Comienza a parecer que la pandemia nunca acabará, pero los expertos en salud pública plantean ahora que la variante ómicron podría marcar el inicio de una "nueva normalidad", en que la COVID-19 se convierta en una enfermedad endémica, pero manejable.
"Siento que estamos pasando a una etapa de transición en la pandemia, y pienso que la ómicron representa un importante paso hacia el endemismo", comentó el lunes durante una conferencia de prensa de la Universidad de Duke, EEUU, que se enfocó en la pandemia el Dr. Christopher Woods, profesor de medicina, patología y salud global de la Duke, y jefe de la división de enfermedades infecciosas del Centro Médico de VA de Durham. "En este momento esta es mi perspectiva optimista".
Esto se debe a que el último aumento en los casos ha resultado menos letal, anotó, al menos entre las personas que han recibido las vacunas o los refuerzos.
Entonces, el aumento "ampliará la inmunidad poblacional", añadió Woods. Y ahora que los conteos de casos de ómicron están bajando en gran parte de Estados Unidos, predice que en primavera y verano habrá menos infecciones, si no aparece ninguna otra variante problemática.
Esta es una buena noticia mientras la pandemia pasa a su tercer año.
"Ninguno de nosotros, ni siquiera lo que escribimos sobre esto, podríamos habernos imaginado que ahora estaríamos entrando en el tercer año de la primera pandemia global y realmente devastadora del siglo XXI", señaló durante la conferencia el Dr. Jonathan Quick, profesor de la Duke.
Quick es profesor adjunto del Instituto de Salud Global de la Duke, y director administrativo de la respuesta, la preparación y la prevención de pandemias de la Rockefeller Foundation.
Quick apuntó a la "pasmosa" naturaleza de los dos primeros años, mientras el nuevo coronavirus mutaba en una nueva variante amenazante tras otra.
Aun así, cree con firmeza que ahora "tenemos las herramientas para frenar a la COVID-19 como pandemia global".
Sin embargo, añadió, "el aspecto de esta nueva normalidad, y la rapidez con que la logremos, dependerá básicamente de dos cosas: una es lo que hace el virus (y hasta ahora ha sido predeciblemente impredecible) y la otra lo que hacen los humanos".
¿Y ahora qué?
"Ya estamos de camino con las herramientas que tenemos", aseguró Quick, que describió tres posibles situaciones hipotéticas futuras.
Una es la erradicación total de la enfermedad, algo que solo se ha logrado una vez, con la viruela.
La segunda es la eliminación de la mayoría, aunque no todos, los brotes, algo que casi se logró a principios de este siglo en la lucha contra el sarampión.
Y la tercera es un cambio gradual de una amenaza en toda regla a una enfermedad endémica con la que los humanos aprendan a convivir.
Aun así, esto no significará un mundo libre de la COVID, enfatizó Woods.
Por una parte, visualiza una transición a picos anuales, en que es probable que el riesgo de infección aumente durante el invierno "como sucede con la influenza". Esto significa que "casi sin duda se necesitarán refuerzos anuales, y lo más probable es que haya que actualizar las vacunas de forma periódica", anotó Woods.
Otra experta de la Duke dijo que las vacunas han hecho una diferencia, y que seguirán haciéndola en el futuro.
"No tengo ninguna duda de que las vacunas seguirán teniendo un rol central en nuestra lucha contra la COVID-19 a medida que hacemos la transición a una fase endémica", señaló Lavanya Vasudevan, profesora asistente del departamento de medicina familiar y salud comunitaria de la Duke y del Instituto de Salud Global.
Es "terrorífico pensar en que los estragos habrían sido mucho mayores sin estas vacunas", añadió en declaraciones recogidas por el periodista especializado Alan Mozes, en un artículo que publica HealthDay News.
Pero incluso mientras las vacunas y la inmunidad natural impulsan el movimiento hacia una "nueva normalidad", Vasudevan advirtió que todavía quedan grandes dificultades.
Por un lado, la fatiga de la COVID hace que surja un exceso de confianza y reduce las tasas de vacunación. Y ante la continua resistencia a las vacunas y la desinformación, dijo que será esencial mantenerse enfocado "en los mensajes sobre la importancia de las vacunas".
Las vacunas tendrán que actualizarse
También se necesitarán nuevas vacunas dirigidas a los niños menores de 5 años, añadió Vasudevan.
Y tanto ella como Quick enfatizaron que, aunque las vacunas podrían ser un punto de inflexión, las que están disponibles todavía no son suficientemente buenas para el largo plazo.
Aunque reconoció que "vamos hacia un lugar al que ningún programa de salud pública ha ido antes con el nivel de vacunación que se necesita", Quick advirtió que "no vamos a poder mantener la protección de la vacunación... si tenemos que recibir un refuerzo cada seis o incluso cada 12 meses".
Entonces, "ahora de verdad necesitamos un método para obtener la mejor vacuna posible", añadió Quick.
"La realidad es que todavía no hay una idea clara de la durabilidad de las vacunas que tenemos. SI las personas tienen la esperanza de que la ómicron, como parece estar haciendo, se reduzca y vuelva al nivel relativamente bajo donde estábamos hace seis meses, habrá una tendencia a relajarse", advirtió. "Pero dado nuestro conocimiento en evolución sobre la durabilidad de las vacunas con las que contamos, y dada la necesidad de en realidad hacer un esfuerzo mucho más coordinado para crear nuevas vacunas que cubran a una variedad de coronavirus, debemos mantenernos alertas. Pasarán de seis a 12 meses antes de que me sienta cómodo diciendo que quizá estemos fuera de peligro".
Más allá de esto, tanto Vasudevan como Woods creen que es probable que las máscaras estén aquí para quedarse, al menos durante un tiempo.
"Me pueden incluir entre los que no disfrutan al usar una máscara", admitió Woods. "Pero siento que mi deber es proteger a los demás, tanto dentro como fuera del hospital".
Enfatizó que este imperativo significa que es probable que las máscaras sigan siendo inevitables en los ámbitos de la atención de la salud, al igual que al volar o utilizar el transporte público, aunque cree que su uso "fluctuará con la información que nuestros sistemas de vigilancia provean".
Garantizar que el sistema de vigilancia sea fuerte tendrá una inmensa importancia, concurrieron los tres expertos de la Duke, de forma que el público cuente con una idea en tiempo real sobre cómo comportarse a medida que el mundo pase a convivir con el virus.
Es importante "mantenerse alerta", señaló Quick, y añadió que se pueden sacar lecciones de la pandemia de gripe de 1918. En esa época, "hubo una diferencia cuádruple en la tasa de mortalidad en ciudades de este país", anotó. "Y lo que pasó fue que los lugares que bajaron la guardia demasiado pronto, que relajaron sus medidas de protección de forma muy prematura, fueron los más afectados".
Para prevenirlo, Quick visualiza el establecimiento de un sistema público de advertencias tempranas, que se parezca de cierta forma a los pronósticos meteorológicos.
"Hemos reducido las muertes relacionadas con el tiempo en un 95 por ciento en las últimas cinco décadas, al poder enterarnos de las advertencias", anotó. "Ahora, cuando viene un huracán... la mayoría de las personas cambian su conducta de forma adecuada. Esto es lo que debemos hacer".
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