Por The New York Times | Priya Krishna
Nunca he sabido lo que significa tener una digestión normal y es mucho más difícil cuando tu profesión se centra en comer.
Soy reportera gastronómica, por lo que suelo cenar fuera varias veces a la semana. Puesto que en los últimos meses me he dedicado a buscar restaurantes por todo Estados Unidos para la lista otoñal de favoritos de The New York Times, las cenas consecutivas han sido la norma. Mis problemas estomacales (estreñimiento, reflujo ácido, diarrea, de todo) son de toda la vida, pero este trabajo los ha agravado.
Ya sé, ya sé. ¿Trabajar comiendo en restaurantes? ¡Qué triste debe ser tu vida! Y reconozco que a veces me siento bien después de una comida en un restaurante. De hecho me siento genial, pero cada vez es más frecuente que me quede clavada en el sofá durante horas con dolor de estómago.
Cuando era adolescente, le conté a mi médico de cabecera mis problemas digestivos y me dijo que padecía reflujo ácido. Empecé a guardar pastillas de antiácido en cada uno de mis bolsos, pero estas solo me ofrecían un alivio temporal. Me hicieron pruebas de alergias alimentarias, pero no revelaron nada.
Hace unos meses, cuando empecé a buscar restaurantes, tenía dolor casi todas las noches. Mi pareja me instó a consultar a un gastroenterólogo. Resulta que un tipo de bacteria que bajo el microscopio parece casi una masa en espiral estaba causando estragos en el revestimiento de mi estómago. La bacteria se llama Helicobacter pylori, H. pylori para abreviar, y casi la mitad de la población del mundo la tiene.
La H. pylori ha evolucionado en los microbiomas humanos durante al menos 100.000 años. En 2005, se dio a conocer cuando Barry J. Marshall y J. Robin Warren, médicos australianos, recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por descubrir la relación entre esta bacteria y las úlceras pépticas.
Muchas personas tienen la H. pylori en el estómago sin consecuencias negativas, pero en algunos casos puede traspasar la capa de mucosa del estómago y ocasionar una serie de problemas, desde inflamación estomacal hasta úlceras y cáncer de estómago, señaló Nina Salama, microbióloga del Centro Oncológico Fred Hutchinson de Seattle.
Es posible que muchas personas que tienen H. pylori la hayan contraído durante los primeros años de la infancia a través del contacto, como compartir la comida o respirar los aerosoles que se liberan cuando alguien vomita, explicó Salama. También puede transmitirse a través de alimentos que no se hayan lavado o cocinado de forma segura, o de agua potable contaminada con la bacteria.
La H. pylori es más frecuente en ciertas partes del mundo, como en África y el sur de Asia.
A medida que las normas de higiene han mejorado en Estados Unidos, la H. pylori se ha vuelto menos común en el país. Salama afirmó que algunos estudios sugieren que los síntomas pueden controlarse con cambios en la dieta, como comer mucha fruta y verdura o reducir el consumo de sal. También hay un tratamiento: una dosis elevada de antibióticos e inhibidores de ácido que se administran durante varios días.
Antes de dar positivo en la prueba de la H. pylori, nunca había oído hablar de esta bacteria. La H. pylori no recibe la misma atención pública que el síndrome del intestino irritable, el problema digestivo que actualmente causa furor en TikTok entre las usuarias que se identifican como “chicas atractivas con SII”. En los medios de comunicación no se habla tanto de esta enfermedad como de la enfermedad celiaca, un trastorno crónico que hace que las personas sean sensibles al gluten.
No obstante, una vez que empecé a hablar de mis dificultades personales, encontré a otras personas con trabajos relacionados con la industria alimenticia que habían dado positivo a esta bacteria.
En 2019, Luisa Weiss, una autora estadounidense de libros de cocina que vive en Berlín, descubrió que tenía H. pylori. Después de años de inflamación y tránsito intestinal irregular, la prueba positiva “fue como una liberación”, dijo.
Weiss añadió que las personas no hablan lo suficiente de este tipo de problemas de salud porque les parece vergonzoso.
“Y por eso no se dan cuenta de que la gente está en peligro”, aseveró.
Weiss se tomó los antibióticos, pero también le diagnosticaron enfermedad celíaca. Aunque sus problemas estomacales han mejorado, cuida mucho lo que come. Cuando elabora recetas, les pide a otras personas que le ayuden a probar los alimentos y evita los platillos picantes en los restaurantes.
Aileen Corrieri dejó de escribir su blog de comida, Hungry Aileen, hace unos años, cuando se enteró de que tenía H. pylori. Al igual que Weiss, incluso después del tratamiento, tenía miedo de volver a su antigua dieta.
“Ahora paso mucho tiempo en TikTok y YouTube viendo videos de cocina”, dijo, “solo para vivir a través de las imágenes”. Algunos estudios sugieren que la H. pylori puede ser benéfica para el esófago o que ofrece protección contra el asma, pero Marshall cree que las personas que tienen problemas digestivos y dan positivo en las pruebas de H. pylori deben optar por los antibióticos.
Terminé mi tratamiento de antibióticos hace un mes. Fueron 10 días dolorosos en los que vomité mientras hacía ejercicio, pasé todo un día con náuseas y tuve un sabor amargo y metálico constante en la boca. Dentro de unos días, volveré a ver a mi médico para saber si la bacteria ya desapareció.
Desde entonces he comido en algunos restaurantes, pero es difícil saber si mi situación ha cambiado; sin embargo, me he dado cuenta de lo mucho que había normalizado sentirme incómoda.
Dudo que mis dolores de estómago desaparezcan por completo, pero si vuelven con más intensidad, quizá la próxima vez no espere 30 años para ir al médico. La mitad de la población mundial tiene H. pylori, un tipo de bacteria que puede afectar a la digestión. Entonces, ¿por qué el problema no tiene mayor difusión? (Cat O’Neil/The New York Times) La mitad de la población mundial tiene H. pylori, un tipo de bacteria que puede afectar a la digestión. Entonces, ¿por qué el problema no tiene mayor difusión? (Cat O’Neil/The New York Times)