Por The New York Times | Catherine Pearson
En realidad, jamás presencié la ira pura hasta que me convertí en madre de niños pequeños. Mis hijos, que ya son un poco mayores, no eran muy propensos a los berrinches, pero cuando lo hacían, lo hacían con todo: gritos, sollozos, sacudidas de todo el cuerpo... todo.
Me desconcertaban sus ataques de ira y a veces me preocupaba qué tipo de personas estaba criando.
“A muchos nos enseñaron que la ira es mala, y que demostrar que estamos enojados y expresar nuestros sentimientos también lo es”, afirmó Jazmine McCoy, psicóloga infantil y familiar y autora del libro “The Ultimate Tantrum Guide”.
No obstante, la ira no es mala, señaló McCoy; expresarla tampoco es intrínsecamente peligroso o irrespetuoso. Aprender a manejar la ira es una habilidad para toda la vida que les permite a los niños funcionar en casa, en la escuela y en el mundo sin perder el control. Además, es una habilidad que los padres pueden ayudar a fomentar en sus hijos.
No les tengas miedo a los berrinches
Al hablar de los niños y el enojo, puede ser útil recordar hechos muy sencillos: en primer lugar, la ira es una emoción humana básica; en segundo lugar, las emociones existen para hablarnos de nosotros mismos y de nuestras relaciones, explicó Dave Anderson, psicólogo clínico y vicepresidente de programas escolares y comunitarios del Child Mind Institute, una organización sin fines de lucro que ofrece terapia a niños y familias. Las emociones pueden ayudarnos a responder dudas básicas: ¿Qué nos gustaría tener en abundancia? ¿Qué cosas nos gustaría que ya no ocurrieran?
Recordar que el enojo es un aspecto intrínseco del ser humano puede ayudarte a responder ante la conducta de un niño desenfrenado con una actitud compasiva en lugar de crítica. Gritarle a un niño (que a su vez te grita a ti y al mundo) solo agravará la situación.
También puede ser útil recordar que los berrinches y rabietas (términos no clínicos que describen esos momentos desagradables en los que tu hijo pierde los estribos) son un rito de iniciación, en especial en el caso de los niños menores de 3 años que siguen aprendiendo a autorregularse.
Vocabulario emocional
“Nómbralo y dómalo”, una frase acuñada por el psicólogo Dan Siegel, es un mantra muy repetido entre los especialistas en desarrollo infantil que creen en la importancia de enseñar a los niños a identificar y etiquetar sus sentimientos para que puedan hablar de lo que están viviendo.
McCoy recomienda leerles a los bebés libros sencillos de cartón con imágenes de otros niños sonriendo, riendo o frunciendo el ceño, las cuales les parecen “cautivadoras”.
Las evidencias demuestran que ya con 6 meses los bebés pueden empezar a identificar emociones en otras personas.
Diles a los niños cuando estás molesto
En ocasiones, los padres sienten que deben proteger a sus hijos de sus propias emociones, pero externar los sentimientos en momentos de ira o frustración puede ser muy didáctico. Descríbele a tu hijo qué sientes. ¿Tus pensamientos van a mil por hora? ¿Tu corazón late a toda velocidad?
“Tomarse el tiempo para bajar el ritmo e identificar lo que le sucede a tu cuerpo (y cómo saber que estás sintiendo lo que sientes) es una experiencia muy poderosa”, aseveró McCoy.
Identifica cómo lidiar con las emociones
Los niños también necesitan descubrir sus propias maneras de autorregularse, y estas pueden ser distintas de las tuyas.
Ayudar a tu hijo a encontrar una salida (o salidas) para la ira puede requerir experimentación. Algunos niños responden con ejercicios sencillos de respiración profunda, dijo Anderson. Otros pueden requerir una liberación física más intensa.
Establece límites
Los niños deben aprender a discernir que, aunque todas las emociones son válidas (incluida la ira), no todos los comportamientos lo son, comentó McCoy. Por lo tanto, es importante establecer límites claros y coherentes en torno a los comportamientos agresivos o inseguros.
Y si parece que tus hijos se enojan con mucha frecuencia, o que batallan para regular sus reacciones, consulta a su pediatra o a un proveedor de servicios de salud mental.
Escucha a tu hijo
En cuanto al panorama general, es importante asegurarte de que tus hijos tengan oportunidades de sobra para hablar de sus sentimientos (enojo, tristeza, entusiasmo, todo ello) con amigos de confianza, miembros de la familia o un proveedor de salud mental.
No siempre es fácil enterarte que tus hijos están pasando por un momento difícil, pero esas conversaciones y conexiones son esenciales para validar lo que están experimentando y proporcionar una liberación emocional.
“Me gusta decir que la mejor manera de controlar la ira es sentirse comprendido”, concluyó McCoy. “A menudo, cuando estamos enojados, en realidad nos sentimos asustados, incomprendidos y desconectados”. Estar enojado es una emoción básica y aprender a lidiar con ella puede facilitar la vida de todos. (Jess Cheetham/The New York Times)