El estudio se llevó a cabo con 392 personas mayores de 65 años, seleccionadas en centros de salud de Asturias, a quienes dormir mal les provocó además una mayor fragilidad -- un mayor riesgo de perder la independencia ante una situación estresante para su cuerpo o para su mente, como una gripe, una caída o ansiedad--.

La investigación, publicada en la revista 'Family Practice', ha contado también con la participación del Servicio de Salud del Principado de Asturias, el consorcio Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) de Epidemiología y Salud Pública y la Universidad Autónoma de Madrid, según ha informado la Universidad de Oviedo en nota de prensa.

La coordinación de la investigación la ha llevado a cabo Alberto Lana Pérez, del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo y del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA).

En vista de los resultados, el equipo investigador considera conveniente que el personal médico y de enfermería de atención primaria pregunten de forma rutinaria a las personas mayores por la calidad de su sueño nocturno y que realicen propuestas para mejorar su higiene de sueño más allá de los tratamientos farmacológicos habituales.

La cantidad de horas dormidas no se relacionó con el funcionamiento físico, por lo que los autores del trabajo creen que el mejor consejo es que cada persona duerma la cantidad de horas que ella misma considera necesaria para sentirse descansada por la mañana.

Con información de Europa Press