La microbiota intestinal —la comunidad microbiana que hay en el tracto gastrointestinal— se encarga de producir las enzimas, metabolitos y moléculas necesarias para que los sistemas inmunitario y endocrino funcionen bien. Pero, algo tan importante para nuestra salud, ¿afecta también a la descendencia?
Un estudio publicado este miércoles en la revista Nature ha demostrado en ratones macho que, si la microbiota intestinal está alterada, hay más probabilidades de que las crías nazcan con bajo peso y mueran prematuramente.
Para estudiar los efectos de la microbiota intestinal en la reproducción, un grupo de científicos del European Molecular Biology Laboratory (EMBL) de Roma (Italia) y Heidelberg (Alemania), alteró la composición de la microbiota intestinal de los ratones macho, tratándolos con antibióticos comunes que no entran en el torrente sanguíneo.
Así, provocaron una enfermedad llamada disbiosis, que desequilibra el ecosistema microbiano.
A continuación, analizaron los cambios en la composición de importantes metabolitos testiculares y descubrieron que en los ratones macho la disbiosis afecta a la fisiología de los testículos, así como a la composición de metabolitos y la señalización hormonal.
Al menos parte de este efecto estaba mediado por cambios en los niveles de la hormona clave leptina en la sangre y los testículos de los machos con disbiosis inducida, lo que sugiere que en los mamíferos hay “un eje intestino-línea germinal” que conecta el intestino, su microbiota y la línea germinal.
Para comprender la importancia de este eje “intestino-línea germinal” en los rasgos heredados por la descendencia, los científicos aparearon machos disbióticos con hembras no tratadas.
Las crías de ratón engendradas por padres disbióticos mostraron un peso significativamente inferior al nacer y una mayor tasa de mortalidad postnatal.
Diferentes combinaciones de antibióticos y tratamientos con laxantes inductores de disbiosis (que también alteran la microbiota) afectaron a las crías de forma similar.
Y lo que es más importante, este efecto es reversible, ya que cuando se retiran los antibióticos, la microbiota paterna se recupera.
Así, cuando los ratones con la microbiota recuperada se aparearon con hembras no tratadas, sus crías nacieron con un peso normal y también se desarrollaron con normalidad.
“Hemos observado que los efectos intergeneracionales desaparecen una vez que se restablece una microbiota normal. Esto significa que cualquier alteración de la microbiota intestinal capaz de causar efectos intergeneracionales podría prevenirse en los futuros padres”, afirma Peer Bork, del EMBL de Heidelber.
“El siguiente paso será comprender en detalle cómo distintos factores ambientales, como los medicamentos, incluidos los antibióticos, pueden afectar a la línea germinal paterna y, por tanto, al desarrollo embrionario”, avanza.
Impacto paterno y riesgo de enfermedades en el embarazo
El equipo EMBL también descubrió que los defectos placentarios, entre ellos una vascularización deficiente y un crecimiento reducido, se daban con más frecuencia en embarazos en los que había varones disbióticos.
Las placentas defectuosas presentaban las características de una complicación común del embarazo en humanos llamada preeclampsia, que provoca un retraso en el crecimiento de la descendencia y es un factor de riesgo para una amplia gama de enfermedades comunes en etapas posteriores de la vida.
“Nuestro estudio demuestra la existencia de un canal de comunicación entre la microbiota intestinal y el sistema reproductor de los mamíferos. Es más, los factores ambientales que perturban estas señales en los futuros padres aumentan el riesgo de salud adversa en la descendencia, al alterar el desarrollo de la placenta”, asegua Jamie Hackett, jefe de grupo del EMBL en Roma.
“Esto implica que, en ratones, el entorno del padre justo antes de la concepción puede influir en los rasgos de la descendencia independientemente de la herencia genética”, añade el investigador.
“Al mismo tiempo, descubrimos que el efecto es solo para una generación, y debo dejar claro que se necesitan más estudios para investigar hasta qué punto estos efectos son generalizados y si tienen relevancia en humanos. Hay diferencias intrínsecas que deben tenerse en cuenta al trasladar los resultados de los modelos de ratón a los humanos”, advierte Hackett.
Pero dada la prevalencia generalizada de prácticas dietéticas y antibióticas en la cultura occidental, ”es importante considerar los efectos intergeneracionales paternos más cuidadosamente y cómo pueden estar afectando a los resultados del embarazo y el riesgo de enfermedad de la población”, opina.
EFE
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