En un hecho que conmocionó a Estados Unidos, Anthony TJ Hoover, de 33 años, se despertó durante una cirugía de donación de órganos en un hospital de Kentucky. El caso ocurrió hace exactamente tres años, pero salió a la luz recientemente, según consigna la cadena CNN.

El incidente reveló graves fallas en el sistema de donación de órganos y plantea serias dudas sobre la ética y el consentimiento.

Después de ser hospitalizado por una sobredosis, a TJ le diagnosticaron muerte cerebral. Su familia, creyendo que cumplía con la voluntad del joven, autorizó la donación de sus órganos. Sin embargo, durante el procedimiento el hombre mostró claros signos de conciencia, como movimientos involuntarios y apertura de los ojos, lo que llevó al equipo médico a interrumpir la cirugía.

El caso ocurrió el 29 de octubre de 2021, cuando el estadounidense fue sometido a una cirugía que debía durar cinco horas. Sin embargo, menos de dos horas después un miembro del personal del centro de salud se acercó a la familia para informar de lo sucedido. “No está listo. Se ha despertado”, dijo.

El caso de Anthony reveló graves fallas en el sistema de donación de órganos en los Estados Unidos, como la presión para donar, ya que el personal médico y la organización de donación de órganos, KODA, fueron acusados de presionar para la donación, incluso ante señales claras de que el paciente no tenía muerte cerebral.

Otro fracaso fue la falta de transparencia, considerando que la familia no fue informada sobre los signos de conciencia de TJ durante el cateterismo cardíaco, procedimiento realizado antes de la cirugía.

El informe de CNN destaca que el personal del hospital notó que el sujeto “se retorcía y lloraba” en la camilla mientras lo rasuraban para el procedimiento, e incluso así siguieron adelante.

El siguiente paso era desconectarlo del soporte vital y aguardar el deceso, algo que puede insumir más de una hora. Ese procedimiento es supervisado por un médico, que es responsable de lo que sucede. En este caso, cuando el profesional entró en la sala notó que el joven presentaba “demasiados signos vitales” y se negó continuar.

TJ pasó las siguientes semanas en el hospital. Los empleados del hospital sugirieron enviarlo a un asilo en otro estado, pero su hermana Donna lo llevó a su casa en Richmond.

“Los médicos dijeron que TJ no mejoraría”, contó la mujer. Durante los primeros cuatro meses le aseguraron que no estaba lo suficientemente bien como para recibir terapia. Por ello, Donna pasó tanto tiempo cuidando a TJ que perdió su trabajo como gerenta de un restaurante.

En ese tiempo ayudó a fortalecer a TJ hasta que este pudo hacer terapia y hasta acompañar a su hermana al altar en su boda en mayo de 2023.

Actualmente el joven tiene problemas, como una memoria a corto plazo limitada, mala visión y poco equilibrio. Pero es lo suficientemente fuerte como para ir a fisioterapia varias veces por semana y aún tiene sentido del humor, afirma su hermana.

El caso tuvo importantes repercusiones, como investigaciones por parte del fiscal general de Kentucky, autoridades federales y un subcomité del Congreso de Estados Unidos.

La familia de Hoover busca justicia y que haya responsables. Quieren que la historia de su hermano sirva como advertencia para otros y que se realicen cambios en el sistema para proteger a otros pacientes y sus familias.