La Dra. Mabel Bello es la fundadora de ALUBA y hace casi treinta años que trabaja con pacientes de bulimia y anorexia. En su visita a nuestro país, Bello habló sobre los trastornos alimenticios que actualmente están en aumento, la presión cultural por la delgadez, las personalidades proclives a desarrollar este tipo de patologías, y el particular abordaje que ALUBA realiza para el tratamiento de estas enfermedades.
"Antes decíamos que una de cada diez niñas padecía bulimia o anorexia, ahora es 1,4. Casi dos niñas de cada diez tienen una patología alimentaria. Ha aumentado bastante la prevalencia", expresó Bello, quien apuntó además que según un estudio realizado en Estados Unidos "el 90% de las chicas que tienen 13 años están desconformes con su cuerpo".
La bulimia y la anorexia son enfermedades esencialmente sufridas por mujeres, por eso es que en general se habla de estos trastornos en femenino, aunque cada vez más se encuentran casos de hombres, e incluso de niños que presentan patologías alimentarias a edades tan tempranas como el año de edad, apuntó la profesional.
El índice de masa corporal es la medida que indica cuándo un peso es normal, excesivo o bajo. Se calcula dividiendo el peso por la altura al cuadrado. Un índice de masa de 19 o menor es considerado desnutrición, y las pacientes anoréxicas que llegan a un índice de 14 tienen múltiples complicaciones de salud: "seguramente tienen osteoporosis, riesgo de fractura espontánea, su corazón se ha achicado, su metabolismo ha descendido muchísimo, no soportan el frío", apuntó Bello. |
"Podemos decir que casi el 90% de los casos son femeninos. Pero los varones, sobre todo en esta última época, están creciendo. Ellos ahora se depilan, se maquillan, tienen más interés en su cuerpo y por ende más posibilidad de enfermarse. Y aunque de los 7 a los 19 años es 'la edad de la anorexia' y los 21-22 es la edad en que suele empezar la bulimia, se encuentran casos adultos y muchas veces niñitos, que atendemos cada vez más", comentó Bello.
"Tenemos tratamientos para niños desde el año de edad. En ellos vemos una patología que llamamos 'síndrome de especialización en la comida'. Por ejemplo, chiquitos que comen solamente papas fritas de una marca y ñoquis verdes, y vomitan o escupen la comida si le dan otra cosa. Eso nos advierte que son chicos que eligen lo mismo por miedo al estrés, que sufren gran estrés en los cambios. En la medida que ese niño tenga que empezar la escuela o asumir distintas responsabilidades, probablemente lo irá haciendo con crisis. Este síndrome se puede tratar bastante bien, pero nos avisa que hay un chico frágil a las adaptaciones y con muy poca tolerancia al estrés, y esto es la base de la patología alimentaria", señaló.
Algo está pasando
"Detrás de una chica anoréxica o una bulímica está el miedo a crecer, el miedo a las responsabilidades, el miedo a vivir", sentenció Bello, quien ofreció algunas descripciones básicas de cómo proceden quienes sufren de estos trastornos.
"En el caso de la anorexia la persona se encierra, se hace un mundo muy pequeñito de reglas respecto a la comida: 'no tengo que comer, tengo que hacer gimnasia, me tengo que poner el cinturón apretado para no tener hambre, etc.'. Mientras tanto, se borra el mundo de la realidad. Muchas veces sucede que pasan acontecimientos históricos importantísimos y el paciente no los sabe, porque está encerrado en su pequeño mundo, que es su cuerpo", describió.
"En la bulimia hay alteraciones emocionales, nunca es lo mismo. (...) Son chicas que tienen un carácter muy exótico: irritables, impulsivas, todo el tiempo en crisis, todo el tiempo gritando o enojándose. Una frase típica que estas chicas le dicen a los padres es: 'yo no pedí nacer, vos sos responsable por mí', dicen eso porque no pueden hacerse responsables de sus propias vidas", agregó.
La Dra. Bello explicó que los trastornos alimenticios surgen asociados a factores predisponentes y a patologías de la personalidad, como el trastorno obsesivo compulsivo o la bipolaridad.
"El trastorno obsesivo compulsivo se da en una personalidad muy rígida, llena de reglas. La personalidad predispuesta sería, por ejemplo, la mejor alumna del colegio, que estudia todo el día y tiene una enorme ansiedad de que la aprueben. Esta es una personalidad predispuesta a la anorexia restrictiva", describió.
"Después está la chica que hace tres deportes seguidos, que nunca está quieta, que aparentemente siempre está contenta pero no puede parar su actividad física, si la hacen sentarse está incómoda. Se trata de una hipomaníaca hiperactiva, que tiene un trastorno del ánimo que da lugar a la patología alimentaria. Y después están los trastornos bipolares que generalmente aparecen en la bulimia", apuntó.
A presión
"El ambiente es importante en el desarrollo de la enfermedad, pero tiene que actuar sobre una personalidad predispuesta", aseguró Bello.
La presión cultural por el cuerpo es ineludible. "Cuando las mujeres nos encontramos lo primero que decimos es 'qué flaca que estás, qué bien que estás'. Es mandatario en la cultura el hablar del cuerpo y de la comida", sentenció.
Las presiones sociales y culturales impactan sobre las personas más vulnerables: los adolescentes. "La adolescencia es una exigencia, un cambio de rol, de cuerpo, de destino, que es muy difícil de llevar a cabo. El fracaso de la adaptación genera síntomas", destacó la doctora.
"Entonces me aíslo en la escuela, me pongo a estudiar mucho, me encierro, me obsesiono por el cuerpo, dejo a mi novio, tengo las emociones revueltas, me pego un atracón, me da mucha vergüenza, tengo una conducta purgativa, ¡juro que no lo voy a hacer más!, entonces hago ayuno, y eso me lleva a otro atracón... así se conforma el círculo vicioso de la enfermedad", describió.
Por otra parte, la doctora se refirió a los grupos formados en Internet que promueven estos trastornos, como los llamados PROMÍA, PROANA y Princesas.
"Hay campeonatos de ayuno, compiten a ver quién puede ayunar más por más tiempo, quién puede perder más peso en poco tiempo. También 'enseñan' cómo engañar a los médicos, a la familia. Es muy triste y pienso que los padres tienen la responsabilidad de saber cuáles son los sitios que visita su hija", resaltó.
De eso no se habla
Las pacientes de trastornos alimenticios suelen tener una idea distorsionada de su imagen corporal. La doctora Bello comentó que en algunos centros se puede cuantificar o medir esta distorsión pidiéndole a la paciente que separe dos vástagos a la distancia que considere adecuada para poder pasar entre ellos, de modo que la persona debe poner en juego la imagen que posee sobre la talla que tiene en ese momento.
No obstante, Bello señaló que este tipo de técnicas no son utilizadas en ALUBA. "No creemos conveniente nada que se refiera a intensificar las ideas sobrevaloradas del cuerpo. Nuestra técnica es: no hablemos ni de cuerpo ni de comida".
"La idea es abrirle la mente a los verdaderos problemas: no poder adaptarse, tener miedo a que lo critiquen, tener timidez al hablar. Por eso funciona muy bien el tratamiento grupal, cuando todos tienen problemas y todos luchan hacia una vida mejor, entonces se animan a hablar, compartir, y encuentran mucha fuerza para salir adelante", expresó.
"El grupo va enfocándose a corregir los hábitos, después a socializarse y por fin, hacer un proyecto de vida. Y cuando tienen todo eso, no necesitan más de la enfermedad. Están seguros de sí mismos, saben qué quieren y cómo conseguirlo, y han aprendido a vivir", afirmó.
"La enfermedad es una cárcel. Hace 26 años que trabajo en distintos países y nunca vi a un anoréxico o un bulímico feliz. La enfermedad es una cárcel de la que no se puede salir, y la curación es la libertad. Sentirse seguro de sí mismo y de lo que uno quiere ser en el futuro es lo que ayuda. Porque la enfermedad es sólo tristeza, arrepentimiento y muerte; y hay un mundo de libertad que uno puede alcanzar si se anima a enfrentar la realidad", concluyó.
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