Cambiar
medicamentos por clases de baile o natación forma parte de un proyecto
impulsado por varios centros médicos de Austria que recetan actividades
sociales a sus pacientes para combatir la soledad y la pobreza.
La llamada “prescripción social” es una fórmula financiada por el ministerio de
Salud austríaco para garantizar el acceso a actividades que promuevan la “salud
social” de las personas que viven aisladas, muchas de ellas mayores y con
escasos recursos económicos.
Los expertos reconocen la influencia positiva de las relaciones personales
sobre la salud física y mental en pacientes cuyos problemas no se solucionan
con medicamentos.
En lo que va de este año, se han prescrito en Austria 220 actividades sociales
en el marco de este programa.
Contra la soledad
Para Daniela Rojatz, responsable de este proyecto piloto en el que participan
por ahora nueve centros sanitarios, prescribir actividades sociales sirve para
integrar a los pacientes en asociaciones de vecinos y clubes deportivos donde
puedan relacionarse.
“Gracias a la prescripción social nos dimos cuenta de que la gente necesita a
alguien con quien conversar”, explicó a EFE en Viena.
Según
cifras oficiales, casi la mitad de los austríacos mayores de 60 años de edad
vive solo.
“Normalmente, las necesidades del paciente las determina el doctor, que escribe
la receta”, señala Rojatz. Luego, una vez diagnosticado, el paciente espera en
una sala donde un trabajador social está listo para conversar con él.
Los especialistas, que pueden ser también enfermeros o terapeutas, funcionan
como un enlace entre médico y paciente, al que remiten a grupos con
actividades, que pueden ser de autoayuda o de clases de baile o natación, entre
otros.
En muchos casos, el paciente reportó alivios en sus dolencias físicas o
emocionales.
Otra opción es que los pacientes busquen por su cuenta una solución. En ese
caso, el objetivo de la prescripción social es proporcionarles “ese pequeño
empujón que les ayude a salir de casa”, cuenta Rojatz.
Y la pobreza
La “prescripción social” también está pensada para personas con problemas
económicos, que reciben ayudas de organizaciones como AmberMed, que brinda
atención sanitaria “ad honorem” a personas sin seguro médico en Austria.
Para su plantilla, compuesta de ocho médicos y dos trabajadores sociales,
recetar actividades deportivas es solo el último paso de una “pirámide de
necesidades”, pero al menos gracias a ellas los pacientes tienen acceso a
instalaciones deportivas que no podrían costearse solos.
“Decirle a alguien que vive en condiciones inmensamente precarias que pague de
30 a 50 euros en un club deportivo, o que se integre en su comunidad local sin
hablar alemán, es muy difícil”, explica a EFE Lisa Lehner, una de las
doctoras de AmberMed, y añade: “Para prescribir actividades sociales, primero
tienes que solucionar problemas existenciales. Sin comida, no puedes hacer
ejercicio”.
Muchos de sus pacientes trabajan de forma ilegal y sin amparo legal, por lo que
no tienen seguro médico público.
Ayuda psicológica
Dentro del espectro de servicios que se ofrecen, los pacientes también pueden
recibir ayuda psicológica y asesoramiento nutricional.
Una de las pacientes de Lehner tiene 36 años y es madre soltera de dos hijos.
Vive en el apartamento de su hermana, de la que recibe lo básico para llegar a
fin de mes, y tiene problemas de peso que ponen en riesgo su salud.
“Cuando hablaba con nosotros, la mujer nos contaba que la depresión le impedía
levantarse de la cama. Se sentía desmotivada para hacer cosas que antes
disfrutaba, como cocinar, pasear o llevar a sus hijos al parque”, relata la
médica.
El pasado junio, decidieron recetarle cursos de ejercicio físico y un programa
de dieta. Dos meses después, la mujer, de origen extranjero, pidió aprender
alemán para poder integrarse en la vida social de Viena. Gracias al programa de
la prescripción social, AmberMed le consiguió una plaza en un curso.
“Desde entonces, la mujer participa en las clases y nos envía fotos de sus
éxitos en el curso. También ha vuelto a cocinar y a caminar de nuevo”, concluye
Lehner con satisfacción.
Jesús Calero para EFE