Por The New York Times | Roni Caryn Rabin
Las personas infectadas por el coronavirus eran mucho más propensas a que se les diagnosticara diabetes tipo 2 en el año siguiente a su infección, en comparación con las que no habían estado expuestas al virus, según informaron el martes investigadores de Canadá.
Los hombres eran más propensos a desarrollar diabetes que las mujeres, según los científicos. Las personas que estaban tan enfermas que fueron hospitalizadas tenían más del doble de probabilidades de que se les diagnosticara diabetes, en comparación con las que no se habían contagiado.
Los investigadores también descubrieron que las personas ingresadas en cuidados intensivos tenían más del triple de probabilidades de desarrollar diabetes. Los resultados se suman a un creciente número de pruebas sobre los efectos a largo plazo del COVID-19.
“Sin duda, se trata de un motivo de preocupación en cuanto a los resultados a largo plazo”, afirmó Naveed Z. Janjua, autor principal del estudio y profesor de la Escuela de Población y Salud Pública de la Universidad de Columbia Británica.
“Con una infección respiratoria, solemos pensar: ‘Siete u ocho días y ya está’”, añadió Janjua. “En este caso estamos viendo efectos persistentes que son para toda la vida”.
El estudio, publicado en JAMA Network Open, utilizó un gran conjunto de datos de Columbia Británica para comparar los diagnósticos de diabetes entre más de 125,000 individuos que habían dado positivo a COVID-19 en 2020 y 2021 con los de más de 500,000 individuos no expuestos durante el mismo periodo.
Las vacunas contra el COVID-19 estuvieron disponibles en diciembre de 2020 y la mayoría de los participantes en los grupos expuestos y no expuestos no tenían un esquema de vacunación completo.
Más de una decena de estudios han analizado la relación entre el COVID-19 y la diabetes, y la mayoría ha informado un aumento del diagnóstico tras la infección, así como de un mayor riesgo para los hombres y las personas que padecieron la enfermedad grave.
No obstante, los resultados no prueban que la infección provoque diabetes. Los expertos señalan que es posible que, por ejemplo, los pacientes que se recuperan de COVID-19 tengan más probabilidades de que se les diagnostique diabetes simplemente porque han recibido una atención más habitual.
Aun así, hay explicaciones biológicas plausibles de una relación entre ambas afecciones, comentó Pamela Davis, profesora de Medicina de la Universidad Case Western Reserve de Cleveland, coautora de un comentario que acompaña al estudio.
“Es razonable preguntarse: ‘¿Se trata de un aumento real o es solo algo que acelera la aparición de la diabetes que se estaba gestando de cualquier manera en las personas, pero se les adelantó?”, dijo Davis en una entrevista.
“Pero incluso si es solo una aceleración, va a ser costoso”, añadió. “El sufrimiento humano, el riesgo de complicaciones en los ojos, los vasos sanguíneos, el corazón, los riñones, los días de productividad y trabajo perdidos... todo eso se va a acelerar. Esto me preocupa”.
Según Davis, el coronavirus infecta las células beta del páncreas que producen insulina y provoca la muerte celular. Estas células están salpicadas de los receptores ACE2 que el virus utiliza como vía de entrada.
“Si pones las células beta del páncreas en una placa de cultivo, el virus va a infectar ávidamente estas células y las va a destruir”, afirmó.
El estrés también influye en el desarrollo de la diabetes, y la respuesta inflamatoria que acompaña al COVID-19 se ha relacionado con la destrucción de las células beta. Las personas con COVID-19 grave también pueden producir anticuerpos que atacan al propio organismo del paciente.
Otras infecciones virales también se han asociado al desarrollo de la diabetes, según Janjua, cuya investigación antes de la pandemia se centraba en la hepatitis.
“En el caso de la hepatitis C, tenemos pruebas fehacientes de que la infección se asocia a un mayor riesgo de diabetes, así como a resultados cardiovasculares y muchos otros resultados sistémicos incluso fuera del hígado”, señaló Janjua.
El estudio nuevo descubrió que los adultos que habían dado positivo en la prueba del virus tenían un 17 por ciento más de probabilidades de desarrollar diabetes en el plazo de un año tras el resultado positivo. Los hombres tenían un 22 por ciento más de probabilidades de desarrollar diabetes, en comparación con las personas no expuestas al virus. El riesgo elevado para las mujeres no era significativo a nivel estadístico en general, a menos que estuvieran hospitalizadas o ingresadas en una unidad de cuidados intensivos.
Los investigadores emparejaron a las personas infectadas y no expuestas por edad y sexo e hicieron ajustes para tener en cuenta las diferencias en las condiciones de salud subyacentes, el nivel socioeconómico, el estado de vacunación y otros factores.
Calcularon que, de todos los casos nuevos de diabetes, alrededor del 3,4 por ciento podían atribuirse a una infección por COVID-19. En el caso de los hombres, el 4,75 por ciento de los casos nuevos se le atribuían al COVID-19.