Aunque la mitad de las madres de niños con autismo sufren síntomas de depresión, un nuevo estudio ha descubierto que esto no aumentó el riesgo de problemas conductuales en sus hijos.
Fue un hallazgo tanto sorprendente como alentador, aseguró la primera autora del estudio, Danielle Roubinov, profesora asistente del departamento de psiquiatría y ciencias de la conducta de la Universidad de California, en San Francisco.
"No observamos que los síntomas de depresión de la madre predijeran más problemas de la conducta en el niño con el tiempo, y esto nos pareció bastante interesante, sobre todo en familias con un niño con autismo", anotó Roubinov.
"Y el motivo de esto es que las mamás (y todos los padres, pero las mamás en particular) de niños con autismo pueden cargar con mucha culpa y remordimientos y estigma alrededor del diagnóstico de su hijo", explicó. "Muchas preocupaciones de si ellas lo han causado. De cuál es su rol. Así que de verdad deseábamos resaltar aquí que, sí, la salud mental materna e infantil están relacionadas entre sí, pero incluso en estos contextos familiares de alto estrés, tener una mamá que se enfrenta a la depresión no necesariamente contribuye a más problemas de la conducta con el tiempo".
Pero las tasas de depresión materna fueron altas: mientras un 50 por ciento de las madres de niños con autismo tenían unos niveles elevados de síntomas de depresión a lo largo de un periodo de 18 meses, esta cifra fue de entre un 6 y un 13 por ciento de las madres cuyos hijos no tenían autismo.
Los resultados resaltan la necesidad de pensar sobre la salud mental y el bienestar de los padres, incluso cuando el paciente al que se da respaldo es un niño, comentó Roubinov en declaraciones recogidas por la reportera especializada Cara Murez, en un artículo que publica HealthDay News.
"Muchos de nuestros tratamientos o intervenciones para los problemas conductuales de los niños se enfocan en el niño o se enfocan en la crianza, y sin duda ambas cosas son de verdad importantes. Pero aparte de esto, pienso que sugiere a los profesionales de atención de la salud y a otros profesionales de la salud mental que de verdad deben pensar sobre la salud mental a nivel de la familia. ¿Cómo estamos respaldando a todos los miembros de la familia?", planteó.
Incluso en las evaluaciones estándar, cualquier historial de problemas de la salud mental en la familia se toma en cuenta, apuntó Roubinov, pero no siempre se sigue con tratamiento.
"Debemos pensar no solo sobre esto como parte de la evaluación, sino también pensar en esto como parte del plan de tratamiento", sugirió.
Para medir los síntomas de depresión, los investigadores utilizaron una prueba llamada Inventario de Síntomas de Depresión, que las madres mismas rellenaron. Las mamás también reportaron las conductas de los niños mediante la Escala de Conductas Infantiles Difíciles. El equipo trabajó con 86 parejas de madres e hijos, la mitad de las cuales incluían a niños con autismo, y la otra mitad a niños neurotípicos. Alrededor de un 75 por ciento de los niños incluidos en el estudio estaban en edad de la escuela primaria o eran más pequeños, aunque algunos tenían hasta 16 años.
Los hallazgos se publicaron en la edición del 26 de agosto de la revista Family Process.
"Indica que es algo que podemos utilizar para tranquilizar a las madres respecto a que, esencialmente, tener problemas de la salud mental no empeora la conducta de sus hijos", señaló la Dra. Ludmila De Faria, presidenta del Comité de Salud Mental de las Mujeres de la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association) y profesora asociada de psiquiatría del Colegio de Medicina de la Universidad de Florida, en Gainesville. "Sin duda es algo positivo".
Aunque saber que su estado de salud mental no necesariamente empeora la condición de sus hijos podría ser un alivio, tal vez no mejore la depresión, según De Faria, que no participó en el estudio.
"Los cambios hormonales en las mujeres contribuyen a la depresión, por ejemplo", apuntó De Faria. "Hay factores genéticos. La predisposición genética podría ser un factor contribuyente. Unos eventos adversos en la niñez de las madres mientras crecían, factores ambientales como los determinantes sociales de la salud, vivir en la pobreza, no tener acceso a la atención de la salud, no tener accesos a recursos para su hijo, lo que incluye al cuidado de relevo. Todo esto, que podría caer en la categoría de los determinantes sociales de la salud, podría estar contribuyendo al desarrollo de la depresión".
Pero solo contarles sus sentimientos a los médicos de atención primaria podría ayudar a las mujeres a obtener remisiones para el tratamiento, anotó.
"Desde la perspectiva de la salud mental de las mujeres, pienso que es magnífico que las personas estén abordando esto", apuntó De Faria. "Y pienso que es magnífico que ahora la investigación esté llegando y que en realidad esté separando y observando la causalidad y en qué dirección van las cosas, y en realidad mostrar a las madres que si tienen acceso al respaldo adecuado, entonces no importa si una está deprimida o si tiene o no un diagnóstico de depresión, esto no es necesariamente la causa más importante de los problemas de sus hijos".