación en RRAS2 inducía en el comportamiento de las células y, como consecuencia, descubrir sus vulnerabilidades terapéuticas.
La investigación pudo identificar qué dianas y fármacos serían los más adecuados para eliminar los tumores con mutaciones en este gen.
El equipo ha visto que la gran mayoría de los tumores inducidos por RRAS2 tienen como talón de Aquiles principal una molécula denominada mTORC1 para la cual ya existen fármacos disponibles.
EFE
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