Un iraní de 30 años, cuya identidad no fue divulgada, requirió asistencia médica “dos horas después de insertar una lata de desodorante en su recto”, según un estudio del caso publicado en la revista especializada Visual Journal of Emergency Surgery.
El paciente dijo que se había introducido el objeto en procura de placer sexual, y estaba experimentando un “dolor abdominal agudo” según constataron los médicos que lo asistieron en la emergencia del hospital de la Universidad de Ciencias Médicas de Teherán.
Los coautores del estudio, los doctores Seyedhossein Seyedhossieni-davarani, Mahdi Zangi y Mohammad Eftekhari, escribieron que eventos de ese tipo “son poco comunes” en cualquier sala de emergencias, y que en la mayoría de los casos se trata de “inserciones por vía rectal en jóvenes varones con actitudes eróticas, efectuadas por ellos mismos”.
Inicialmente el hombre no presentó los síntomas generalmente asociados a estos casos, como náuseas, vómitos, sangrado rectal o movimientos intestinales anormales, anotaron los coautores. Los signos vitales del paciente también eran normales, y no tenía antecedentes médicos o de uso de drogas, aunque su historia clínica sí registraba “una inserción anterior de un cuerpo extraño en el recto”, evento que se había resuelto “sin complicaciones”.
Los profesionales desatollaron que el intenso dolor manifestado por el paciente los disuadió de “una investigación rectal estándar”, de modo que procedieron directamente a imágenes por rayos X. Una vez localizado el objeto, los cirujanos hicieron una incisión en el abdomen para retirarlo.
Tras permanecer internado por un breve tiempo, el paciente fue dado de alta, no sin antes pasar por la consulta de un psiquiatra, según consigna The New York Post.
Los tres médicos firmantes añadieron que los cuerpos extraños que se localizan más a menudo en el recto de los pacientes son los dispositivos sexuales, seguidos de las botellas de vidrio, los alimentos y las verduras (especialmente los pepinos) y los objetos de madera.
Sin embargo, otros prefieren objetos más singulares, como bombas de la Primera Guerra Mundial o proyectiles anticarro de la Segunda.
Los médicos destacan que ese tipo de inserciones pueden perforar el intestino, haciendo que la materia fecal se filtre hacia la pared abdominal, lo que puede acarrear infecciones necrotizantes potencialmente letales.
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