El aislamiento decretado en Italia para las personas con coronavirus, incluidos aquellos ya fallecidos, ha llevado en algunos casos a situaciones límite, como el de una mujer en Liguria (noroeste) que tuvo que quedarse encerrada con el cadáver de su marido tras haber dado este positivo por el virus.

El hombre, que padecía síntomas similares a los del COVID-19, murió durante la noche, por lo que su esposa llamó inmediatamente a los servicios sanitarios, que al llegar al domicilio se negaron a entrar y advirtieron de la necesidad de realizar una prueba por coronavirus.

Según informan las agencias italianas, son necesarias 24 horas para conocer el resultado de la prueba, antes de las cuales el cadáver no debe ser trasladado, una situación que el alcalde de Borghetto Santo Spirito, donde ocurrieron los hechos, definió como "surrealista".

También en un hotel de la misma región de Liguria, una mujer falleció después de haber dado positivo en el virus, lo que provocó que los servicios funerarios se negaran a llevarse su cuerpo.

La mujer murió por un ataque al corazón el pasado 29 de febrero, pero ninguna funeraria quiso trasladar su cadáver, algo que está investigando actualmente la policía italiana para determinar la responsabilidad penal de estas empresas funerarias.

Algunas de estas historias salieron a la luz después de que el actor Luca Franzese, famoso por su papel en la serie "Gomorra", compartiera un vídeo en el que aparecía él con el cadáver de su hermana denunciando que "estuvo en la cama más de 24 horas sin que nadie informara".

"Las instituciones me han abandonado, Italia me ha abandonado", lamentaba emocionado Franzese en el vídeo publicado el 8 de marzo, cuando se cumplía un día desde la muerte de su familiar, positiva por coronavirus, al tiempo que criticaba que se negaban a hacerle una prueba a él.

El coronavirus afecta también al último rito de la vida de los italianos, los funerales, prohibidos por decreto desde el 8 de marzo, y ahora solo se permiten unas breves exequias al aire libre antes del enterramiento, con un metro de distancia entre los asistentes.

"Lo más doloroso fue ni poder despedir a mi padre, el funeral, si se puede llamar así, fue rapidísimo y con poca gente", contaba al medio Fanpage la hija de un fallecido en la primera zona roja, aquella que afectaba a la provincia de Lodi, en Lombardía.

Están prohibidos los velatorios, los cortejos fúnebres y las misas de los funerales, una prohibición que afectó a mediáticos casos como el del chico de 15 años de Nápoles abatido por un policía, y cuyo multitudinario séquito fue bloqueado por las fuerzas del orden produciendo situaciones de tensión.

Detrás del ataúd blanco, los padres y personas cercadas al adolescente desafiaron el decreto con una pancarta en la que se leía "Verdad y justicia para Ugo", que murió después de que un Carabinieri le disparara cuando intentó robarle.

Muchos se resisten a cumplir una norma tan dolorosa, y la policía ha tenido que intervenir para desalojar varios funerales, como ayer en Génova, donde los agentes fueron alertados de la celebración de una ceremonia con 30 personas en un cementerio.

"Entiendo el momento delicado, pero hemos tenido que intervenir porque está prohibido", contaba a la agencia AGI el policía municipal Stefano Garassino.

Las empresas funerarias son de las pocas que podrán abrir después de que el Gobierno anunciara el cierre de cualquier actividad no indispensable, como los supermercados o las farmacias.

Las drásticas medidas, que han provocado que el país amanezca completamente cerrado y desierto, intentan evitar que el número de contagios por el coronavirus siga creciendo, cuando ya se han contabilizado más de 10.000 contagios y 800 fallecidos.

EFE