El estudio, liderado por el investigador Luciano Di Croce y publicado en la revista Science Advances, demuestra que el gen Phf19 es esencial para la diferenciación de las CMH, ubicadas en la médula ósea, y que su ausencia genera desequilibrios en el tejido sanguíneo equivalentes a los efectos que causa naturalmente el envejecimiento.

El proceso de transición de las CMH a células especializadas está regulado por proteínas que determinan los genes que se expresan en cada momento y tejido celular, y es precisamente este mecanismo el que los científicos han puesto en el punto de mira en su estudio.

Para ello, modificaron genéticamente a ratones y se les eliminó el Phf19 sin condicionar la vida de los animales, lo que les permitió descubrir que, sin el mismo, las regiones del genoma que contienen los genes responsables por la diferenciación de las CMH están más compactadas y no se expresan.

En consecuencia, las CMH se mantienen inactivas, comprometiendo la diferenciación de las células sanguíneas (glóbulos blancos, glóbulos rojos, plaquetas, entre otros).

Gracias a estos resultados, los investigadores se percataron de que esta situación no afecta a la vida de los ratones en ciertas condiciones, pero en momentos de riesgo -como un trasplante o durante el proceso de envejecimiento- la dificultad de producir células diferenciadas sí compromete el buen funcionamiento del tejido.

A largo plazo, los animales a los que les falta el gen Phf19, acumulan desórdenes en la composición de la sangre compatibles con las primeras fases de la leucemia.

El primer coautor del artículo, Pedro Vizán, destacó que el estudio de los procesos mediante los cuales las células madre regulan la información genética para producir células especializadas es esencial para entender cómo las células adquieren la pluripotencia y su capacidad de proliferación, características clave para formar un tumor.

"La falta de Phf19 incrementa la probabilidad de sufrir desórdenes en la composición de la sangre. Por eso estamos estudiando su posible rol como precursor de tumores, o bien si sería una diana como anticancerígeno", relató uno de los autores del artículo, Pedro Vizán.

Y es que cuando se produce una herida o hemorragia o cuando es preciso renovar las propias células, las CMH, que normalmente se mantienen inactivas, comienzan a dividirse y producir células especializadas, lo que garantiza el equilibrio del tejido sanguíneo.

"Las células de la médula ósea están en división constante y son muy sensibles a factores ambientales, como podría ser la radiación o la quimioterapia", explicó la coautora del artículo, Arantxa Gutiérrez, quien detalla que "cualquier cambio que afecte a la expresión genética de las CMH puede tener una gran repercusión en el equilibrio de la sangre".

Por su parte, el investigador principal, Luciano Di Croce, subraya que, mientras la mayoría de los estudios realizados hasta el momento "eliminaban todas las funciones bioquímicas del complejo multiproteico del que forma parte el Pfh19", este estudio suprimió un único gen, lo que permitió descubrir una "función inesperada en la regulación de las CMH".

Fuente: EFE