Es algo que todo el mundo teme que le suceda al envejecer: la falta de fuerza, el paso lento, la pérdida de peso y la incapacidad de realizar las tareas cotidianas fácilmente.
Pero no es solo un producto secundario de envejecer: la fragilidad es una afección médica independiente, informan unos investigadores.
Tristemente, la afección se asocia con una calidad de vida más baja y un riesgo más alto de muerte, hospitalización e institucionalización, anotaron.
Y aunque la fragilidad es más común en los adultos mayores, los jóvenes también pueden hacerse frágiles si tienen una o más enfermedades crónicas discapacitantes.
En su estudio, los investigadores analizaron 46 estudios de más de 120,000 personas de a partir de 60 años que vivían sin ayuda en 28 países. Concluyeron que un 4.3 por ciento de las personas en ese grupo de edad desarrollan fragilidad cada año, y que las mujeres son más vulnerables que los hombres.
Los hallazgos "sugieren que el riesgo de desarrollar fragilidad es alto en las personas mayores. Se trata de un problema mundial, y resalta un desafío importante al que se enfrentan los países con unas poblaciones que envejecen", señaló el autor coprincipal del estudio, Richard Ofori-Asenso, de la Facultad de Salud Pública y Medicina Preventiva de la Universidad de Monash, en Melbourne, Australia.
Más de un 20 por ciento de la población del mundo tendrá más de 60 años en 2050, así que se prevé que el número de personas con fragilidad aumente.
La fragilidad no tiene una definición firme, pero típicamente se diagnostica cuando las personas cumplen tres de los siguientes cinco criterios: una actividad física baja, una fuerza de agarre débil, una energía baja, un paso lento al caminar, y una pérdida de peso no intencionada.
Por suerte, las intervenciones como el entrenamiento de fuerza y los complementos de proteína podrían ayudar a prevenir o retrasar la progresión de la fragilidad, según los investigadores. Un estudio anterior encontró que quizá incluso sea posible revertir la fragilidad.
En un comunicado de prensa de la universidad, recogido por HealthDay News, Ofori-Asenso y sus colaboradores hicieron una llamada a "la evaluación de rutina de la vulnerabilidad de las personas mayores al desarrollo de la fragilidad, de forma que se puedan implementar intervenciones adecuadas de manera oportuna".
El estudio se publicó en la edición del 2 de agosto de la revista JAMA Network Open.