Un equipo del Instituto español de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) descifró los mecanismos por los que la proteína NOX4 actúa como protector contra el desarrollo del carcinoma hepatocelular, la forma más agresiva y común de cáncer de hígado.

El estudio, publicado en la revista Hepatology, demuestra que, cuando la actividad de NOX4 es baja en las células del cáncer de hígado, se reprograma el metabolismo celular y se provoca un estrés oxidativo, lo que favorece la progresión tumoral, explicó este jueves el Idibell en un comunicado.

Esta proteína puede servir como indicador para predecir la evolución de la enfermedad, y una potencial estrategia terapéutica consistiría en contrarrestar los mecanismos que se inducen por su falta de actividad.

Utilizando ratones modificados genéticamente, cultivos celulares y muestras de tumores humanos, el grupo de TGF-beta y Cáncer del Idibell, liderado por la doctora Isabel Fabregat, consiguió identificar los mecanismos moleculares regulados por esta proteína y descrifró su papel protector contra el cáncer.

"Si bien las células cancerosas del hígado tienen especial avidez por la glucosa y los lípidos, lo que les permite multiplicarse rápidamente, NOX4 frena estos procesos", detalló Fabregat.

"Cuando la actividad de NOX4 es baja, se reprograma el metabolismo celular y se provoca un estrés oxidativo, lo que favorece que el tumor prolifere más y aumente su capacidad de invadir otros tejidos. En consecuencia, los niveles de NOX4 pueden condicionar la evolución del cáncer de hígado", agregó.

De hecho, estudios previos del mismo grupo habían señalado que la eliminación de NOX4 estimula la proliferación de las células del hígado.

"Las aplicaciones terapéuticas de NOX4 son muy amplias. Nos puede interesar inhibirla para promover la regeneración del hígado en situaciones de enfermedades crónicas que producen fibrosis hepática, o justo lo contrario, compensar su falta de actividad en casos de cáncer para frenar la progresión", concluyó Fabregat.

El cáncer de hígado es el sexto más frecuente en el mundo y el tercero con peor pronóstico.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020 se le atribuyeron un total de 830.000 defunciones; una cifra en constante crecimiento que solo se ve superada por las que se les reconoce al cáncer de pulmón y al cáncer de colon.

EFE