Por The New York Times | Amanda Morris
Si se le pide que muestre su tarjeta de vacunación, Stacey Ricks puede elegir entre tres documentos.
Ricks, de 49 años, una receptora de trasplante de riñón que toma medicamentos inmunosupresores, no desarrolló anticuerpos después de recibir sus dos primeras dosis de la vacuna de Moderna.
En junio, sin revelar que ya se había sometido a las dosis de la vacuna de Moderna, recibió una inyección de la de Johnson & Johnson antes de que las autoridades federales de salud aprobaran la tercera dosis para cualquier grupo etario.
Conseguir su cuarta y quinta dosis fue más complicado. En julio, los registros de farmacia en el área de Houston, la ciudad donde vive, finalmente mostraron sus dosis anteriores. Como tenía un certificado del médico que explicaba que no había desarrollado anticuerpos, Ricks convenció a una farmacéutica para que le diera dos inyecciones de la vacuna Pfizer durante el verano.
“Ella me decía: 'No hay datos clínicos aquí'”, recordó Ricks. “Y yo le dije: ‘Oye, yo soy esa información clínica’”.
Ricks es una de las muchas personas con sistemas inmunitarios comprometidos en Estados Unidos que han eludido las pautas del gobierno y recibieron una cuarta o quinta dosis no autorizada.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) son los encargados de determinar cuándo se deben administrar dosis adicionales, pero algunos pacientes y sus médicos sienten que las agencias federales han actuado con mucha lentitud para proteger a los más vulnerables.
Israel ya comenzó a implementar la administración de una cuarta dosis, el primer ministro Naftali Bénet anunció el domingo que el país ofrecerá dosis adicionales a las personas de 60 años o más, así como a los trabajadores médicos, convirtiéndose en el primer país en implementar un refuerzo adicional de manera tan amplia.
En comparación, los CDC actualizaron sus pautas a final de octubre para decir que los grupos inmunodeprimidos serían aptos para una cuarta dosis seis meses después de una tercera. Para aquellos que siguieron las reglas, podrían recibir una cuarta inyección de la vacuna a partir de finales de febrero.
Pero a medida que surgen nuevas variantes como la ómicron y las tasas de vacunación continúan siendo bajas en muchas áreas, algo que preocupa a quienes tienen un sistema inmunitario débil, muchos de ellos están recibiendo dosis adicionales sin estar seguros de si son seguras o efectivas.
Por lo general, los médicos tienen la decisión de usar medicamentos aprobados fuera de los usos recomendados, así que es usual que los médicos receten una vacuna que esté completamente aprobada como la de Pfizer según lo consideren conveniente.
Pero, para recibir y administrar cualquier vacuna contra la COVID-19, los proveedores deben firmar un acuerdo legal con los CDC, lo que significa que, si infringen las reglas de la agencia, corren el riesgo de ser expulsados del programa de vacunación y podrían enfrentar un proceso judicial. Los CDC también advirtieron con anterioridad que los proveedores que administran dosis no aprobadas pueden no tener protección contra demandas legales de los pacientes si algo sale mal.
Los expertos legales dicen que el gobierno ha hecho poco para hacer cumplir las regulaciones y parece poco probable que busque castigar a la mayoría de los proveedores.
La gente que recibe las dosis adicionales no está haciendo nada ilegal. Podrían enfrentar demandas si los proveedores de vacunas deciden tratar de atraparlos por mentir, pero eso es extremadamente improbable, según Govind Persad, profesor asistente de Sturm College of Law en la Universidad de Denver.
La FDA y los CDC no respondieron a las consultas para este reportaje.
Recibir dosis adicionales parece haber funcionado para algunos, hasta cierto punto. Después de la quinta dosis, el médico de Ricks le envió una nota en la que decía que había desarrollado una respuesta de anticuerpos “moderada”, pero que “todavía no era una respuesta típica”. Ella ha continuado tomando precauciones adicionales como si no estuviera vacunada.
Los investigadores dicen que es posible que algunas personas inmunodeprimidas, según su afección y los medicamentos que tomen, nunca generen una respuesta del sistema inmunitario, sin importar cuántas inyecciones reciban. Los médicos y defensores de las dosis adicionales dicen que Estados Unidos tiene un excedente de vacunas, por lo que la alternativa a menudo es dejar que se desperdicien.
Los niveles más altos de anticuerpos parecen correlacionarse con una mejor protección contra el virus, pero los investigadores no están exactamente seguros del nivel de protección que brindan las diferentes cantidades de anticuerpos y la FDA no recomienda que las personas utilicen pruebas de anticuerpos para medir la inmunidad.
Los CDC estiman que hay alrededor de 7 millones de personas inmunodeprimidas en el país, pero es difícil saber quién se beneficiará de las dosis adicionales, según explica Robert Wachter, presidente del Departamento de Medicina de la Universidad de California, campus San Francisco.
“Quizás esto es, en este momento, más improvisación que ciencia”, dijo.
En abril, con la aprobación de su equipo de trasplantes, Chris Neblett, quien hace poco se mudó a Indiana, Pensilvania, recibió una tercera dosis.
Neblett, de 44 años, no tenía idea de si la dosis adicional podría ayudarle: los medicamentos que toma para su trasplante de riñón inhiben su sistema inmunitario y le impidieron generar anticuerpos después de recibir dos dosis de la vacuna de Pfizer.
“Claro, estábamos eludiendo la normativa, pero ¿cuáles fueron las repercusiones?, en realidad no hubo ninguna”, dijo.
Neblett generó niveles bajos de anticuerpos después de recibir su tercera dosis de la vacuna de Pfizer, pero no fue hasta su cuarta inyección en noviembre que sus niveles de anticuerpos coincidieron con la respuesta de un individuo normal y saludable.
Neblett cree que haberse arriesgado sirvió a un bien mayor: está inscrito en un estudio del Hospital Johns Hopkins sobre las respuestas de los pacientes con trasplantes de órganos a la vacuna. Sus datos y los de quienes también actuaron fuera de las pautas oficiales ayudaron a convencer a los CDC y a la FDA de autorizar la tercera dosis para grupos vulnerables, según Dorry Segev, cirujano de trasplantes de la Universidad Johns Hopkins que trabaja en el estudio. Segev dijo que cientos de pacientes en su investigación recibieron dosis no autorizadas.
“Están actuando por desesperación”, dijo.
“En lugar de decir: ‘Qué vergüenza estas personas’, yo diría: ‘Qué vergüenza es el sistema que hemos creado’”. Una posible alternativa a tener que recurrir a más dosis de las vacunas implica el uso de anticuerpos monoclonales para proteger a los pacientes, dijo Lianne S. Gensler, reumatóloga de la Universidad de California, campus San Francisco. La mayoría de los tratamientos con anticuerpos monoclonales han escaseado, lo que significa que solo se han utilizado como tratamiento posterior a la exposición en lugar de una medida preventiva. Para empeorar las cosas, ómicron hizo ineficaces algunos tratamientos con anticuerpos monoclonales existentes.
En diciembre, la FDA aprobó un tratamiento preventivo de anticuerpos monoclonales a largo plazo destinado específicamente a las poblaciones vulnerables, pero es posible que, al principio, las dosis sean limitadas. Frascos y agujas usados en una clínica de vacunación en Norristown, Pensilvania, el 23 de diciembre de 2021. (Kriston Jae Bethel / The New York Times) Un letrero que promociona el COVID-19 y las vacunas contra la influenza en una farmacia en Queens, el 22 de diciembre de 2021. (Janice Chung / The New York Times)
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