A Leah Martin no se le permitió abortar en su estado natal de Kentucky y terminó en la sala de emergencias. Esta estadounidense sacó fuerzas de esa experiencia "horrible" y ahora va de puerta en puerta para luchar contra una iniciativa electoral estatal que consolidaría la prohibición casi total de los abortos en Kentucky.
Rodeado de sus ocho hijos, cuatro de los cuales son adoptados, el pastor Scott Van Neste ha comenzado a asistir a manifestaciones a favor de la ley antiaborto cuyo futuro se decidirá en un referéndum el 8 de noviembre, al margen de las elecciones de medio mandato en Estados Unidos.
¿Su punto en común? Que ambos son nuevos en la esfera militante. Desde que la Corte Suprema anuló en junio el derecho constitucional al aborto y restauró la capacidad de los estados para prohibir el procedimiento, el tema se ha convertido en una cuestión importante en las votaciones.
Pero solo cuatro estados, incluido Kentucky, decidieron organizar referéndums exclusivamente sobre esta cuestión. El hecho de desvincular el tema de plataformas y partidos políticos permitió a ciudadanos menos politizados involucrarse en lo que es, para ellos, una cuestión de "valores".
Para Martin es, incluso, un tema personal.
En junio, esta mujer casada, de 35 años, descubrió con alegría que esperaba un segundo hijo. Pero a las doce semanas de embarazo, los médicos detectaron una anomalía cromosómica. "Mi bebé no habría sobrevivido más de diez meses y en un sufrimiento inmenso", dijo a la AFP.
El muy conservador Kentucky, aprovechando la revocación de la Corte Suprema, acababa de prohibir los abortos. "Los médicos lloraron conmigo, diciendo que no podían ayudarme". Bajo el efecto del "estrés", terminó en urgencias. "Finalmente, por algún milagro loco, un juez bloqueó la ley durante una semana y pude recibir la atención necesaria".
"No está en mi naturaleza"
Para superar su trauma, esta ejecutiva de marketing, para quien la política siempre fue "un asunto privado", decidió involucrarse en la campaña del referéndum en su ciudad natal, Lexington. "No está para nada en mi naturaleza tocar puertas", confiesa nerviosa, antes de avanzar por la escalinata de una casa imponente. "Pero hay cosas que son demasiado importantes".
A poca distancia, Molly Kimbrell, de 61 años, también está probando su mano en la captación de votos. "La política no es lo mío", subraya esta enfermera enérgica que, a los 14 años, abortó debido a "un error de niña". "Escandalizada" de que las mujeres ya no tengan esa opción, decidió "sacar el trasero del sofá" y persuadir a los votantes.
"Vidas preciosas"
Igual de decidido, Scott Van Neste, de 47 años, acudió el 1º de octubre a una manifestación por el "sí" al referéndum frente al Capitolio de Kentucky, en Fráncfort. Tampoco está acostumbrado a este tipo de eventos: en toda su vida solo ha manifestado una vez.
Convencido de que "toda vida es preciosa", quiere defender la ley vigente en su estado, aunque prohíba el aborto en casos de incesto o violación. "No vamos a castigar a los bebés por los abusos de los demás…", añade este pastor bautista que no duda en hablar de la papeleta durante sus sermones.
Una ley de 1954 prohíbe que las iglesias apoyen a los candidatos, pero no aplica para los referéndums, dijo Addia Wuchner, organizadora del evento. En el estacionamiento del Capitolio, varios autobuses lucen los colores de organizaciones religiosas.
Abigail Butler, de 25 años y originaria de Florida, es una de ellas. Esta estudiante de teología ha sido voluntaria en "centros de crisis" que intentan disuadir a las mujeres de abortar, pero jura no "ser militante, solo apasionada por este asunto".
El desafío es evitar lo que sucedió el 2 de agosto en Kansas, donde casi el 60% de los votantes de este estado de raíz republicana rechazaron una enmienda antiaborto gracias a una fuerte participación. Este resultado le da esperanza a Martin, al igual que la actitud de su padre. "Es republicano, conservador" y contrario al aborto, enumera. "Pero después de verme sufrir, votará 'no'”.
Charlotte Plantive para AFP.