Aunque muchos niños nacen con una habilidad innata para dejar de comer cuando están llenos, también están influenciados durante la comida por los deseos y las demandas de los adultos. Así, si los niños se sienten presionados a comer en respuesta a los deseos del cuidador, puede ser más difícil para ellos saber cuando están llenos.
"Los padres y cuidadores deberían considerar la creación de un entorno alimentario positivo centrado en hábitos alimenticios saludables, en lugar de centrarse en reglas rígidas sobre qué y cómo debe comer un niño", explicaron los investigadores.
Por ello, destacaron la necesidad de que los adultos establezcan un entorno en el que prevalezcan los alimentos saludables proporcionando un horario constante para las comidas, dejando a los niños elegir qué alimentos comer dentro de una selección de opciones saludables, prestar atención a las señales de saciedad de los niños, y evitar presionarles para que coman más cuando no quieren.
"Un entorno alimentario autoritario no permite que un niño desarrolle habilidades positivas para tomar decisiones y puede reducir su sentido de control, procesos importantes de desarrollo para los niños. Además, el enfoque autoritario se ha relacionado con que los niños tienen más probabilidades de comer cuando no tienen hambre y comen alimentos menos saludables que probablemente sean más altos en calorías, lo que aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad", han detallado los expertos.
La investigación sugiere que algunas estrategias pueden aumentar la variedad dietética de los niños durante los primeros años si son "quisquillosos" con los alimentos. Así, los autores señalan que ofrecer repetidamente a los niños una amplia variedad de alimentos saludables aumenta la probabilidad de que los acepten, al igual que cuando ven a los mayores comer con entusiasmo un alimento.
Con información de Europa Press