El mandatario participó en la inauguración de una obra dirigida a aumentar la oferta de agua potable en quince municipios del interior del estado de Pernambuco, una región del noreste del país castigada históricamente por graves sequías, e insistió en la necesidad de que el país retome por completo la actividad productiva y comercial.
"Algunos políticos cerraron todo durante la pandemia y yo siempre dije que no tenían que cerrar nada", declaró el gobernante en alusión a las duras medidas restrictivas adoptadas por gobernadores y alcaldes en los momentos más graves de la crisis sanitaria, ya muy relajadas pero aún en vigor en algunos sectores del comercio.
Según sostienen muchos especialistas en salud, ese ablandamiento de las medidas de aislamiento social mantiene aún alta la incidencia de la pandemia en el país, que se acerca a los 144.000 muertos y los 4,9 millones de casos registrados en los últimos seis meses.
La curva epidemiológica ha registrado en las últimas semanas unas fuertes oscilaciones, pero este miércoles dio señales preocupantes al volver a superar el millar de muertes diarias, lo que no sucedía desde el pasado 15 de septiembre.
La Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), reconocido centro brasileño de investigación médica, ya ha advertido de que el país puede estar frente a una nueva ola de la pandemia "con tendencia a largo plazo" y ha recomendado "reforzar las medidas de protección", un mensaje al que se opone el discurso del mandatario.
"Tenemos que cuidar de los más ancianos, pero fuera de eso, tenemos que trabajar" porque "Dios nos dio la hidroxicloroquina" para curar la COVID-19, reiteró este jueves Bolsonaro, un constante promotor de ese antipalúdico como remedio eficaz para el coronavirus, pese a las dudas que genera en buena parte de la comunidad científica.
"Tenemos que buscar una solución para nuestros problemas. Dios, patria y familia", declaró el gobernante.
Fuente: EFE