La autora de "La casa de los espíritus", que publicará en noviembre un libro de no-ficción sobre feminismo titulado "Qué queremos las mujeres", es una disciplinada escritora con una conocida tradición: cada 8 de enero se sienta a escribir un nuevo texto.
Este año no fue la excepción, pero la pandemia ha significado un desafío.
En una videoconferencia con la AFP desde su confinamiento cerca de San Francisco, en California, la escritora de 77 años habló de su proceso de escritura, su visión de un mundo post-pandemia y su interpretación de las protestas en Estados Unidos.
P: ¿Cómo ha interrumpido la pandemia tu rutina?
R: La pandemia, el encierro, el temor al virus y todas las protestas que están ocurriendo tienen a la gente bloqueada. No es fácil. Me pasa, pero yo soy muy disciplinada. La mitad del trabajo es presentarse ante la computadora a la misma hora. Mira, es posible que lo haga en el día no sirva para nada. Pero no importa. Así se hacen los libros. De a poco y con paciencia.
P: ¿La pandemia está influyendo tu obra?
R: La pandemia va a producir una ola, una avalancha, de nueva interpretación de la realidad. No solamente en el arte, sino en la filosofía, en la historia, en todo. Todo va a ser reinterpretado.
Pero en mi caso yo necesito tiempo y distancia para ver las cosas. Podía haber escrito "La casa de los espíritus" después del golpe militar en Chile en 1973. Me demoré más de ocho años en escribirlo, porque necesitaba ese tiempo para digerir lo que había ocurrido y poder verlo con distancia, con ironía. Y creo que me va a pasar lo mismo con esto.
P: ¿Has descubierto algo gracias al encierro?
R: Lo que la pandemia me ha enseñado es a soltar cosas, a darme cuenta de lo poco que necesito. No necesito comprar, no necesito más ropa, no necesito ir a ninguna parte, viajar. Me parece que tengo demasiado. Veo a mi alrededor y me digo para qué todo esto. Para qué necesito más de dos platos.
Después, darme cuenta de quiénes son los verdaderos amigos y la gente con la que quiero estar.
P: ¿Qué crees que la pandemia nos enseña a todos?
R: Nos está enseñando prioridades y nos está mostrando una realidad. La realidad de la desigualdad. De cómo unas personas pasan la pandemia en un yate en el Caribe, y otra gente está pasando hambre.
También nos ha enseñado que somos una sola familia. Lo que le pasa a un ser humano en Wuhan, le pasa al planeta, nos pasa a todos. No hay esta idea tribal de que estamos separados del grupo y que podemos defender al grupo mientras el resto de la gente se friega. No hay murallas, no hay paredes que puedan separar a la gente.
Los creadores, los artistas, los científicos, todos los jóvenes, muchísimas mujeres, se están planteando una nueva normalidad. No quieren volver a lo que era normal. Se están planteando qué mundo queremos. Esa es la pregunta más importante de este momento. Ese sueño de un mundo diferente: para allá tenemos que ir.
P: ¿Cómo sería de diferente ese mundo?
R: Sería el fin del patriarcado. Se acabaron estos machos brutos que dirigen el mundo y que dirigen todo. Una humanidad en que la gerencia del planeta se comparta por igual entre hombres y mujeres.
La reacción masculina ante una emergencia, una crisis, una amenaza, es escapar o combatir. La de las mujeres es cerrar un círculo, poner a los niños en el medio y ver cómo lo resuelven en grupo. Las mujeres tienen una manera democrática, inclusiva y circular de resolver los problemas y enfrentar la amenaza. Los hombres no.
Por eso, en el manejo del mundo tienen que tener el mismo peso los valores femeninos que los masculinos.
Que no sea la violencia y la codicia lo que maneja el mundo, sino la solidaridad, la compasión, la ilusión. Ese es el mundo que queremos, un mundo en el cual haya respeto por la naturaleza y por otras especies.
La gente joven va a heredar el mundo que nosotros hemos hecho trizas. Ellos son los que tienen que salvar el planeta, si es que se puede salvar. Que ellos traigan una solución positiva.
P: ¿Qué opinas de las protestas raciales en Estados Unidos?
R: Las protestas en Chile comenzaron en octubre del año pasado. Eran por la desigualdad tremenda. [En Estados Unidos], las protestas son por el problema racial y eso está directamente relacionado con la pobreza.
¿Quiénes son los más pobres en este país? ¿Quiénes son los que tienen menos seguro médico, menos empleo, los que sufren más brutalidad policial, los que son encarcelados más? Los afroamericanos.
Yo creo que van a empezar a brotar estos estallidos en todas partes. Ahora viene una tremenda crisis económica global. Y eso va a producir más desempleo, más pobreza y, por lo tanto, más violencia. Protestas va a haber. Masivas.
No lo van a resolver a balazos ni con gas lacrimógeno, lo van a resolver resolviendo las causas. Son profundas, y van desde los tiempos de la esclavitud en adelante.
Leila Macor / AFP
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