Por The New York Times | Andrew Jacobs
En algún momento de los próximos años, los 30 millones de fumadores de Estados Unidos podrían despertarse un día y descubrir que los cigarrillos que se venden en gasolineras, tiendas de abarrotes y fumaderos contienen cantidades tan minúsculas de nicotina que no pueden obtener su dosis habitual al encenderlos.
¿Se verían los fumadores sumidos en la agonía de la abstinencia de nicotina y buscarían su marca favorita con toda la nicotina en los mercados ilícitos o recurrirían al vapeo, a los chicles de nicotina y a otras formas menos dañinas de conseguir ese subidón que alivia la ansiedad?
Ese tipo de posibilidades se acercaron a la realidad en junio, cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) dijo que iba a reducir los niveles de nicotina en los cigarrillos como iniciativa para disminuir los efectos sobre la salud de una adicción que cobra la vida de 480.000 personas al año.
La agencia fijó el próximo mes de mayo como plazo para presentar una propuesta totalmente desarrollada. Pero muchos expertos esperan que los reguladores defiendan una reducción inmediata del 95 por ciento en los niveles de nicotina, la cantidad que los estudios financiados por el gobierno federal han determinado como la más eficaz para ayudar a los fumadores a dejar el hábito.
Podrían pasar años antes de que cualquier nueva política entre en vigor, si sobrevive a la oposición de la industria del tabaco. Aun así, los expertos en salud afirman que cualquier esfuerzo por reducir la nicotina de los cigarrillos a niveles no adictivos sería un experimento radical, que nunca se ha llevado a cabo en ningún otro país.
La ciencia de la adicción a la nicotina ha avanzado mucho desde 1964, cuando un informe del director general de sanidad de Estados Unidos relacionó por primera vez el tabaquismo con el cáncer y las enfermedades cardiacas, aunque se necesitarían otras dos décadas para comprender y aceptar de manera generalizada la mecánica de la dependencia de la nicotina.
El tabaco contiene más de 7000 sustancias químicas, muchas de ellas nocivas cuando se quema y se inhala, pero la nicotina hace que los fumadores vuelvan a fumar. La nicotina estimula una oleada de adrenalina en el cerebro al tiempo que produce de manera indirecta un torrente de dopamina, la sustancia química que promueve una sensación de satisfacción y relajación. Sin embargo, los efectos son de corta duración, por lo que los fumadores empedernidos necesitan una nueva inyección una decena o más veces al día.
Eric Donny, experto en tabaco de la Facultad de Medicina de la Universidad de Wake Forest, que ha realizado experimentos con cigarrillos bajos en nicotina, señaló que muchos científicos habían llegado a aceptar una reducción del 95 por ciento en los niveles de nicotina como ideal para ayudar a los sujetos de estudio a fumar menos. Aseguró que cualquier nivel superior puede animar a los participantes a fumar de forma compensatoria, es decir, a inhalar más profundamente o a fumar con mayor frecuencia.
Los estudios que él y otros científicos han llevado a cabo hace poco utilizan tabaco modificado genéticamente para que expulse menos nicotina; reducir la nicotina a cero no es una opción según la Ley de Control del Tabaco, una ley de 2009 que otorgó a la FDA el poder de regular la fabricación y comercialización del tabaco.
“Cuando se baja la nicotina del tabaco lo suficiente, no se puede conseguir la suficiente nicotina para mantener la dependencia”, explicó Donny. “Fumar más crea efectos adversos, como las náuseas, porque los pulmones solo pueden soportar una cantidad determinada de una sustancia quemada”.
Sin embargo, incluso cuando los investigadores del control del tabaco celebraron el anuncio de la FDA, reconocieron que cualquier medida para reducir la nicotina en los cigarrillos supondría un enorme reto para los fumadores empedernidos, incluso entre el 70 por ciento que ha dicho que le gustaría dejarlo. En la actualidad, menos de uno de cada diez adultos que intenta dejar de fumar lo logra, lo cual refleja la capacidad de adicción de la nicotina y las limitaciones de la terapia de sustitución de la nicotina.
Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, expresó su confianza en los estudios que respaldan una reducción inmediata de los niveles de nicotina frente a una disminución gradual. No obstante, dijo que los científicos y los organismos reguladores todavía tienen que abordar el cúmulo de consecuencias imprevistas que podrían resultar perturbadoras para los fumadores decididos y podrían alimentar la creación de mercados clandestinos de cigarrillos con toda la nicotina. “No se pueden predecir completamente los resultados basándose en un estudio clínico aleatorio”, afirmó. “La biología y la vida no son tan precisas”.
Algunos científicos han pedido cautela para cualquier plan que reduzca drásticamente los niveles de nicotina de un solo golpe, advirtiendo que la investigación existente sobre los cigarrillos bajos en nicotina es imperfecta, dado el alto número de participantes en el estudio que hacen trampa. Los escépticos, entre los que se encuentran ejecutivos de empresas tabacaleras, advierten que la prohibición de los cigarrillos convencionales llevaría a los fumadores decididos a buscar importaciones de México y Canadá. También argumentan que algunos fumadores, incluyendo a los adolescentes, podrían desarrollar un hábito que combine el vapeo o los chicles de nicotina con los cigarrillos de baja nicotina, que son tan cancerígenos como los cigarrillos tradicionales.
Lynn T. Kozlowski, investigadora en materia del tabaco en la Universidad de Búfalo, que ha contribuido a cuatro informes del director general de sanidad sobre el tabaquismo desde 1981, aseguró que la nicotina era una droga altamente adictiva, con un dominio sobre los usuarios que podía rivalizar con la cocaína y la heroína y que la FDA tenía que considerar cómo una disminución radical de la nicotina en los cigarrillos afectaría al comportamiento de los fumadores.
“Lo que me asusta es que se haga un experimento nacional con cigarrillos de muy baja nicotina sin que se hagan pruebas en el mundo real”, opinó. Señaló que los estudios que muchos expertos citan cuando promueven un descenso del 95 por ciento en los niveles de nicotina se basan en participantes pagados y añadió que algunos de ellos fumaban en secreto sus propias marcas al mismo tiempo que los investigadores les daban cigarrillos bajos en nicotina.
En las entrevistas, los fumadores que se habían enterado del anuncio de la FDA manifestaron que se sentían contrariados ante la posibilidad de verse obligados a abandonar su adicción, a pesar de saber perfectamente que perjudicaba su salud y probablemente acortaría su vida.
Mike Harrigan, operador de divisas que se tomaba un descanso para fumar a la salida del Chicago Board of Trade, dijo que temía acabar fumando más si los cigarrillos contenían cantidades significativamente menores de nicotina. “Tal vez ayude a los nuevos fumadores, pero perjudicará a los que están acostumbrados a un determinado nivel de nicotina”, aseveró Harrigan, de 55 años, que lleva tres décadas fumando un paquete diario. Judith Prochaska, especialista en adicciones de la Universidad de Stanford, quien dirige una clínica para dejar de fumar destinada a pacientes con cáncer y sus familiares, dijo que encender un cigarrillo durante una llamada telefónica estresante, mientras se toma un coctel o después de una comida pesada creó un poderoso recuerdo que condicionó a la mente a asociar un cigarrillo con la estimulación o el socorro que proporcionó a través del torrente de nicotina.
“Todos estos comportamientos cotidianos indican a tu cerebro que la nicotina está por llegar”, aclaró. “Básicamente, es el efecto del perro pavloviano, pero condicionado aquí con una droga altamente adictiva”.
Con el tiempo, la dependencia se profundiza. Fumar de manera regular favorece la formación de más receptores de dopamina, a veces millones más. Cuando un fumador deja de fumar, esos receptores no correspondidos provocan la ansiedad, la irritabilidad y la depresión que pueden hacer que la abstinencia de la nicotina sea tan difícil de soportar.
Los parches de nicotina, los chicles y los dispositivos de vapeo pueden ayudar a satisfacer algunas de las ansias, pero no pueden sustituir los rituales de fumar un cigarrillo: salir al aire libre con un cómplice, el sonido del celofán y el papel de aluminio al abrir un nuevo paquete, el efecto embriagador de la primera calada. Cigarrillos VLN de baja nicotina a la venta en una tienda Circle K de Chicago, el 21 de junio de 2022. (Taylor Glascock/The New York Times) Bruce Holaday en el Parque Regional Reinhardt Redwood en Oakland, California, el 30 de junio de 2022. (Carolyn Fong/The New York Times).
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