La estadounidense Megan King, quien actualmente tiene 35 años, sobrevivió a un extraño accidente y atravesó una experiencia médica increíble: sufrió una “decapitación interna” casi mortal, en la que su cráneo se separó de su columna vertebral.
La pesadilla de King comenzó a los 16 años, cuando se cayó mientras jugaba al fútbol americano. Durante el partido sufrió una caída que le provocó lesiones en el tobillo derecho y la columna, así como desgarros musculares en ambos omóplatos.
A lo largo de 22 cirugías posteriores, la condición de la adolescente empeoró progresivamente, hasta que finalmente los médicos descubrieron que padecía el síndrome de Ehlers-Danlos hipermóvil (hEDS), una enfermedad genética que interfiere con la producción de colágeno del cuerpo, lo que provoca inestabilidad articular.
Un año después de su diagnóstico de hEDS, el cuello de Megan se dislocó, lo que requirió el uso de una órtesis de Halo restrictiva con tornillos fijados directamente en el cráneo para evitar el movimiento.
La situación llegó a un punto crítico durante la extracción del dispositivo, cuando su cráneo se desprendió completamente de su columna vertebral, lo que resultó en una dislocación atlantooccipital, conocida como “decapitación interna”, una condición con una tasa de mortalidad del 90 por ciento.
“Eché mi silla hacia atrás para evitar que la gravedad me decapitara. Mi neurocirujano tuvo que sujetar mi cráneo en su lugar con sus manos. No pude mantenerme erguida, mi lado derecho temblaba incontrolablemente”, recordó King en entrevista con el periódico Daily Mail.
La joven fue sometida inmediatamente a una cirugía de emergencia, en la que los médicos procuraron fusionar su cráneo a su columna vertebral en un intento desesperado por salvarle la vida. “Fue un espectáculo de terror. Me desperté sin poder mover la cabeza”, describió.
Contra todo pronóstico, Megan sobrevivió a la decapitación interna, una lesión que a menudo causa daños irreparables a las señales nerviosas entre el cerebro y el cuerpo, lo que lleva a la parálisis de órganos vitales como los pulmones y el corazón.
Desde entonces ha sido sometida a 37 cirugías, y mantenerse con vida tuvo su precio: la fusión de su cuerpo desde el cráneo hasta la pelvis y la inmovilidad total de su cabeza.
“Soy literalmente una estatua humana. Mi columna no se mueve en absoluto. Pero eso no significa que haya terminado de vivir”, dijo King en el reportaje.
Estudios indican que las decapitaciones internas son más comunes en niños que han sufrido traumas debido al desarrollo incompleto de sus huesos. En el caso de la estadounidense, su caída, combinada con el hEDS, fue suficiente para provocar la rara y grave lesión, que representa menos del 1% de todas las lesiones cervicales.
A pesar de sus limitaciones físicas extremas, Megan está volviendo gradualmente a los pasatiempos que disfrutaba antes de su accidente, incluida una reciente salida a jugar a los bolos. “Tuve un strike en mi primer intento. Mis amigos gritaron, aplaudieron y vitorearon como locos. No solo celebraban el strike, sino todo lo que sobreviví”, compartió emocionada.
“Todavía estoy aprendiendo lo que mi nuevo cuerpo puede hacer. No es fácil, pero me estoy adaptando. Y siempre me sorprende lo que aún puedo lograr”, concluyó.
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