Por The New York Times | Apoorva Mandavilli
Cuando comenzó el brote de la viruela del mono, un hombre de veintitantos años llegó a una sala de urgencias del norte de California con pequeñas pústulas en los labios, las manos y la espalda. En doce horas, los médicos le diagnosticaron viruela del mono.
Ahí terminó su certidumbre. El paciente no tenía fiebre, dolencias, debilidad, dolor ni ningún otro síntoma característico de esa enfermedad. No sabía cómo ni cuándo se había contagiado. Afirmó que, durante meses, no había tenido relaciones sexuales con nadie y que —hasta donde sabía— tampoco había tocado a nadie que tuviera pústulas, como se le llama a las lesiones, ni ningún otro síntoma.
Al principio del brote, los científicos pensaban que sabían cómo y cuándo se propagaba la viruela del mono, cómo se veía la enfermedad y quiénes eran más susceptibles. Los 47.000 casos identificados en todo el mundo han cambiado por completo esa idea.
Los pacientes que tienen viruela del mono han llegado con algo parecido a piquetes de mosquito, espinillas o pelo encarnado, no con las grandes pústulas que casi siempre se asocian con la infección. Algunos ni siquiera tenían lesiones visibles, sino que sentían un dolor insoportable cuando tragaban, orinaban o evacuaban.
Otros tenían dolores de cabeza o depresión, confusión y convulsiones. Algunos más presentaban infecciones oculares agudas o inflamación del músculo cardiaco. Al menos tres de los seis decesos reportados hasta ahora estuvieron relacionados con encefalitis, una inflamación del cerebro.
“En verdad estamos viendo una enorme gama de manifestaciones, señaló Boghuma Titanji, una médica especialista en enfermedades infecciosas de una clínica de Atlanta que trabaja con personas que viven con VIH.
Ahora, los científicos saben que el virus de la viruela del mono se encuentra en la saliva, el semen y otros fluidos corporales, en ocasiones varias semanas después de la recuperación. Siempre se ha sabido que el virus se contagia mediante el contacto cercano, pero muchos investigadores sospechan que la infección también puede transmitirse a través del sexo en sí.
El paciente de California tenía el virus en la garganta (pero sin síntomas respiratorios) y en el recto (pero sin dolor ni pústulas). Este caso pone de relieve otras investigaciones que plantean que incluso las personas con infecciones atípicas o asintomáticas pueden transmitir el virus, señaló Abraar Karan, quien diagnosticó al paciente y publicó un informe de caso reciente.
En otro estudio, publicado también este mes, en los frotis anales de 200 varones sin síntomas aparecieron trece casos positivos de viruela del mono. Solo dos de ellos desarrollaron síntomas después.
“Ya no es acertado decir que los pacientes asintomáticos no pueden transmitirla”, comentó Chloe Orkin, una médica especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Queen Mary de Londres. “Creo que esto significa que no es adecuado nuestro modelo de trabajo relacionado con la manera en que se transmite”.
Al inicio del brote, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos afirmaron que “las personas que no tienen síntomas de viruela del mono no pueden contagiarla a otras personas”. El 29 de julio, esta agencia cambió ese planteamiento y dijo que “los científicos siguen investigando” la posibilidad de que la transmitan los pacientes asintomáticos.
En un comunicado a The New York Times, un portavoz de la agencia reconoció que hay pruebas recientes de que era posible que existieran casos asintomáticos, pero señaló que aún no se sabía si las personas que no tenían síntomas podían contagiar el virus y que era necesario realizar más investigaciones.
Cuando surgieron las primeras docenas de casos de viruela del mono en Europa, para muchos científicos fue una sorpresa que el virus se transmitiera a través de relaciones sexuales y que hubiera lesiones genitales, pero no debió haber sido así.
Investigadores nigerianos informaron acerca de un comportamiento similar en 2017 cuando documentaron 228 casos, muchos de ellos en hombres jóvenes con úlceras en los genitales. (En un estudio posterior, se describió a los pacientes como heterosexuales, pero en Nigeria es un delito tener relaciones con personas del mismo sexo).
Esos casos fueron los primeros reportados en Nigeria en 40 años y la Organización Mundial de la Salud ayudó a ese país a “emprender una respuesta local con el objetivo de controlar la propagación”, señaló Fadela Chaib, portavoz de la OMS.
Pero no se detectaron los síntomas atípicos de los pacientes. “Si lo que está ocurriendo en Europa y el norte global no hubiera sucedido, no creo que se estuviera hablando de ese artículo”, aseveró Dimie Ogoina, quien encabezó el estudio que expone los casos.
“Es una enfermedad que tiene más de 50 años y hay muchas cosas que aún no sabemos porque el padecimiento se ha limitado principalmente a África”, señaló.
A fines de mayo, Orkin se comunicó con varios colegas de todo el mundo para conformar lo que resultó ser el estudio más extenso sobre la viruela del mono. Al final, cientos de médicos de dieciséis países aportaron información sobre los casos que estaban viendo.
A medida que la enfermedad cobró mayor atención, cambiaron las formas de reportar y añadieron la posibilidad de que hubiera una sola pústula, lesiones en la garganta o el recto y complicaciones médicas: elementos que “no se incluían en las definiciones de caso de la viruela del mono a nivel internacional”, comentó Orkin.
El análisis resultante de 528 pacientes se publicó en la revista The New England Journal of Medicine el 21 de julio. Unos días después, Orkin alertó a varias agencias de salud nacionales, sabiendo que estos hallazgos debían cambiar las definiciones de caso que consultan los médicos cuando diagnostican a los pacientes.
La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido y los Centros para el Control de Enfermedades Europeos respondieron el mismo día. Tres días después, el Reino Unido añadió algunos de los nuevos síntomas a su definición de caso de la viruela del mono. Los lineamientos y las definiciones de caso desactualizados pueden tener implicaciones importantes para los pacientes. Cameron French, de 30 años, tuvo una exposición al virus el 6 de julio. Dos semanas más tarde, tenía la garganta irritada, dolores corporales y de cabeza, micción con dolor y tres protuberancias: en el rostro, en un muslo y en un codo.
No obstante, en su primera visita a una clínica, el 25 de julio, la doctora no asoció los síntomas y le dijo que la protuberancia del muslo era un pelo encarnado y le realizó estudios para detectar alguna infección en vías urinarias.
French regresó tres días más tarde y, ahora, la doctora le realizó pruebas de viruela del mono. Después de dar positivo, tuvo que volver a insistir, esta vez para que le dieran el antiviral tecovirimat.
French mencionó que estaba muy confundido por la falta de asesoría acerca de cómo distinguir una espinilla y una posible pústula nueva para poder terminar su aislamiento de un mes. “Ha sido una interrogante muy ambigua”, comentó. “Y ha sido difícil”. Dimie Ogoina, el autor del estudio de 228 casos de viruela del mono en Nigeria que documentó los nuevos síntomas atípicos, en Okolobiri, Nigeria, el 10 de agosto de 2022. (KC Nwakalor/The New York Times) Chloe Orkin, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Queen Mary de Londres, en Londres, el 10 de agosto de 2022. (Suzie Howell/The New York Times)
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