Dos investigadores de Florida han ideado una aplicación con una suerte de “mapamundi” interactivo de la población mundial de mosquitos para ayudar a combatir las enfermedades que transmiten, como la malaria, que ha reaparecido en Florida (EE. UU.) después de dos décadas.
El “mosquito dashboard” (tablero de mosquitos), creado por los investigadores Ryan Carney y Sriram Chellappan, ambos de la Universidad del Sur de Florida (USF), para vigilar a estos insectos transmisores de enfermedades que pueden ser mortales, se nutre de la información aportada por los usuarios que luego es procesada con inteligencia artificial (AI).
Según explicó Carney a EFE, la aplicación gratuita contiene información sobre la ubicación y las diferentes especies de mosquitos, así como sus diferentes etapas de desarrollo, de ahí que pueda ser útil como herramienta para vigilar al que los científicos consideran el animal más mortífero del mundo.
Cada año se producen en el planeta unos 700 millones de infecciones por picaduras de mosquitos, de las cuales casi un millón deriva en la muerte de la persona, “en la mayoría de los casos por malaria”.
“Por eso, la malaria es un gran problema mundial”, alerta Carney, quien recordó que el mosquito transmisor de esta enfermedad, el anopheles, es resistente a los pesticidas y puede vivir en ambientes urbanos.
Un gran agregador de datos
Con fondos de la Fundación Nacional de Ciencias de EE. UU., este tablero público es un agregador de datos proporcionados por otras aplicaciones que operan en teléfonos inteligentes y dispositivos electrónicos, entre las cuales figura Mosquito Alert, coordinada por el Gobierno de Cataluña (España), y el Globe Observer, patrocinado por la NASA.
Más de medio millón de imágenes han sido subidas al sistema por “científicos ciudadanos”, como los investigadores llaman a quienes aportan fotos que luego son procesadas por la inteligencia artificial para identificar si, por ejemplo, se trata de un mosquito adulto o en estado larvario.
Datos que son fundamentales de cara a la prevención de enfermedades como la malaria, originada por un parásito que es transmitido a los humanos a través de la picadura de un mosquito anopheles hembra.
El tablero, explica Carney, aporta ojos adicionales para vigilar a los mosquitos en sitios y a una escala que sería imposible con los métodos tradicionales de captura. Al identificar la especie, el equipo puede determinar su potencial para transmitir enfermedades y alertar a las autoridades locales.
“Nos puede ayudar también a derrotar las especies invasoras”, agregó el científico, quien se refirió a la llegada a África desde el continente asiático de los mosquitos Anopheles stephensi, lo que ha producido un repunte de la malaria en países como Yibuti.
Florida, la zona cero
Florida es señalada por los científicos como la “zona cero” en EE. UU. en lo que concierne a enfermedades producidas por mosquitos y para prueba el brote de zika, una enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti, registrado en 2016.
Carney no se sorprende por los siete casos de transmisión local de malaria descubiertos desde mayo en el condado Sarasota de este estado, que son los primeros de este tipo ocurridos en EE. UU. en 20 años. A ellos se suma un octavo en lo que va de este año caso identificado en Texas.
“La gente no debe entrar en pánico, pero debemos ser vigilantes”, señala Carney, quien destaca que solo en este sureño estado hay por lo menos 14 tipos de anopheles y que basta que una pequeña porción de ellos porten la enfermedad para desatar un brote y crear “una situación muy grave”.
Considerada erradicada de EE. UU. en 1951, en este país se contabilizan por lo menos unos 2.000 casos anuales, los cuales casi exclusivamente se tratan de personas que se contagiaron en el extranjero.
Común en zonas rurales de África y Asía, la malaria infecta aproximadamente a 219 millones de personas cada año, con un estimado de 660.000 muertes.
Sus síntomas, que pueden aparecer a partir de los diez días de ser picado por un mosquito transmisor, incluyen fiebre alta, dolores de cabeza y huesos, vómitos y temblores corporales.
Lorenzo Castro - EFE