Por The New York Times | Claire Cain Miller and Margot Sanger-Katz
Los argumentos de la semana pasada ante la Corte Suprema de Estados Unidos sobre una ley que regula el aborto en Misisipi plantearon la posibilidad de volver a una época de hace medio siglo, cuando el procedimiento era ilegal en la mayor parte de Estados Unidos y las mujeres, con un riesgo enorme, intentaban interrumpir el embarazo por su cuenta o buscaban abortos en callejones.
Si el tribunal superior decide revocar o debilitar la histórica sentencia del caso Roe contra Wade, dará paso a una era algo diferente. El aborto seguiría siendo legal en más de la mitad de los estados, pero no en una amplia franja del Medio Oeste y del sur del país.
Es casi seguro que las legislaturas de 22 estados prohibirían o restringirían de manera considerable el acceso al aborto. Algunas mujeres podrían viajar fuera del estado para someterse al procedimiento. Otras tendrían acceso a una vía al aborto hasta cierto punto segura y fácil de supervisar: las píldoras, en algunos casos ilícitas, que ahora ofrecen una alternativa casera a las clínicas.
Muchas mujeres, en su mayoría de escasos recursos, tendrían que gestar a sus bebés a término contra su voluntad y dependerían de una red de seguridad social que es más magra en comparación con la mayoría de las naciones ricas y que además sería más escasa en algunos estados que en otros.
En la práctica, un Estados Unidos sin la jurisprudencia Roe sería muy diferente para distintas personas. Para las mujeres de los estados demócratas y las mujeres de otros lugares que tienen los medios para viajar a una clínica, el aborto seguiría siendo accesible. Para las mujeres pobres de muchos estados republicanos, viajar a otros estados para abortar en una clínica podría ser un desafío fuera de su alcance.
Sin la sentencia del caso Roe, la cantidad de abortos legales en el país disminuiría al menos un 14 por ciento, según una investigación realizada por un equipo del Middlebury College, la Universidad de California en San Francisco y el Instituto Guttmacher, basada en los efectos del cierre de clínicas en Texas entre 2013 y 2016.
Ese resultado sería la culminación del esfuerzo de décadas del movimiento antiabortista. “Eso crearía una cultura en la que podríamos promulgar políticas y legislación para apoyar a las mujeres y los niños en nuestro estado”, dijo Laura Knight, presidenta de Pro-Life Mississippi.
Cerca de la mitad de las mujeres que no pueden acceder a un aborto legal llevarían el embarazo a término, según sugieren otras investigaciones realizadas en Texas. El resto encontraría otra forma de interrumpirlo, como cruzar las fronteras estatales.
En cierto modo, un Estados Unidos posterior a la jurisprudencia Roe sería un reflejo del país antes de que existiera dicha jurisprudencia. Entonces, el aborto solía ser legal en cuatro estados y trece más admitían el aborto por razones de salud. Las mujeres que podían permitírselo viajaban fuera del estado para buscar el procedimiento. Pero muchas mujeres recurrían a ganchos de metal, productos químicos, proveedores no calificados de abortos y otros métodos peligrosos. A principios de la década de 1960, el Hospital del Condado de Cook, en Chicago, atendía a más de 4000 mujeres al año por los efectos de abortos ilegales frustrados, que podían causar la muerte.
Ahora, hay opciones más seguras. A diferencia de los años 60, el internet ha facilitado que las mujeres sepan dónde pueden practicarse un aborto legal o pedir píldoras en el mercado negro que pueden interrumpir el embarazo de forma segura y eficaz hasta las 10 semanas. Ya son muchas las mujeres estadounidenses que solicitan estas píldoras por internet o que cruzan la frontera con México, donde se venden sin receta médica como medicamentos para tratar úlceras gástricas. Aid Access, un grupo que pone en contacto a mujeres con médicos europeos y píldoras de la India, trabajará con mujeres de los 50 estados.
En la práctica, es ilegal vender medicamentos de otro país, recetados a pacientes estadounidenses, sin una receta de un médico autorizado en Estados Unidos, pero su aplicación es difícil. Algunos estados ya están añadiendo restricciones: el jueves entró en vigor en Texas una ley que prohíbe el aborto con medicamentos después de las siete semanas, lo cual convierte en un delito proporcionar las píldoras, aunque no tomarlas.
“Veremos que algunas mujeres seguirán haciendo cosas peligrosas, como pedirle al novio que la golpee en el vientre o tirarse ellas solas por las escaleras o tomar hierbas peligrosas”, afirmó Carole Joffe, profesora del Centro Bixby de Salud Reproductiva Global de la Universidad de California en San Francisco, que ha estudiado la historia del aborto en Estados Unidos. “Pero ahora existe una opción extrajudicial muy segura”, agregó.
En la actualidad, hay al menos una clínica de aborto en cada estado y la mayoría de las mujeres viven a una hora de distancia de una. Pero sin las protecciones de Roe, las clínicas de 22 estados cerrarían ya que el aborto se prohibiría de inmediato o en un plazo más o menos corto, según un análisis de las leyes estatales del Centro de Derechos Reproductivos, que litiga en casos de aborto. Los 22 estados representan el 42 por ciento de las mujeres estadounidenses en edad fértil.
Dejar la legislación sobre el aborto en manos de las legislaturas estatales ha sido un objetivo del movimiento antiabortista, aunque algunos preferirían ir más allá, con el establecimiento de una política nacional que acabara con el aborto en todo Estados Unidos. Este objetivo no puede lograrse solo con la anulación de la sentencia del caso Roe. Requeriría una acción federal o una sentencia diferente de la Corte Suprema que conceda derechos constitucionales a los fetos.
La Corte Suprema, que se espera que se pronuncie en junio, quizá se abstenga de anular Roe o haga concesiones que permitan que los abortos durante las primeras etapas del embarazo sigan estando protegidos. Sin embargo, muchos expertos jurídicos atentos a los argumentos orales afirman que es probable que Roe se vea debilitado de manera sustancial.
Las mujeres más afectadas en los estados con prohibiciones serían aquellas que no pueden viajar con facilidad. La mayoría de ellas son pobres, negras, latinas, adolescentes, sin seguro médico e inmigrantes que residen en el país sin papeles.
“Las más vulnerables no tendrán acceso al aborto y se verán obligadas a cargar con embarazos para los que no estaban preparadas”, explicó Tammi Kromenaker, directora de la Red River Women’s Clinic, el único proveedor de abortos en Dakota del Norte, sujeto a una ley de activación que volvería ilegal el aborto en caso de que se anule el fallo del caso Roe.
A medida que algunos estados han endurecido las restricciones al aborto en los últimos años, más organizaciones ayudan a las mujeres a reservar y pagar los vuelos o la gasolina, los hoteles y el cuidado de los niños. Pero sus dirigentes dicen que no tienen capacidad, ni en dinero ni en personal, para ayudar a todas las mujeres que lo necesitarían en el sur y el Medio Oeste del país en caso de que se anulara la ley Roe.
Uno de estos grupos, Fund Texas Choice, recibió unas 35 llamadas al mes antes de que Texas prohibiera la mayoría de los abortos en septiembre y pudo ayudar a casi todas las que llamaron. Desde entonces, ha recibido hasta 300 llamadas al mes y ha tenido que rechazar a la mitad, reveló Anna Rupani, directora ejecutiva del grupo. El 70 por ciento de sus pacientes son personas de color y el 60 por ciento tienen hijos.
“Será insostenible si se anula Roe”, dijo.
Muchos de los estados que prohibirían el aborto también son los que menos apoyo social prestan a las mujeres y los niños, como un acceso sólido a los servicios de planificación familiar o a la licencia familiar remunerada, y tienen altos niveles de pobreza infantil. Los estudios han demostrado que la falta de acceso al aborto tiene efectos económicos que duran años. Los demócratas en el Senado están analizando una ley que ayudaría a ampliar el apoyo a las madres y los niños, incluyendo la ampliación de los créditos fiscales por hijos, la expansión de Medicaid y el establecimiento de fondos federales para el cuidado de los niños y la educación preescolar. En algunas partes del país, es más fácil imaginar un mundo sin la jurisprudencia Roe porque, en muchos sentidos, ese mundo ya está ahí. En cuatro estados —Misuri, Misisipi, Dakota del Norte y Dakota del Sur— solo hay una clínica que suministra el procedimiento.
En Texas, una ley que entró en vigor en septiembre prohíbe el aborto después de que se detecte la actividad cardíaca del feto, que es alrededor de las seis semanas de embarazo. En septiembre, los abortos legales en el estado se redujeron a la mitad, según una investigación del Proyecto de Evaluación de Políticas de Texas, de la Universidad de Texas en Austin. Con la ayuda de grupos que ofrecían subvenciones y ayudas para el viaje, algunas mujeres pudieron buscar atención en los estados vecinos. Pero otras no pudieron hacer el viaje. Y las clínicas cercanas se vieron sobrecargadas por el aumento de pacientes, lo que hizo que algunas mujeres estuvieran demasiado avanzadas en sus embarazos para buscar atención allí.
Con el tiempo, algunas clínicas se adaptarán, ya sea ubicándose cerca de las fronteras estatales o ampliando su capacidad para acoger a más pacientes. La Hill Top Women’s Reproductive Clinic, que era la única clínica de aborto de El Paso, ya cerró este año. Volvió a abrir al otro lado de la frontera de El Paso, en Santa Teresa, Nuevo México. Si la Corte Suprema de Estados Unidos decide revocar o debilitar la histórica sentencia de Roe contra Wade, los abortos legales disminuirían, sobre todo entre las mujeres pobres del sur y el Medio Oeste del país, según los investigadores. La fiscal general de Misisipi, Lynn Fitch, y el abogado general del estado, Scott Stewart, a la izquierda, afuera de la Corte Suprema de Estados Unidos, donde los magistrados escucharon argumentos sobre la ley estatal del aborto, en Washington, el 1 de diciembre de 2021. (Kenny Holston/The New York Times)
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