El uso de las redes sociales, en concreto consultarlas con
frecuencia durante los primeros años de la adolescencia, puede estar asociado a
cambios en la sensibilidad del cerebro a las recompensas y los castigos
sociales.
Así lo sugiere una investigación que publica hoy Jama Pediatrics realizada por
investigadores estadounidenses que estudiaron a más de un centenar de alumnos
de entre 12 y 13 años de tres escuelas rurales en Carolina del Norte.
El estudio de la Universidad Carolina del Norte en Chapel Hill siguió a los
participantes durante tres años y se centró en la frecuencia de uso de tres
redes sociales: Facebook, Instagram y Snapchat.
Los adolescentes fueron sometidos a resonancias magnéticas para analizar la
respuesta de diferentes regiones del cerebro, como la corteza prefrontal y la
amígdala, en situaciones de refuerzo o castigo al consultar las redes.
Los investigadores precisan que son necesarios más estudios para examinar las
asociaciones a largo plazo entre el uso de las redes sociales, el desarrollo
neuronal de los adolescentes y la adaptación psicológica para comprender los
efectos de esta influencia omnipresente en su desarrollo hoy en día.
Aunque el estudio es metodológicamente correcto, la cantidad de participantes
“no es suficiente” para que los resultados puedan ser “generalizables a
poblaciones mayores”, en opinión del catedrático de Psicobiología de la
Universidad Autónoma de Barcelona, Ignacio Morgado, que no participó en el
estudio.
Morgado, citado por Science Media Center, estima que las conclusiones
necesitarían “probablemente un mayor número” de participantes para poder
generalizarse, “especialmente por las variaciones que se observan según la
frecuencia de consultas que los sujetos tienen en internet”.
Los participantes en la investigación señalaron al inicio
cuántas veces consultaban al día las citadas redes sociales, desde menos de una
vez a más de veinte veces.
Los “me gusta”, las notificaciones y los mensajes llegan de forma impredecible
en un programa de refuerzo variable de máxima potencia, lo que condiciona a los
individuos a consultar habitualmente las redes sociales en previsión de esta
retroalimentación social.
Los participantes asistieron a sesiones durante las que tenían que completar
una tarea mientras se les hacía un escáner para medir las respuestas neuronales
al anticipar la recepción de recompensas sociales y evitar castigos sociales.
Aquellos que realizaban conductas habituales de control de las redes mostraron
una trayectoria de neurodesarrollo distinta en las regiones del cerebro que
comprenden las redes de control cognitivo, motivacional y de relevancia
afectiva en respuesta a la anticipación de recompensas y castigos sociales,
escribe el equipo.
Estos resultados “sugieren” que la comprobación habitual de las redes sociales
en la adolescencia temprana puede estar asociada en el tiempo “con cambios en
la sensibilidad neural a la anticipación de recompensas y castigos sociales, lo
que podría tener implicaciones para el ajuste psicológico”.
EFE